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Noche



Noche[1]​ (del latín: Nox, noctis) es el periodo durante el cual una parte de la Tierra, por acción de la rotación, deja de recibir la luz solar y, por ende, permanece en oscuridad. Está comprendido entre atardecer del Sol y amanecer del día siguiente.

La refracción por la atmósfera de los rayos luminosos del Sol motiva que veamos luz cuando el Sol ya se ha puesto: crepúsculo vespertino. Dicha refracción alarga el día y acorta la noche.

Medido desde el mediodía, el ocaso se caracteriza por un ángulo horario H donde

siendo F la latitud del lugar y D la declinación solar. El orto ocurre a un ángulo horario -H.

La duración del día y la noche va cambiando en el transcurso del año, siendo la duración media del día de 12 horas (en todas las latitudes), en los equinoccios más de 12 horas en primavera y verano, alcanzando el día más largo en el solsticio de verano, donde también ocurre la noche más corta. Por el contrario el día dura menos de 12 horas en otoño e invierno, alcanzándose en el solsticio de invierno el día más corto y la noche más larga.

Entre los hebreos, griegos y algunas otras naciones la noche se dividía en cuatro partes que se llamaban velas o guardias vigiliae, custodiae porque durante ellas velaban tanto los que estaban de guardia militar como los pastores que guardaban los rebaños y duraban unas tres horas cada una. La primera comenzaba luego de puesto el sol y se llamaba tarde, vespere, y duraba más o menos hasta las nueve; la segunda, desde esta hora a las doce y se llamaba media noche; la tercera, de las doce a las tres y solían llamarla canto del gallo y la cuarta, desde las tres hasta las seis o salida del sol a la cual llamaban mañana, mane o custodia matutina.

Los romanos daban el nombre de nox intempesta a la parte de noche que mediaba desde el concubium u hora en que se iban a la cama hasta medianoche. Los francos y galos contaban por noches y no por días. Los primitivos anglosajones practicaban la misma costumbre.[2]

Noche o de la noche es el período de tiempo entre la puesta y la salida del sol cuando el dom está por debajo del horizonte. Esto ocurre después de anochecer. Lo contrario de la noche es día (o " día "para distinguirlo de" día "como se usa por un período de 24 horas). Los puntos de inicio y de fin de tiempo de una noche variar en función de factores tales como la estación, latitud, longitud y zona horaria.

En un momento dado, uno de los lados del planeta Tierra está bañada por la luz del sol (durante el día) y el otro lado de la Tierra está en la sombra causada porque la Tierra bloquea la luz del sol. Esta sombra es lo que llamamos la oscuridad de la noche. La Iluminación natural sigue en manos de una combinación de luz de la luna, planetario luz, luz de las estrellas, difusa luz zodiacal, gegenschein y resplandor. En algunas circunstancias, la bioluminiscencia, auroras y relámpago puede proporcionar algo de iluminación. El brillo proporcionado por la iluminación artificial se refiere a veces como la contaminación lumínica, ya que puede interferir con la astronomía observacional y los ecosistemas.

En la tradición cristiana, si el día se dividía en "horas", la noche se dividía en "vigilias", siendo tres las partes que se aplicaban al periodo nocturno; los romanos la ampliaron posteriormente a cuatro vigilias, enumeradas por números, partes que se aplicaban a las guardias en los campamentos.[3]​ De esta herencia romana procede también la división de los centinelas, que partían la noche en cuartos: prima, modorra, modorrilla y alba, división que aún perdura en los ejércitos, y de la cual se extiende el uso de la palabra "modorra" como cansancio somnoliento.[4]

San Isidoro, en su obra, estableció una división de la noche en siete partes: vesper, crepusculum, conticinium, intempestum, gallicinium, matutinum y diluculum. Alfonso de Palencia, en su "Vocabulario universal en latín y en romance" (Sevilla, 1490) recoge ocho: tarde ("poniéndose el sol"), crepúsculo ("cuando comienzan las tinieblas"), concubio ("cuando los hombres duermen"), noche intempesta ("cuando todos los animales reposan profundamente"), conticinio ("cuando todas las cosas parecen estar en silencio"), gallicinio ("cuando los gallos comienzan a cantar"), dilúculo ("cuando estos cantan anunciando la cercanía del alba") y antelucano ("cuando ya el alba comienza a disipar las tinieblas").[5]

El castellano posee numerosas palabras para definir los diversos aspectos de la noche. De la división de San Isidoro se heredan muchas de las etimologías, así conticinio (parte de la noche en que todo está en silencio), galicinio (hora previa al alba en la que canta el gallo), o dilúculo (la última de las partes). Por otro lado, de la división recogida por Alfonso de Palencia procede concubio, tiempo en que se recogen las gentes para dormir, sinónimo de queda. El relámpago que ilumina el horizonte por la noche recibe además la denominación de fucilazo.

La noche es el escenario típico de las historias de miedo, ya que la noche se suele asociar al peligro, a los bandidos y animales peligrosos que se ocultan tras la oscuridad. Asimismo, se dice que criaturas fantásticas como los hombres lobo y los vampiros son más poderosos por la noche. Incluso hay criaturas fantásticas malvadas de las que se dice que no soportan la luz solar. En el cristianismo, la noche es asociada con el fin de los días de los seres humanos en la tierra, con la venida de Jesucristo en busca de su Iglesia que está compuesta por todos los cristianos fieles. La noche se compara con el estado moral del hombre bajo la influencia de Satanás. Los cristianos (salvo los ortodoxos, que lo hacen el 6 de enero) celebran la Natividad del Señor a medianoche del 24 de diciembre, lo que se conoce como Noche Buena.

Las noches de los fines de semana (particularmente los días viernes y sábados) son tomadas generalmente para festejo y diversión.

«Diccionario de la lengua española» - Edición del Tricentenario: https://dle.rae.es/srv/search?m=30&w=noche



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