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Normas del Puig



Las Normas de El Puig, también conocidas como Normas de la RACV,[1]​ son unas normas ortográficas elaboradas en 1979 por la sección de Lengua y Literatura de la Real Academia de Cultura Valenciana para el valenciano, entendiendo este como una lengua independiente del catalán por los defensores de dicha normativa. Fueron presentadas en un acto celebrado el 7 de marzo de 1981 en el municipio valenciano de El Puig.

La Secció de Llengua i Lliteratura Valencianes de la RACV confeccionó una nueva codificación ortográfica para el valenciano al considerar el carácter provisional de las Normas de Castellón de 1932 y la necesidad de un modelo más próximo y fiel a la realidad lingüística del pueblo valenciano. Se partió de los trabajos e indagaciones científicas y lingüísticas del juez y escritor Miquel Adlert i Noguerol y del filólogo Luis Fullana Mira. Esta nueva normativa fue ratificada el 7 de marzo de 1981 por un millar de personalidades así como por diferentes instituciones en un acto que tuvo lugar en el Monasterio de Santa María de El Puig; por eso que popularmente las normas de la RACV son también conocidas como Normas de El Puig.[2]

Ha habido diferentes versiones de las Normas, la diferencia entre las cuales reside principalmente en la acentuación. En la primera etapa (1979-1981) había acentos con un sistema diferente al de las Normas de Castelló o del IEC. Fue en la segunda etapa (1981-2003) cuando se optó por eliminarlos completamente, excepto los diacríticos. Y fue durante esta época que las normas disfrutarían de más difusión social. Por ejemplo, a finales de la década de 1990 el diario Las Provincias distribuyó cerca de 30.000 ejemplares del Diccionario de la Real Academia de Cultura Valenciana editados por el Ayuntamiento de Valencia. Entre los años 1979-2004 se publicaron 656 títulos en esta normativa, siendo 1996 el año con mayor producción literaria al publicarse 54 libros escritos con las Normas del Puig.[3]

Finalmente, en julio de 2003 se reintroducen los acentos gráficos, en una nueva normativa que fue criticada por ser parecida a la unitarista.[4]​ Esta reforma ha sido vista con recelo por ciertos sectores del secesionismo, por el acercamiento que supone a la Academia Valenciana de la Lengua[4]​ así que, si bien las instituciones más importantes del Blaverismo, como por ejemplo Lo Rat Penat o el partido político Unión Valenciana, han aceptado los mencionados cambios, otros grupos más extremistas no lo han hecho. De forma que actualmente conviven dos versiones de las normas, la que admite sólo acentos diacríticos y la que acepta una normativa de acentuación gráfica muy similar a la del IEC.

Las diferencias con las normas oficiales de la Academia Valenciana de la Lengua (basadas en las Normas de Castellón) no conllevan una disminución de la comprensión, de manera que un texto escrito conforme a esta normativa es totalmente comprendido por cualquier catalanoparlante que no la haya estudiado.

Los organismos oficiales de la Comunidad Valenciana (incluyendo ayuntamientos y la propia Generalidad Valenciana), así como las universidades, la práctica totalidad de editoriales y otros organismos culturares, han utilizado siempre en sus escritos las Normas de Castellón, unitaristas respecto con el catalán. Los pocos intentos de utilización de otra normativa que no fuese la de Castellón por parte de ayuntamientos fueron abortados por el Tribunal Supremo a partir de la Sentencia de Benifayó.

Las Normas del Puig, en su forma primigenia, fueron utilizadas por el Consell del País Valencià en la etapa de Enrique Monsonís, si bien desde la aprobación del Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana (así como en la primera etapa del Consell preautonómico) sólo se utilizaron las Normas de Castellón. La versión en valenciano del primer Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana de 1982 fue publicado con las "Normas de El Puig".[5]

El uso de las Normas del Puig ha sido muy minoritario.[6]​ A pesar de que algunos organismos culturales, como la Junta Central Fallera hayan utilizado las Normas del Puig (entre los años 1992 y 1998),[3]​ la utilización de las mismas ha caído en desuso, especialmente desde la creación de la Academia Valenciana de la Lengua en 1998, hecho que dotó de oficialidad formal a las Normas de Castellón, haciendo que muchas de las entidades que utilizaban las Normas del Puig adoptasen la normativa oficial.

Durante sus primeros 25 años de vida (1979-2004), se publicaron 656 publicaciones siguiendo estas normas, algunas de las cuales nunca se registraron con código ISBN. En este recuento no se incluyen publicaciones periódicas (que utilizan el código ISSN) ni llibrets de falla, a excepción de las publicaciones de la Junta Central Fallera durante los seis años que utilizó las mismas, y de algunos llibrets seleccionados por su especial interés. Sin embargo, se contabilizan diferentes volúmenes de una misma obra si estas tenían varios autores, se publicaron en años diferentes, o tenían diferente ISBN. También se incluyen obras que utilizaron las normas de manera parcial.[3]

Según calculó el académico Ángel Calpe Climent en su obra de 2005, durante los 25 primeros años de Normas del Puig, estas fueron utilizadas por 219 autores diferentes, de los cuales 28 (el 12,79%) participaron en 9 o más obras. Estos 28 autores representaban el 51,32% de la producción total en esta normativa.[3]

La etapa con mayor número de obras publicadas con la normativa del Puig coincide con la que Unión Valenciana fue socio del Partido Popular en diferentes gobiernos valencianos. Así, entre 1992 y 2001 se produce la "edad dorada" de las Normas del Puig, con una media de 40,3 publicaciones por año, un total de 403 obras (61,4% del total), en diez años. Con la creación en 1998 de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, las Normas del Puig caen en desgracia, llegando en 2004 a niveles de producción semejantes a los de 1982.[3]​ En 2004, el 90,95% de publicaciones en esta normativa se habían publicado en la Ciudad de Valencia, habiéndose publicado obras en 20 localidades valencianas diferentes y una en Madrid.[3]

Hoy en día las Normas del Puig, en sus diferentes formas, aún son utilizadas en distintas publicaciones (básicamente ligadas a las organizaciones Lo Rat Penat y Real Academia de Cultura Valenciana, propulsores de las mismas). La única editorial con una producción reseñable en las Normas del Puig fue la Editorial L'Oronella, que en 2004 era la editorial con mayor media de publicaciones con 9,75 obras publicadas por año.[3]​ Actualmente ya ha superado a Lo Rat Penat, asociación cultural que en 2004 presentaba los mayores niveles de publicaciones absolutos con 133.[3]​ Sólo ocho editoriales tenían una media superior a las dos obras por año en 2004, entre ellas el propio Ayuntamiento de Valencia de la primera legislatura de Rita Barberá, mientras que el 52,56% de las editoriales (41 de 78) sólo había publicado una obra con esta normativa.[3]​ El 7,24% de la producción (53 obras) fue autoeditada.[3]

En 2004, la producción en Normas del Puig era el doble que la de lenguas minoritarias como el aranés o aragonés, si bien se situaba a niveles inferiores a la mitad de la producción si se le comparaba con la lengua asturiana.[3]​ Según Òscar Rueda, en 2011 las Normas del Puig habían sido utilizadas por más de un centenar de escritos, y cifraba en unos miles los valencianos con formación sobre la normativa.[6]

Por lo que respecta a las editoriales que utilizaban esta normativa, la veterana "Del Sénia al Segura" cerró sus puertas en febrero de 2012, tras algo más de treinta y cinco años de actividad.[7]​ También en 2012, la otra editorial de referencia para los lectores en Normes del Puig, L'Oronella, anunció su intención de publicar libros sin importar la lengua u ortografía en que estuviesen escritos, sino su calidad. Esto supuso la creación de una colección para literatura escrita en las Normas de Castellón, llamada Jàssena.[8]

Asimismo existe en internet una enciclopedia creada por voluntarios y que utiliza el software Mediawiki, llamada L’Enciclopèdia, que dispone de más de 15 000 artículos escritos con las Normas del Puig.[9]

Las principales diferencias ortográficas entre las Normas de E Puig y las Normas de Castellón son:

La ortografía de las Normas de El Puig ha generado de forma paralela una doctrina morfológica, gramatical y léxica que prioriza por completo las formas tradicionales valencianas, especialmente las del valenciano del siglo XIX. Las cuestiones más llamativas que se establecen como norma de uso son:

La Academia Valenciana de la Lengua, mediante la publicación en 2006 de la Gramàtica Normativa Valenciana y el Diccionari Ortogràfic i de Pronunciació del Valencià, no ha aceptado ninguna de las variantes ortográficas de las Normas del Puig, pero sí algunos de los usos gramaticales y léxicos más significativos, dando incluso preferencia a algunos de ellos (como el uso de este, eixe frente a aquest, aqueix, mentres frente a mentre, o mitat frente a meitat), e incluso ha aceptado las formas bellea, pobrea, riquea, etc. (ya existentes en la lengua clásica, pero no aceptadas hasta ahora por la normativa oficial) junto a bellesa, pobresa, riquesa, o el uso de la variación masculino-femenino en el sufijo -iste/-ista. Estas "concesiones" han movido a algunos sectores culturales y del profesorado, partidarios de la unidad de la lengua, a acusar a la Academia Valenciana de la Lengua de "promover la disgregación de la lengua" (diario Levante-EMV 14/12/2006).



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