Un palmo de narices, con dos palmos de narices o por dos palmos de narices son expresiones populares que en la lengua castellana tienen un significado de frustración, chasco o desaire, expresada en frases como "se fue y me dejó con un palmo de narices" (o sea 'plantado', compuesto y sin novia, o en suma, sin 'conseguir el objetivo que pretendía').DRAE, como locución verbal coloquial, se explica que "dejar a alguien con 'tantas' narices..." viene a expresarse con la construcción "dejar con un palmo de narices".
En elPuede usarse, según contextos, como sinónimo de haber sido burlado, e incluso como evocación física de una medida de longitud; así, los palmos se pueden multiplicar, llegando a encontrarse construcciones lingüísticas con varios palmos: "estuve a tres palmos de narices" o "no lo consiguió por varios palmos de narices", etc.
Este sentido de haber sido burlado o decepcionado se ha asociado -en algún caso- al gesto físico de burla que consiste en extender la palma de la mano ante la nariz tocándola con la punta del pulgar.Pompeya, cuyos niños, según Alfred Delvau, ya conocían este gesto.
De uso común en muchos países, su origen ha sido rastreado en iconografía tan antigua como la de la ciudad deDe entre los abundantes y variopintos ejemplos que la literatura ofrece del uso de esta expresión, puede escogerse este párrafo de Galdós, en su novela del ciclo fantástico El caballero encantado:
Y para dar certeza de su uso a uno y otro lado del Atlántico, puede valer esta escena encontrada en un cuento del mexicano Alfonso Reyes:
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