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Palacio arzobispal de Sevilla



El palacio arzobispal de Sevilla es la residencia oficial del arzobispo titular de la Archidiócesis de Sevilla (España), correspondiendo este cargo desde el año 2009 a Juan José Asenjo Pelegrina. Fue declarado Monumento Histórico Artístico en el año 1969.

Se encuentra en la plaza Virgen de los Reyes, donde está también la Giralda y una parte de la fachada de la catedral. Junto a la Giralda, en la misma plaza, se encuentra la Puerta de Palos de la Catedral, que es el lugar por donde salen las cofradías durante las procesiones de Semana Santa, por encontrarse en el recorrido oficial denominado carrera oficial. La plaza da acceso también a la calle Mateos Gago, uno de los principales accesos al barrio Santa Cruz.

Después de la reconquista de Sevilla en 1248 por el santificado rey Fernando III de Castilla, son cedidas unas casas en 1251 por el mismo rey a Raimundo de Losana, obispo de Segovia, para que se estableciese en la ciudad. Estas casas estaban edificadas sobre construcciones almohades que a su vez estaban construidas sobre un conjunto termal de la época romana, hallados a un nivel más profundo.

Del palacio mandado levantar para don Raimundo, que fue el primer obispo de Sevilla después de la reconquista, no queda prácticamente resto alguno.

A lo largo de los siglos se fue ampliando hasta que a mediados de siglo XVI una de las reformas lo deja con la estructura que se puede ver en el presente, alrededor de dos patios de estilo manierista que es lo primero que percibe el visitante del monumento. Tiene una extensión de 6.700 m² ocupando casi toda una manzana.

La portada, de estilo barroco, obra de Lorenzo Fernández de Iglesias y Diego Antonio Díaz, fue construida en el XVIII, está considerada una de las mejores del barroco sevillano, cabe destacar los colores albero y sangre de toro con que está decorada, colores que acompañan a otros edificios emblemáticos de la ciudad.[1]

En las últimas décadas del siglo XVIII, el entonces arzobispo, Alonso Marcos de Llanes Argüelles, dotó y abrió la biblioteca del palacio. Además, realizó varios encargos al pintor José Suárez para la decoración del palacio, y también para el palacio arzobispal de Umbrete, utilizado por los arzobispos como residencia estival.[2]​ Durante la guerra de la Independencia, fue utilizado como sede de la comandancia general del ejército francés y residencia del mariscal Soult y sus oficiales. Años después fueron los duques de Montpensier que estaban recién llegados a la ciudad, los que ocuparon sus estancias como vivienda ocasional mientras se realizaban obras en el palacio de San Telmo.

Nada más cruzar el umbral de la portada lo primero que se puede observar son dos patios de estilo manierista construidos entre los siglos XVII y XVIII, el segundo posee una fuente del siglo XVI, detrás de este patio se encuentran las dependencias del Archivo General del Arzobispado y la biblioteca, que conserva toda la documentación eclesiástica de la archidiócesis hispalense, datando los más antiguos del siglo XIV, los fondos de este archivo está siendo reordenados y clasificados desde el año 1972 bajo la supervisión de la Institución Colombina habiéndose catalogados aproximadamente más de 13 000 legajos, unos 300 pergaminos y cerca de 800 libros llegando a ocupar más de 2.500 metros lineales.

Cabe destacar su escalera central, de un solo tiro y tres tramos, una auténtica obra de arte que data de la segunda mitad del siglo XVII, diseñada por fray Manuel Ramos, realizada con mármoles de colores y decorada con pinturas murales atribuidas a Juan de Espinal.

También son admirables el salón principal con su techo pintado al fresco con setentas lienzos exaltando a la iglesia católica, y el resto de salones.

Además posee una importante colección de pinturas y esculturas del barroco sevillano, repartida por el palacio, superada únicamente en Sevilla por el Museo de Bellas Artes y la catedral, convirtiéndose en la tercera pinacoteca de la ciudad. Entre sus pinturas se pueden ver obras de Francisco Herrera el Viejo, Francisco Pacheco, Zurbarán, Murillo, Juan de Zamora y Juan de Espinal. A esto hay que añadir colecciones procedentes de las escuelas italiana y holandesa, también de estilo barroco.

Estos fondos pictóricos fueron catalogados en 1979 por Valdivieso y Serrera determinando que existen 296 pinturas, conteniendo obras que datan de los siglos XVI al XX, aunque la mayoría de ellos están datados entre los siglos XVII al XVIII.

El palacio posee en su patio interior en la fachada oeste una ventana ficticia o falsa con su correspondiente reja, simulando una ventana real, por razones desconocidas.

Su cercanía con la catedral hizo posible que antiguamente se comunicaran ambos edificios por pasajes o pasillos balconados.



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