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Pérgamo



La antigua ciudad griega de Pérgamo (griego Πέργαμος) se hallaba situada en el noroeste de Asia Menor (actual Turquía), a 30 km de la costa del mar Egeo y frente a la isla de Lesbos, en la región llamada Eólida. Sus ruinas rodean a la actual ciudad de Bergama, construida sobre los cimientos de lo que fue la parte baja de Pérgamo.

En 2014, la Unesco eligió a Pérgamo como Patrimonio de la Humanidad.[1]

La leyenda dice que la ciudad de Pérgamo fue fundada por Pérgamos, hijo de Neoptólemo y Andrómaca, todos ellos personajes de la guerra de Troya. En el año 560 a. C. la ciudad pertenecía a Creso, rey de Lidia, y tiempo después pasó a depender de Ciro II de Persia. Cuando Alejandro Magno venció a Darío III, rey de los persas, y dominó toda el Asia Menor, puso como gobernadora de Pérgamo a Barsine que era la viuda de un comandante persa de Rodas.

La gran ciudad llegó a ser, está en una ciudadela situada en la parte más alta, donde el general Lisímaco de Tracia guardó sus tesoros. Se cree que acaudaló una gran riqueza, hasta 9000 talentos que junto con otras joyas dejó en aquel lugar al cuidado del gobernador de la zona llamado Filetero (otros autores le llaman Filetaro o Filetairo).

Filetero era macedonio, hijo de Átalo y Boa. Había servido a las órdenes del general de Alejandro Magno, Antígono I Monóftalmos y más tarde Lisímaco de Tracia le nombró comandante para la zona de Pérgamo y le hizo responsable del erario que se guardaba en la acrópolis. Su mandato como gobernador duró desde el 283 a. C. hasta el 263 a. C., primero a las órdenes de Lisímaco, después a las de Seleuco I de Babilonia y Siria y por último como dirigente independiente. Filetero no fue nombrado nunca rey pero fue el comienzo de una dinastía que terminó en el año 129 a. C. con el rey Eumenes III.

En el año 281 a. C. tuvo lugar el enfrentamiento entre Lisímaco y Seleuco I Nikátor, en el que perdió la vida Lisímaco. Un poco más tarde, ya en el 280 a. C., Seleuco murió asesinado y le sucedió su hijo Antíoco I Sóter. Este cambio de rey fue aprovechado por Filetero para declarar independiente todo el territorio de Pérgamo, cosa que le fue fácil pues había tenido buen cuidado en apoderarse del tesoro que custodiaba por encargo de Lisímaco. De esta manera Pérgamo y las localidades que dependían de ella dejó de formar parte del reino de los seléucidas.

Pérgamo era ciudad cosmopolita, de encuentro cultural del imperio romano, centro pagano de deidades antiguas, según se encontraba la silla de Zeús, durante el periodo de la conversión al cristianismo de judíos y gentiles, la prédica de estos minaba las creencias paganas de la sociedad romana revelando que la veneración a imágenes y a dioses que no eran dioses era abominable delante de Dios y que vendría un Juicio terrible por esto y demás obras malas. El libro de las Sagradas Escrituras del Apocalipsis, menciona a Pérgamo donde está la iglesia herética que tiene la doctrina de Balaam y la enseñanza de los nicolaitas.

Durante el gobierno de la dinastía Atálida, Pérgamo se fue convirtiendo en una rica y poderosa potencia. En esta ciudad nació el arte de la jardinería. Sus reyes fueron grandes coleccionistas de arte y buenos bibliógrafos.

A Filetero (que era eunuco y por tanto no tenía hijos) le sucedió su sobrino, adoptado como hijo, Eumenes, que gobernó con el nombre de Eumenes I desde el 263 a. C. al 241 a. C. Eumenes consiguió apoyo y ayuda del rey egipcio contra su rival seléucido Antíoco I. Una gran hazaña de este gobernante fue detener con su ejército de mercenarios la invasión de tribus galas (llamadas en este caso gálatas) que se habían adentrado en Asia Menor. La ciudad de Pérgamo se fue embelleciendo durante su reinado.

Le sucedió Átalo I Sóter (Salvador), que tomó el título de rey y gobernó desde el 241 a. C. al 197 a. C. Átalo luchó de nuevo contra los gálatas que habían vuelto a irrumpir por esa zona y en el año 230 a. C. les aniquiló después de unas cuantas campañas. También luchó y venció al rey seléucida Antíoco III Megas, de manera que llegó a dominar todo el noroeste de Asia Menor. Átalo supo mantener una buena alianza con Roma, que despuntaba ya como pueblo dominador. En su reinado, Pérgamo sobresalió como un gran centro artístico y literario y su biblioteca llegó a ser la más importante del mundo conocido, después de la de Alejandría.

El siguiente rey fue Eumenes II Sóter que reinó desde 197 a. C. a 159 a. C. En su tiempo se construyó el gran altar de Zeus, obra máxima del arte helénico.

Átalo III reinó desde 138 a. C. a 133 a. C. Después de él hubo un rey efímero, Eumenes III, también llamado Aristónico. Átalo III legó por testamento su reino, al pueblo romano. Bajo el control de Roma, Pérgamo se convirtió en la capital de la provincia romana de Asia Menor y en una de las ciudades más importantes de la Antigüedad.

La fortaleza estaba construida en la parte más alta, dominando el valle del río Selinus a una altura de 335 m sobre el nivel del mar. La cima es una especie de plataforma ligeramente inclinada hacia el oeste y que baja hacia el sur a modo de terrazas, cada una de las cuales presenta su independencia funcional y arquitectónica, como adaptación de la arquitectura al terreno; de esa manera las terrazas llegan a ser un elemento más de la construcción. Los arquitectos supieron dar forma a la estructura de las terrazas y consiguieron el cuadro total de cada edificio haciendo uso de los pórticos y las columnas sin miedo de alargarlas en grandes proporciones ni de lanzar una altura de hasta 2 o 3 pisos. Siguieron fórmulas tradicionales pero además incorporaron una novedad en la historia de la arquitectura y del urbanismo griego que es la integración del paisaje en la composición arquitectónica. La idea es totalmente nueva y diferente del sistema de construcción de la ciudad griega anterior a esta época.

Sobre este importante desnivel se fue edificando la ciudad que quedó configurada en tres cotas superpuestas:

En este laberinto de terrazas y terraplenes la calle tiene su lugar; la transformación sufrida respecto a la calle tradicional griega es enorme. Antes era casi siempre un corredor estrecho y carente de ornamentos. Con las nuevas ideas de Pérgamo la calle se hace ancha de hasta 20 m y mucho más larga y, lo mismo que los edificios, se integra ella también no solo con el paisaje sino con las construcciones. De esta manera, las columnatas que rodean las terrazas se repiten y se alargan por las calles principales. Para cortar la monotonía que este sistema pudiera tener se interrumpen alguna vez con puertas, arcos de triunfo, columnas con personajes, etc.

Los reyes atálidos tuvieron la gran ambición de convertir Pérgamo en una ciudad de la categoría de Atenas en tiempos de Pericles y supieron conseguirlo.

Se encuentra en la ciudad alta, en la cúspide de la colina. Aquí están las ruinas de algunos de los edificios que hubo en otros tiempos.

Las ruinas del Asclepeion se encuentran a 3,5 km de la ciudad, hacia el oeste.

Este edificio, consagrado al dios de la medicina, fue fundado por el poeta Arquias, en agradecimiento a los cuidados que había recibido en Epidauro (Grecia). En este lugar se reunían los eruditos en medicina. Fue también escuela de médicos. Galeno contribuyó en gran medida al engrandecimiento de este templo. Galeno había nacido en el 131 muy cerca de este lugar; estudió en Alejandría y fue médico de los gladiadores y más tarde del emperador romano Marco Aurelio Antonino, en el 162. Estaba decorado con un bajorrelieve con las serpientes que simbolizan a Asclepios.

Cerca de allí se encontraba el templo al dios de la medicina Telesforo, hijo de Asclepio, lo mismo que Panacea e Higía.




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