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Parálisis del sueño



La parálisis del sueño es una incapacidad transitoria para dormir o realizar cualquier tipo de movimiento voluntario que tiene lugar durante el periodo de transición entre el estado de sueño y el de vigilia.[1]​ Puede ocurrir en el momento de comenzar a dormir o en el de despertarse y suele acompañarse de una sensación de gran angustia.[2][3][4][5]​ Su duración suele ser corta, generalmente entre uno y tres minutos, tras los cuales la parálisis cede espontáneamente. Durante el episodio, la persona está totalmente consciente, con capacidad auditiva y táctil, pero es incapaz de moverse o hablar, lo que puede provocar gran ansiedad. Sin embargo, no existe peligro alguno para la vida, pues los músculos respiratorios siguen funcionando automáticamente.[6]​ Este trastorno está recogido en la clasificación internacional de los trastornos del sueño dentro del grupo de las parasomnias. Está causado por una disociación entre los mecanismos que provocan la relajación muscular en el sueño de movimientos oculares rápidos (sueño MOR) y aquellos que mantienen el estado de alerta.

Se considera que ocurre por lo menos una vez en la vida a un porcentaje muy alto de la población: entre el 50 % y el 60 % según los diferentes estudios que se han realizado.[6]​ Aparece de forma repetida en el mismo individuo en el 3-6% de las personas.[7]

Se han descrito varios factores que pueden asociarse a parálisis del sueño, entre ellos los horarios irregulares, por ejemplo por trabajos nocturnos, síndrome del cambio rápido de zona horaria (jet lag), privación de sueño y la postura de dormir boca arriba. La teoría más aceptada para explicar el fenómeno es que se produce una disociación entre los mecanismos que provocan la relajación muscular en el sueño de movimientos oculares rápidos (sueño MOR) y aquellos que mantienen el estado de alerta, por lo que el individuo se despierta pero permanece en el estado de relajación total característico del sueño MOR.[8]

Si la parálisis del sueño se produce en la fase de adormecimiento, se denomina forma predormicional o hipnagógica, y si tiene lugar al despertar, es la forma posdormicional o hipnopómpica.[11][12]​ La mayor parte de las personas afectadas presentan únicamente episodios aislados a lo largo de su vida, sin embargo el trastorno puede tener lugar de forma repetida y asociarse a otros síntomas, como crisis de sueño a lo largo del día y pérdidas bruscas del tono muscular (cataplexia). En este caso, la parálisis del sueño es considerado uno de los síntomas de la enfermedad denominada narcolepsia.[6]

Se reconocen tres tipos: las formas aisladas, las asociadas a otra patología y las de tipo familiar.

Puede aparecer de manera aislada en individuos sanos. En estos puede asociarse a niveles altos de estrés y ansiedad, o a un sueño demasiado fragmentado y un horario irregular de descanso.[13]​ Los casos aislados ocurren más frecuentemente al levantarse, mientras que en la forma familiar y en la asociada a narcolepsia, la parálisis es más común al inicio del sueño[11]​ (forma hipnagógica).

La parálisis del sueño de tipo familiar sin que existan otros síntomas acompañantes como ataques de sueño o cataplexia es poco frecuente, con sólo unas pocas familias descritas en la literatura. Se produce cuando varios miembros de una familia sufren del mismo trastorno.

Puede estar asociada a otra patología, principalmente narcolepsia. Entre el 40 y el 50 % de las personas que sufren narcolepsia presentan episodios de parálisis del sueño.[6]

El diagnóstico se basa en la historia clínica y los síntomas del paciente. En determinados casos es útil realizar una polisomnografía. Este estudio médico consiste en monitorizar a lo largo de la noche diferentes variables biológicas del individuo, practicando oximetria, electrocardiograma, electromiograma del músculo tibial anterior y electrooculograma. Permite realizar una estadificación de las etapas del sueño y detectar si se producen parálisis del sueño y su duración.[14]

La parálisis del sueño debe distinguirse de otros procesos que pueden dar síntomas parecidos. Entre ellos los siguientes:[15]

La parálisis de los músculos voluntarios se asocia a un tipo especial de alucinaciones que reciben el nombre de alucinaciones hipnagógicas y pueden ser visuales, auditivas o táctiles. Se manifiestan viendo u oyendo objetos inexistentes o creyendo que una persona cercana se encuentra en las proximidades. Las alucinaciones hipnagógicas provoca en muchas ocasiones sensación de miedo o temor, especialmente cuando el sujeto experimenta el primer episodio. El fenómeno de angustia aumenta cuando el entorno cultural facilita explicaciones fantásticas, sobrenaturales o paranormales que no tienen ningún fundamento científico, son muy diversas en las diferentes partes del mundo y están influenciadas por la época y las tradiciones de cada región. De tal forma que en muchos países existen interpretaciones discordantes y supersticiosas para explicar el fenómeno.[6]​ A partir de los relatos de las experiencias de los encuestados se ha descrito la sensación de una presencia, la sensación de ser tocado en alguna parte del cuerpo, por ejemplo los brazos o las piernas, con sensación de dificultad para respirar, pensamientos de muerte y experiencias de movimiento ilusorio que incluyen sensaciones de movimiento inexistente, por ejemplo caer o flotar.[17]​ Las principales sensaciones son las siguientes:

El principal método de tratamiento es la adopción de unos hábitos de sueño adecuados, lo cual incluye acostarse y levantarse según un horario lo más regular posible, pasar en la cama el número de horas adecuado, evitar las siestas prolongadas durante el día y no acumular privación de sueño. Es muy importante informar a la persona afectada de la benignidad del fenómeno, los factores que predisponen a su aparición y la falta de relación con fantasmas o seres de ultratumba, pues estas creencias folclóricas aumentan la angustia del individuo afectado. No se han realizado ensayos clínicos con fármacos, pero en algunos casos se han utilizado los inhibidores de la recaptación de serotonina por su capacidad para suprimir la fase MOR del sueño.[8]

Para poder moverse, se recomienda relajarse y no perder la calma, ya que se trata de un proceso temporal, en el que en realidad no corremos ningún peligro. Dado que la respiración se produce automáticamente, la persona solo necesita percibir que está respirando con normalidad para entender que se encuentra en una fase temporal de parálisis del sueño. Puede ser útil intentar mover zonas del cuerpo lentamente, como las piernas, manos o brazos; también abrir los ojos. Tras vencer el episodio de parálisis, es conveniente levantarse de la cama y procurar estar despierto unos minutos, antes de volver a acostarse, para evitar que aparezca de nuevo el episodio.[21]

Otras terapias que se ha utilizado la terapia cognitivo-conductual y la meditación-relajación o terapia MR que se basa en cuatro pasos: revaluación del significado del ataque (revaluación cognitiva), distanciamiento psicológico y emocional, meditación interna focalizada en la atención y relajación muscular. Hay informes de casos preliminares apoyando este tratamiento que se apoya en teorías del neurólogo hindú S. Ramachandran.[2][22][3][5][4][23][24][25][1][26]

Desde el punto de vista mitológico, la parálisis de sueño es atribuida a diversos sucesos paranormales tales como:



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