En el hinduismo, el Purusha (en sánscrito: पुरुष, ‘ser’) es la divinidad única Omnipresente.
Según el Purusha-sukta (un himno del Rigveda), el Purusha se describe como un gigante con mil cabezas y mil pies, que fue sacrificado y desmembrado por los devas (dioses): su mente se convirtió en la Luna, sus ojos, en el sol, y su respiración, en el viento. Con su cuerpo se construyeron el mundo y las castas.
De él emanó el Virash, el principio creativo femenino, por el cual renacía antes de que el mundo fuera hecho con sus restos.
En el sacrificio del Purusha, el canto védico fue lo primero que se creó. También se crearon los caballos y las vacas. Los brāhmanas (sacerdotes) fueron hechos de la boca del Purusha, los chatrías (militares) de sus brazos, los vaishias (artesanos) de sus muslos, y los shudrás (esclavos) de sus pies. Los cielos emergieron de su cráneo, los dioses Indra y Agní de su boca. Se consideraba que los dalits (parias), no habían nacido del Purusha.
Según la escuela samkhia, para que el ser humano encuentre su verdadero yo, el Purusha (el varón, la conciencia pura) tiene que ser puesto en contraste con la prakriti (lo femenino, la materia) que contiene los órganos, los sentidos y el intelecto.
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