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No ficción



El concepto de no ficción, dentro de obras cinematográficas, abarca todo lo que no comprende el género ficción. Puede ser acuñado para hablar de cine-ensayo, documental o incluso englobar cualquier género que no quede comprendido dentro de la ficción.

Antonio Weinrichter utiliza el término no-ficción para definir aquello que no está comprendido dentro del el género de ficción en el mundo audiovisual; ante ello el binomio ficción y no-ficción se vuelve problemático para representar aquello que no es ficción. El documental como género para el audiovisual intenta poner una mirada objetiva sobre la realidad y darnos un relato sobre ella. Es por esta concepción que queda excluido dentro de lo que se conoce como ficción y es por ello que el término no-ficción surge para englobar aquellos que no pueden pertenecer a lo ya establecido como ficción. Sin embargo este término no se le puede atribuir a un solo caso ya que al término se le puede englobar gran variedad de contenidos y significados. También se inmersa la no-ficción en el conflicto entre el puro discurso y la expresividad; el problema de un criterio selectivo del material; la subjetividad inherente del montaje; la existencia de un punto de vista; la idea; etc. Es por este binomio que Carl Plantinga propone considerar el cine de no-ficción como un discurso y no como una representación, un tipo de cine que afirma algo sobre lo real y no que reproduce lo real. Este surge como un problemática que se diferencia de la ficción; la No-ficción se distingue por su actitud ante lo definido como Mundo Proyectados. El término —propuesto por Plantinga— hace referencia a que el cine de no-ficción asegura que lo que muestra corresponde al mundo real, pero lo que dice o muestra puede ser erróneo o incierto; por lo que el autor utiliza el término para definir un punto intermedio entre el discurso y la realidad. El mundo proyectado es un modelo que se construye por medio de afirmaciones sobre la realidad. La relación entre el discurso y el mundo proyectado se organiza a partir de parámetros como la selección, el ordenamiento, el énfasis y el punto de vista.

Al hablar de punto de vista existe un gran problema para Weinrichter, por lo que prefiere sustituir dicho término por el de "voz" para caracterizar la posición o actitud que se desprende del discurso de una película. A su vez, dentro el autor hace una distinción entre tres tipos de voces, una definida como voz formal (explica el mundo al espectador de forma unificadora y plena de sentido, propone argumentos definidos y favorece un estilo y narración clásica), una voz abierta (se presenta revestida de menos autoridad epistémica; no formula preguntas tan claras o no las responde tan claramente; y organiza el texto según estructuras parecidas a las del cine modernista), la voz poética (tiene la utilidad funcional de englobar a los textos que no caben en otras tipologías; el documental poético, el documental reflexivo, el cine vanguardista que utiliza elementos de la realidad, y hasta el modo paródico).

La concepción de cine documental parte de una doble presunción problemática: por una parte se define por oposición al cine de ficción, y por otra parte se propone como una representación de la realidad. La imposibilidad de una distancia entre la realidad y una adecuada representación de la misma es un problema que existe, ya que toda forma de representación incurrirá siempre por definición en estrategias que acercarán la película del lado de la ficción, con lo que va a invalidar la primera presunción.

Entender es aceptar que el documental consiste en una representación de la realidad y que la misma debe ser objetiva. El problema está en que para lograr la objetividad el realizador se encuentra con distintos enfrentamientos. Existen distintos niveles, por un lado un pacto con los sujetos partícipes del documental; va haber una influencia por la presencia de las cámaras además que el encuadre va a decidir qué mostrar y qué omitir; en el final parte en el proceso de seleccionar, ordenar, exponer, subrayar u omitir determinados elementos del material para convertir el mismo en una narración, también va afectar la representación. Con respecto a la objetividad, como espectador solo tenemos dos opciones: fiar todo a la buena fe del documentalista o concluir que todo documental es una ficción.

Como plantea Michael Renov: “La diferencia [entre ficción y no ficción] es hasta qué punto puede considerarse el referente del signo documental como un fragmento del mundo arrancado de su contexto, en vez de como algo fabricado para la pantalla. Por supuesto, el mismo hecho de arrancar y contextualizar elementos profílmicos es un acto de violencia.” (Renov 1993, pag 3 y 7)



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