Oiga fue una revista peruana de publicación semanal que apareció en Lima el día 8 de noviembre de 1948 con el título de Oiga! Definido como “semanario de actualidades”, se orientó primordialmente hacia la cobertura y crítica del acontecer político. Tras una accidentada trayectoria, que ha sido dividida en cinco etapas, dejó de aparecer el 5 de septiembre de 1995. Su fundador-director fue Francisco Igartua Rovira.
La aparición del semanario Oiga! fue consecuencia del golpe que el general Manuel A. Odría encabezó contra José Luis Bustamante y Rivero (27 de octubre de 1948), por lo que, en su primer editorial, su director escribió: "Aparece este semanario en un momento crítico y lleno de incertidumbre e inquietud para la patria". Pero solo salieron cuatro números, pues su director fue encarcelado a las pocas semanas de la inauguración.
El primer número fue seguido de tres más, con las mismas características (estos primeros números fueron reproducidos en el año 1992, a raíz del homenaje por los 50 años de periodistas de Francisco Igartua, y en el año 2000, cuando salió nuevamente la revista, ya no dirigida por él).
En su libro “Siempre un extraño”, Francisco Igartua menciona un hecho que hasta el momento no ha sido recogido por sus biógrafos: en el financiamiento de esta primera Oiga, participa desinteresadamente la publicista peruana Doris Gibson del Riego, tal como lo menciona Igartua a continuación:
Tras el cierre de Oiga! por la dictadura odriísta, Igartua, junto con la misma señora Doris Gibson, fundó la revista Caretas (1950), de la que fue director periodístico durante 12 años, revista que ha permanecido vigente hasta la actualidad, dirigida ahora por el nieto de la señora Doris Gibson.
Igartua abandonó la dirección de Caretas en 1962 para volver a editar la revista Oiga con formato grande y carátula de papel periódico. Fue lanzada el 28 de noviembre de 1962 con el nombre Oiga (sin el signo de admiración, conocida ahora como “Oiga segunda etapa”). En su primer editorial señaló su reconstitución como "creación de un grupo de amigos, unidos por igual preocupación generacional", donde se encontraban los hermanos Jesús y Alfonso Reyes Muñante , Francisco Moncloa, Sebastián Salazar Bondy, Francisco Bendezú y Tomás Escajadillo, entre otros. Su insistencia en los temas sociales le valió el decomiso del número seis por la junta militar.
Durante esta etapa, Francisco Igartua apoyó la candidatura a la presidencia de Fernando Belaúnde Terry por el partido Acción Popular, para posteriormente alejarse de él e iniciar una labor fiscalizadora.
En 1965 se cambió el formato periódico al de revista "estilo Time", principiando la tercera etapa de Oiga, en la que defendió las posiciones críticas a la jefatura belaundista en el seno de Acción Popular, incluyendo una denodada defensa de los intereses nacionales en la cuestión de La Brea y Pariñas (1966-1968). A través de la lectura atenta de sus editoriales se puede entender el cambio de posición de Igartua, documentos que pueden leerse a través de los blogs dedicados a recordar su pensamiento periodístico.
Con el golpe de estado efectuado por el General Juan Velasco Alvarado, que depuso a Fernando Belaúnde (1968), la revista inició una gestión fiscalizadora pidiendo los cambios necesarios que no se habían podido efectuar durante el gobierno constitucional de Belaunde. Es importante señalar que tras el golpe militar, Oiga solicitó inmediatamente la conformación de una Asamblea Constituyente, solicitud que los militares no cumplieron sino hasta comienzos del año de 1978.
Si bien es cierto Francisco Igartua apoyó en un momento, la “medidas revolucionarias dadas por los militares”, a la vez defendió la libertad de prensa y expresión, a través de sus editoriales y artículos en defensa de los medios periodísticos independientes. Esto lo fue alejando de la Revolución Militar, hasta la ruptura final en noviembre de 1974. El artículo detonante, fue la publicación de una supuesta negociación fraudulenta gestionada por los militares. En su primer editorial, del 16 de enero de 1978, luego del regreso de su exilio, Francisco Igartua explicó estos hechos:
Francisco Igartua, seguidor del pensamiento de Miguel de Unamuno, no lo pensó dos veces, antes de decir NO a la revolución militar, como lo hiciera Unamuno en 1936 con el gobierno militar franquista. Esto le costó finalmente el exilio a México, donde se convirtió en director del Suplemento Dominical del diario Cadena Sol (1974).
Meses antes del exilio de Igartua, el local donde se imprimía la revista Oiga, es tomado por sus trabajadores (Comunidad Industrial) quienes asumen el manejo de sus instalaciones, las que no fueron devueltas a sus propietarios. El local, ubicada entre las avenidas La Marina y Elmer Faucett, de propiedad de la empresa ITALPERU S.A. (el accionista principal era la empresa Editorial Periodística Oiga S.A., también propietaria en ese entonces de la revista), se mantuvo “ocupado” hasta finales del año 2001, cuando finalmente llegan a un acuerdo los accionistas de la empresa y los exmiembros de la Comunidad Industrial.
Con el retorno al Perú de Igartua se inauguró la cuarta etapa de la Revista, que principió el día 16 de enero de 1978, bajo el gobierno del general Francisco Morales Bermúdez. Se procedió a cambiar el formato por el tipo tabloide, a la vez que se usó un nuevo membrete: Oiga '78, recayendo la subdirección en Jesús Reyes Muñante y con la inclusión del caricaturista Heduardo, Alberto Bonilla, Hugo Garavito, Aníbal Ismodes, Abelardo Sánchez León, Francisco Miró-Quesada, Raúl Ferrero, Humberto Zolezzi y otros.
En referencia a la novedad que trajo el Oiga '78, en su ensayo denominado "El Género Revisteril en el Perú", Francisco Igartua hace una descripción de esta evolución:
El 20 de octubre de 1980 se inauguró la quinta y última etapa, que duraría hasta el 12 de agosto de 1995, tras la cual finalizó con la edición del último número, el 756, número de colección, denominado ADIOS CON LA SATISFACCION DE NO HABER CLAUDICADO, conocido también como ADIOS, AMIGOS Y ENEMIGOS, o EL OIGA DEL ADIOS, el 5 de septiembre de 1995.[1]
Esta última etapa cubre los gobiernos de los presidentes Fernando Belaúnde Terry (1980-1985), Alan García Pérez (1985-1990) y los 5 primeros años del gobierno de Alberto Kenya Fujimori (1990-2000), Oiga se convirtió en un semanario de análisis, en la revista de más amplia cobertura, nuevamente en formato "estilo Time", que incluyó tópicos familiares y de amenidades, manteniendo una coherente —y al decir de su director "quijotesca"— postura democrática. Colaboraron en esta etapa notables hombres de prensa y letras como Luis Durand Flórez, Alfredo Bryce Echenique, Andrés Townsend Ezcurra, Guillermo Hoyos Osores, Harold Griffiths, Hernán Zegarra, Pedro Planas y otros.
El acoso tributario y publicitario por parte del gobierno de Alberto Fujimori contra la revista, mencionado por el periodista Planas, es descrito en la editorial final denominada por Francisco Igartua: ADIOS AMIGOS Y ENEMIGOS, de la siguiente manera:
El 12 de noviembre de 1995, la marca y logo de la Revista fueron transferidos a favor de la empresa Publicaciones de Revistas S.A., a fin de que se pudieran pagar las deudas tributarias y laborales, que mantenía la empresa Editora Eusko Andina S.A., con el Estado. La explicación de estos hechos fue la siguiente: una vez que la empresa Editora Eusko Andina S.A., vendió su local, donde se editaba y publicaba la revista Oiga, se tuvieron que asumir otras deudas (pago a la Sunat, entidades bancarias, servicios, y al personal administrativo y periodístico), las que finalmente fueron pagadas con préstamos, que posteriormente fueron cancelados con la venta de la marca y logo de la revista Oiga.
La revista Oiga, ya sin la dirección de Francisco Igartua, fue relanzada por última vez por la empresa Publicaciones de Revistas S.A., de propiedad del publicista Oscar Dufour Cattaneo, el 5 de mayo del año 2000, hasta su cierre definitivo a finales de diciembre de 2003.
A partir de 1998, a pedido de Igartua se formó un grupo de trabajo, que buscó recuperar la revista Oiga, proyecto que se pudo concretar el 14 de febrero de 2008 con el registro definitivo de la marca ante el Indecopi.
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