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Papiro Westcar



El Papiro Westcar (Papiro de Berlín 3033) es un texto egipcio, escrito en papiro, con un conjunto de cuentos mágicos. Fue adquirido en 1825 por el aventurero británico Henry Westcar y desde 1866 conservado en museos. Actualmente está en el Museo Egipcio de Berlín. El documento mide 169 cm de longitud y unos 33 cm de altura.

Los cuentos se originaron probablemente durante la dinastía XII, por el tipo de composición, y es considerado el relato conocido más antiguo de magia. Los acontecimientos se sitúan en el Imperio Antiguo pero el papiro está escrito en tiempos de los hicsos, entre 1650 a. C. y 1540 a. C.

Cada uno de estos relatos está narrado en la corte del faraón Jufu (Keops), por sus hijos.

La primera historia, contada por un hijo desconocido de Jufu (tal vez Dyedefra), casi toda se ha perdido a excepción del final. Al parecer, el texto detallaba un milagro realizado por un sacerdote del periodo del rey Dyeser (Zoser), que posiblemente sea el famoso Imhotep.

La segunda historia, contada por Jafra (Kefrén), se desarrolla durante el reinado de uno de los antecesores de Jufu. El sacerdote jefe del rey Nebka descubre que su esposa tiene un amorío con un pueblerino de Menfis, y crea un cocodrilo de cera. Al saber que su esposa se irá a encontrar con su amante, hechiza la figurilla para que cobre vida al entrar en contacto con el agua y le pide a su guardia que la tire en el agua por la que el pueblerino pase y mantenga la identidad del sacerdote encubierta. Al atrapar al pueblerino, el cocodrilo lo lleva al fondo del lago, donde lo mantiene por siete días, mientras el sacerdote distrae al Faraón que está de visita. Cuando Nebka sabe de la historia, le pide al cocodrilo que vuelva a subir, le ofrece quedarse con lo que le pertenece (el cocodrilo se come al pueblerino), después llaman a la esposa adultera, la queman y la tiran al río.

La tercera historia, contada por otro hijo llamado Baufra (Baefra), se desarrolla durante el reinado de su abuelo, Seneferu. El rey está aburrido y su sacerdote jefe le aconseja reunir a veinte jóvenes vírgenes para navegar con ellas por el lago del palacio. Seneferu ordena hacer veinte hermosas remeras, y les da a las mujeres redes para que se las pongan como si fueran velas. Pero una de las mujeres pierde un amuleto: un pez de turquesa, tan querido para ella que ni siquiera acepta un sustituto del tesoro real, y hasta que no se lo devuelvan ni ella ni las demás chicas seguirán adelante. El rey lamenta esto, y el sacerdote jefe separa las aguas para recuperar el amuleto. Una vez recuperado, vuelve a dejar las aguas como estaban.

La cuarta historia, contada por Hardedef, trata de un milagro en el reinado de Jufu. Un pueblerino llamado Dyedi al parecer tiene el poder de unir una cabeza al cuerpo de un animal decapitado, doma a un león salvaje, y sabe el número de habitaciones secretas en el santuario de Tot. Jufu, intrigado, manda a su hijo traer a este sabio, y a la llegada de Dyedi a la corte ordena un ganso, un ave acuática y un buey decapitados. Dyedi une todas las cabezas con sus respectivos cuerpos. Jufu luego le pregunta cómo sabe lo del santuario de Tot, y Dyedi responde que no conoce el número de habitaciones, sino que sabe donde están. Cuando Jufu le pregunta donde están y cómo lo sabe, Dyedi responde que quien puede darle acceso a Jufu no es él, sino el primero de los tres futuros reyes en el vientre de la mujer llamada Redydedet. Esta es una profecía que detalla los inicios de la Quinta dinastía, que comienza con Userkaf.

La última historia –incompleta– rompe el formato anterior y se centra en los partos de los tres hijos de Redydedet. Hasta que llegue el día del nacimiento de los niños, Ra ordena a los dioses Isis, Neftis, Mesjenet, Heket y Jnum ayudarla. Se disfrazan de músicos y rápidamente van a la casa de Redydedet a ayudarla con su difícil parto. Los tres niños nacen, cada uno es descrito como fuerte y sano, con brazos y piernas cubiertas de oro –la carne de los dioses– y tocados de lapislázuli. Mesjenet profetizó que gobernarían por turno, y los dioses se fueron, no sin antes dejar un saco de trigo en el que escondieron tres coronas. Redydedet estaba feliz con estas noticias y, después de asearse, comparte su alegría a su marido, y le ordena a su sirvienta traer los materiales para hacer cerveza con el contenido del saco dejado por los dioses.

La sirvienta escucha la música de los festejos cuando entra a la bodega, encuentra y trae el saco que contenía las tres coronas. Después tiene una discusión con su patrona y recibe una paliza, huye y jura contarle al rey Jufu lo que ha sucedido, pero en el camino se encuentra con su hermano y le cuenta la historia. Disgustado, él le pega y la manda corriendo hacia la ribera donde un cocodrilo la atrapa. Luego, el hermano va a ver a Redydedet, quien llora por haber perdido a la muchacha. El hermano comienza a confesarle lo sucedido.

Pero en esta parte el papiro está roto y el resto de la historia se ha perdido.[1]



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