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Ola gigante



Las olas gigantes, también conocidas como olas vagabundas u olas monstruo, son olas relativamente grandes y espontáneas que no se explican por el estado del mar ni por terremotos, y que constituyen una amenaza seria incluso para los grandes barcos y transatlánticos. En oceanografía, se las define con más precisión como aquellas olas cuya altura es mayor que el doble de la media de la altura del tercio mayor de las olas en un registro.

Tomadas por legendarias, se las conoce hoy en día como un fenómeno natural de los océanos, no infrecuente, pero muy raramente testimoniado.[1][2][3]​ Los relatos de marineros y los daños infligidos a barcos sugerían su existencia, pero su medición científica fue confirmada positivamente solo tras el seguimiento de una ola gigante en la plataforma petrolífera Draupner en el mar del Norte el 1 de enero de 1995. El evento, que infligió daños menores a la plataforma, confirmó la validez de la medida.

Las olas gigantes han sido citadas en los medios de comunicación como la posible causa de la súbita e inexplicable desaparición de muchos barcos transoceánicos. Aunque podría ser una causa creíble de muchas pérdidas inexplicables no hay hasta ahora evidencias claras, ni tampoco ningún caso donde haya sido la causa confirmada, asimismo, esta afirmación se contradice con los registros de la aseguradora naviera Lloyd's.[4],[5]​ Uno de los escasos casos en los que existen evidencias de que una ola gigante "podría" haber sido la causa del hundimiento de un buque es la desaparición del carguero MS München, detallado más adelante. En febrero de 2000, un buque inglés de investigación oceanográfica navegando en la zona del Peñón Rockall al oeste de Escocia halló las mayores olas jamás medidas por instrumentos científicos en mar abierto.[6]​ También se ha teorizado y respaldado con informes periciales que la avería inicial del petrolero Prestige en noviembre de 2002 fuera provocada por este fenómeno. [7]

Durante el Proyecto MaxWave, los investigadores, mediante datos tomados por satélites de la Agencia Espacial Europea, identificaron un significativo número de señales que podrían ser evidencia de olas gigantes. No obstante, el método que convierte los ecos del radar en medidas de elevación de la superficie sigue en proceso de mejora.

Para las olas producidas por una tormenta en alta mar es común alcanzar los 7 m de altura, bajo condiciones extremas estas olas pueden alcanzar incluso los 15 metros, aunque se han testimoniado olas de casi de 30 m en determinados sectores del planeta como Nazaré, Portugal.[8][9]

No obstante, durante siglos las leyendas marítimas hablaban de la existencia de olas mucho mayores, auténticos monstruos de hasta 30 m de altura (aproximadamente la altura de un edificio de 12 pisos) que podían aparecer sin previo aviso en mitad del océano, contra la corriente y la dirección dominante de las olas, a menudo en perfectas condiciones atmosféricas. Se decía que tales olas eran un muro casi vertical precedido de un seno tan profundo como para llamarlo "un agujero en el mar"; un barco que encontrara una ola de tal magnitud sería improbable que sobreviviera a la tremenda presión de hasta 100 t/m² ejercida por el peso de la rompiente del agua, y sería casi con total seguridad hundido en cuestión de segundos.

Un barco es diseñado habitualmente para resistir presiones producidas por olas de tormenta de hasta 15 m y presiones de alrededor de 15 t/m² (147 kPa) sin daño, incluso algo más (sobre 20 m) si se le permite cierta deformación.[10]

Los científicos negaban tales relatos, asegurando que los modelos matemáticos indicaban que las olas mayores de 15 metros de altura eran eventos tan raros como para producirse "una vez cada 10 000 años". No obstante imágenes de satélite recientes han demostrado que olas de hasta 30 m de altura son mucho más comunes que lo que la teoría de probabilidades predeciría usando la distribución de Rayleigh sobre altura de olas. Asimismo, las lecturas de presión de las boyas amarradas en el golfo de México durante el huracán Katrina también indicaban la presencia de olas de esa altura. De hecho, parecen ocurrir en todos los océanos del mundo muchas veces cada año. Esto ha causado de nuevo el examen de la razón de su existencia, así como la reconsideración de sus implicaciones en el tráfico marítimo.

También se sabe que las olas gigantes ocurren en los grandes lagos, que son casi mares interiores. Quizás la más famosa, de acuerdo con algunas teorías, fue la responsable del hundimiento del barco SS Edmund Fitzgerald en noviembre de 1975 (ver más adelante). No obstante se han sugerido otras causas. El incidente se halla lejos de ser resuelto.

Una ola gigante no es lo mismo que un tsunami. Los tsunamis son olas generadas por desplazamientos de masas que se propagan a gran velocidad y que son más o menos advertibles en alta mar, solo se vuelven peligrosos conforme se acercan a la orilla y no suponen ningún peligro para la navegación (los únicos barcos perdidos durante el tsunami de 2004 en Asia se hallaban en puertos). Una ola gigante, por el contrario, es un evento localizado que ocurre generalmente en alta mar.

El proyecto MaxWave estudió la superficie del océano mediante radar durante un periodo de tres semanas en 2001. Se tomaron 30 000 imágenes de secciones de océano de un tamaño de 10×5 km, resultando un área total de 1,5 millones de km². Se detectaron olas gigantes en 10 de esas secciones, o una por cada 150 000 km². De por sí, la ocurrencia de este fenómeno en esa área sería extremadamente rara.[11]

El fenómeno de las olas gigantes es todavía objeto de estudio, es, por tanto, demasiado pronto para decir claramente cuales son las causas más comunes o si varían de área en área. La zonas de mayor riesgo parecen aparecer cuando una fuerte corriente corre contra la dirección primaria de las olas; el área cerca del cabo de las Agujas frente al extremo sur de África es una de ellas. No obstante, dado que esta tesis no explica la existencia de todas las olas que han sido detectadas, es probable que existan diferentes causas, con localización variada. Entre las causas sugeridas de las olas gigantes se hallan las siguientes:

Hay tres categorías de olas gigantes:

También se ha sugerido que este tipo de olas podrían ser las responsables de la pérdida de alguna aeronave, sobre todo helicópteros en misión de rescate.[23]



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