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Ofensiva turca en el noreste de Siria de 2019



La ofensiva turca en el norte de Siria de 2019, llamada oficialmente por el gobierno turco Operación Manantial de la Paz[1]​ (en turco: Barış Pınarı Harekâtı; en árabe: عملية نبع السلام), fue un conflicto armado que se desarrolló en la frontera turco-siria entre las Fuerzas Armadas de Turquía y sus aliados del Ejército Nacional Sirio contra las Fuerzas Democráticas Sirias leales a la Federación Democrática del Norte de Siria compuesta principalmente por kurdos y árabes. La operación militar comenzó el 9 de octubre de 2019.

Turquía ha realizado dos incursiones anteriores en el norte de Siria en los últimos años con la ayuda de los rebeldes sirios. En la primera ofensiva en 2016, Turquía hizo retroceder a los militantes del grupo del Estado Islámico al oeste del río Éufrates. En la segunda operación del año 2018, Turquía capturó el enclave de Afrin, controlado por los sirios y los kurdos. Esas regiones están actualmente administradas por grupos de oposición apoyados por Turquía que las dirigen como ciudades virtuales administradas por los turcos.[2]

La operación militar comenzó el 9 de octubre de 2019 cuando la Fuerza Aérea Turca lanzó ataques aéreos contra ciudades fronterizas, entre ellas Ras al Ain, Tel Abyad y Qamishli,[3]​ que se encontraban bajo control turco desde 2016.[4]

En agosto, Estados Unidos y el ejército turco iniciaron patrullas conjuntas por el territorio, como un intento de evitar esta operación. Las fuerzas estadounidenses convencieron a las SDF de que desmantelasen sus posiciones defensivas en la frontera turca, dándoles garantías de que Estados Unidos les protegería frente a Turquía.[5]​ Sin embargo, el 6 de octubre de 2019, la administración de Donald Trump ordenó el retiro de las tropas estadounidenses del noreste de Siria, donde Estados Unidos había estado apoyando a sus aliados kurdos en la guerra contra el Estado Islámico.[6]

Según el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, la operación estaba destinada a expulsar a las Fuerzas Democráticas Sirias, —vista como una organización terrorista por Turquía debido a sus vínculos con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que ha liderado una guerra de guerrillas en Turquía desde 1984,[7]​ pero considerado un aliado por los Estados Unidos y la Coalición Internacional contra el Estado Islámico—, de la región fronteriza para crear una «zona segura» que albergaría a algunos de los 3,6 millones de refugiados sirios de Turquía.[8]​ Erdogan precisó que la ofensiva se dirigía tanto contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI) como contra las milicias kurdosirias Unidades de Protección Popular (YPG), que dominan el noreste de Siria, y que, hasta esa semana, habían recibido el respaldo de Estados Unidos.Como la zona de asentamiento propuesta era fuertemente kurda en composición demográfica, esa intención fue criticada por los kurdos quienes vieron esto como un intento de forzar un cambio demográfico drástico en la región,[9]​ una acusación negada por Turquía alegando que la intención era «corregir» la demografía que, según el gobierno turco, fue cambiada por las Fuerzas Democráticas Sirias.[10]​ El objetivo de esta operación, por ende, era establecer el control del estado turco sobre una franja adyacente a la frontera siria, desde el Éufrates hasta Irak, de 450 kilómetros de largo y 30 de ancho en la frontera, en la que se establecería una división en tres zonas administrativas donde se pretendía construir de la nada un total de 140 localidades en las que realojar, en una primera fase, a algo más de un millón de refugiados sirios actualmente en Turquía. Estas localidades, cuya edificación tendría un coste estimado de unos 27.000 millones de dólares, contarían con centros de salud, escuelas, polideportivos, mezquitas y varios hospitales y polígonos industriales conjuntos.[11]​ En ese entonces, ese territorio estaba dominado por las YPG, que habían establecido una administración local de facto que preocupaba a Ankara.

El 13 de octubre, las Fuerzas Democráticas de Siria lucharon por recuperar el control de la mayor parte de la ciudad fronteriza de Ras al Ain, una de las dos ciudades atacadas en los primeros compases de la ofensiva turca, tras un contraataque que mató a 17 efectivos de los rebeldes aliados de Ankara.[12]

La operación turca fue condenada por la Unión Europea, la Liga Árabe, Irán, Israel, India[13]​ y el Reino Unido como un ataque al territorio de un Estado soberano y una acción irresponsable y desestabilizadora con consecuencias humanitarias "potencialmente terribles".[14]Francia, Alemania, y otros Estados miembros de la Unión Europea, suspendieron la venta de armas a Turquía.[15]

Para contener la invasión turca, las YPG llegaron a un acuerdo con el gobierno de Siria, en virtud del cual el ejército sirio ingresó a Manbiy, Tal Tamer, la totalidad de la ciudad de Hasaka, Kobane, Al-Tabqa y Al Raqa.[16]

El 17 de octubre el vicepresidente de Estados Unidos Mike Pence y el presidente turco Erdoğan acordaron una tregua de 120 horas condicionada a retirada de las YPG y FDS en una franja de 32 km de la frontera de Siria con Turquía.[17]​ Las YPG-FDS respetaron el cese al fuego y el 21 de octubre anunciaron haberse retirado de la franja entre Tal Abiad y Ral al Ayn. El 22 de octubre, Erdoğan acordó con el presidente ruso Vladimir Putin la prolongación de la tregua por 150 horas más para el retiro de las YPG-FDS de la franja de 32 km en el área entre Tal Rifaat y Manbiy así como realizar patrullas conjuntas ruso-turcas en las zonas en que el despliegue del ejército sirio esté colindando con las tropas turcas, que no continuarán avanzando al final de la tregua al cumplirse la retirada de YPG-FDS.[18]

El 24 de octubre tropas de Turquía y del ENS atacaron los poblados de Kozalieh y Tal Alin, cerca de Tal Tamer, pero fueron enfrentadas y repelidas por el ejército sirio. Los turcos también atacaron las aldeas de Assadiyeh, Mishrafa y Manajer, al este de Ras al-Ayn, donde combatieron con unidades de las YPG-FDS.[19]

La ofensiva iniciada por las fuerzas turcas el 9 de octubre derivó en una crisis de desplazamiento que amenazó con forzar a 300.000 personas a abandonar sus hogares en las principales localidades de Hasaka y Raqqa. Más de 2.000 llegaron a la frontera con Irak e incluso cruzaron a territorio iraquí.[20]

Según la ONG Save the Children, en esta región habitan cerca de seis millones de civiles, de los cuales más de 1,6 millones necesitan asistencia humanitaria y 650.000 son desplazados de otras regiones sirias.[21]



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