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Ortensio Lando



Ortensio Lando (Milán, c. 1510Nápoles, c. 1558) fue un célebre humanista italiano de mediados del siglo XVI, destacado por sus Paradojas.

Nació en Milán hacia 1510; era hijo de Domenico Landi (de Piacenza), y de la milanesa Caterina Castelletta. Parece que entró en 1523 en un convento agustino (con el nombre de Geremia). En 1523 pasó a Padua; luego fue a Génova, Siena y Nápoles. Se sabe que en 1531 estuvo en un convento de Bolonia, donde estudió teología y, además, medicina.[1]

Se conoce mal su vida. Sus cambios de nombre hacen bastante difícil su identificación. Pero se sabe que tras su vida conventual, viajó por Europa, que se asentó en Venecia; y, como polígrafo afamado, dio a los mejores editores venecianos sus obras (muchas de ellas aparecieron anónimas), así como traducciones, compilaciones y anotaciones de clásicos hechas por él.

Se le considera un parcial seguidor de Erasmo, sin que su obra se parezca a éste. Pero escribió como él un polémico escrito contra el excesivo ciceronismo del momento: Cicero relegatus & Cicero reuocatus. De todos modos, siendo buen humanista destacó como traductor de Cicerón y de la Utopía de Tomás Moro: fue la primera traducción italiana (publicada en Venecia, en 1548), de esa obra tan importante en Europa.

Lando fue muy leído y conocido en su tiempo. En España se le tradujo pronto, pero fue prohibido por el Índice, acaso por su parcial aura herética, hoy malamente apreciable. Queda su gran ingenio y la calidad de su prosa.[2]

Escribió un catálogo de invenciones, Cataloghi, diversas Lettere, interesantes y significativaas de un género en alza, y El látigo de escritores antiguos y modernos.

Destaca hoy su libro de Paradossi, aparecido en 1543 y pronto ocultado. Apareció en italiano, en Lyon y casi anónimamente (firmaba con iniciales, M.O.L.). Acaba de reeditarse en Italia y en Francia. Esta provocativa y sobresasliente secuencia de falsos disparates es un polémico escrito, dividido en apartados muy coherentes, variados y ácidos. En su título íntegro decía Lando que era una glosa singular de sentencias, pues estaban dadas la vuelta por él, ofreciendo sarcásticas opiniones sobre las costumbres y la moral ordinaria.[3]​ Sus divertidas e informadas paradojas siguen desconcertando al lector.

Lejanamente, los puntos de partida de cada capítulo son los distintos apartados de Remedios contra próspera y adversa fortuna de Petrarca, 1365. Pero Lando no copia este libro clásico (ni a Agrippa de Nettesheim o a Erasmo, que conocía bien), y los asuntos son tratados por él de un modo singular. La distorsión es continua en Lando, escribe en lengua vulgar y sus ejemplos a menudo remiten a sus contemporáneos, sin olvidar la tradición. Además, es muy descarnado en sus contrastes. Sus inversiones son radicales hasta el absurdo: locura, ceguera, esterilidad, embriaguez, escasez, engaño conyugal, bastardía, encarcelamiento, desventura, muerte serían mejores que sus opuestos. Así va descubriendo, entre bromas y padadojas exageradas otra verdad: la que fue desvelando el siglo XVI.[4]

Las Paradojas fueron imitadas o glosadas por otros autores, como John Donne.[5]



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