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Obispo de Carlisle



El obispo de Carlisle es el ordinario de la Iglesia de Inglaterra con jurisdicción en la diócesis de Carlisle, provincia de York. La diócesis abarca el condado de Cumbria con la excepción de Alston Moor y el antiguo distrito rural de Sedbergh. La sede episcopal está en la iglesia catedral de la Santa e Indivisa Trinidad, antigua colegiata elevada al rango catedralicio en 1133.

Ese mismo año fue creada la diócesis por Enrique I desgajándola de la diócesis de Durham. En 1856, su extensión fue aumentada con una parte de la diócesis de Chester. Hasta 2009, la residencia del obispo fue Rose Castle, cerca de Carlisle.[1]​ Desde esa fecha, la residencia episcopal está en Keswick.

Desde el 10 de octubre de 2009, James Newcome es el 67.º obispo de Carlisle.[2]

El territorio originario de la diócesis se constituyó como unidad política bajo el reinado de William Rufus (1087–1100), que lo incluyó en el condado de Carlisle, formado por la mayor parte de Cumberland y de Westmorland. En 1133, siendo rey Enrique I de Inglaterra, se erigió una diócesis en el condado segregando tierras de la diócesis de Durham, a pesar de que la población local, celta en su mayoría, hubiera preferido tener que su jefe espiritual fuera el ordinario de Glasgow. El rey nombró como primer obispo a su antiguo confesor Æthelwulf, inglés, prior de los canónigos regulares de san Agustín que se habían establecido en Carlisle en 1102, aunque en el momento de su consagración vivía en el priorato de Nostell, en Yorkshire. Administrador eficiente, rigió la diócesis hasta su muerte, en 1156. Entre otras iniciativas, construyó una catedral de estilo normando cuyos transeptos y parte de la nave existen todavía. Al servicio y gobierno de esta catedral de Carlisle puso a sus canónigos agustinos, resultando ser la única sede en Inglaterra con un cabildo de esta orden, ya que las demás catedrales monásticas del reino estaban asignadas a los benedictinos. Solo se estableció un archidiaconado.

Poco se sabe del siguiente obispo, Bernard, y después de su muerte, que ocurrió hacia 1186, la sede estuvo vacante un largo periodo, durante el cual la diócesis estuvo administrada por otro Bernardo, el arzobispo de Ragusa. En este tiempo Carlisle fue objeto de ocupación escocesa y Enrique II, al principio de su reinado, se quejó al papa de que el cabildo había elegido a un obispo por su cuenta y de que la población se había rebelado en favor de Escocia. Gualo, el legado papal, restableció el orden eclesiástico exiliando a los canónigos y nombrando obispo a Hugh, abad de Beaulieu.

Dada la situación de la diócesis y la amenaza escocesa, era muy importante para el gobierno de Inglaterra contar un prelado de su máxima confianza, ya que debía desempeñarse con la habilidad de un verdadero diplomático. El siguiente obispo fue Walter Malclerk, antiguo agente del rey Juan y figura destacada durante el reinado de Enrique III. Benefactor de las órdenes mendicantes, acogió en su diócesis a dominicos y franciscanos. Renunció a la sede en 1346 para ingresar en la orden de Santo Domingo. En esta época se construyó un nuevo coro para la catedral que fue destruido por el gran incendio de 1292.

Con John de Halton, favorito de Eduardo I, continuaron las obras de mejora de la catedral, incluyendo la reconstrucción del coro recientemente derruido. Su mayor logro fue la conclusión del vitral oriental, de extraordinario valor tanto por su belleza intrínseca como por marcar la transición entre la antigua tracería y el nuevo estilo gótico perpendicular.

Thomas Merkel, amigo íntimo de Ricardo II, pero juzgado por traición bajo el reinado de Enrique IV y privado de su cargo, fue uno de los siguientes obispos de Carlisle que, dotados de una excelente formación académica, fueron destinados frecuentemente a delicadas tareas de representación del monarca de Inglaterra, como negociar treguas o tratados con los hostiles vecinos escoceses. Varios de ellos desempeñaron el cargo de canciller de la Universidad de Oxford o de Cambridge.

Exponente de la generación de eclesiásticos universitarios especialmente dotados para la diplomacia fue John Kite (1521-1537), amigo del cardenal Thomas Wolsey y miembro de la embajada inglesa enviada al Campo de la tela de oro en 1520. El último de los obispos fieles a la Iglesia de Roma fue Owen Oglethorpe, quien pudo ser persuadido para que presidiera la ceremonia de coronación de Isabel I cuando ningún otro prelado estaba dispuesto a ello debido a las dudas sobre la filiación legítima de la futura reina.

A finales de ese mismo año de 1559, el obispo Oglethorpe desobedeció la prohibición de la reina de realizar el rito de la elevación de la hostia y el cáliz en su presencia durante la misa de Navidad y se negó a prestar el juramento exigido por el Acta de Supremacía. Su oposición le granjeó la enemistad de la soberana y verse privado de su cargo. Murió en prisión el 31 de diciembre de 1559. En aquellos tiempos, la de Carlisle era una diócesis pobre y cuando los protestantes saquearon sus iglesias apenas encontraron un cáliz en cada una de ellas y la mayoría de ellos eran de estaño.

Bernard Gilpin fue designado sucesor de Oglethorpe pero renunció sin llegar a tomar posesión del cargo. Después, el obispado fue conferido a John Best, consagrado el 2 de marzo de 1560 y primer obispo anglicano de Carlisle tras el breve periodo católico de la reina María.



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