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Parque del Capricho



El parque de El Capricho es un jardín de 14 hectáreas en forma de triángulo ubicado en el barrio de la Alameda de Osuna del distrito de Barajas, al noreste de la ciudad de Madrid, España. Se construyó por expreso deseo de la duquesa de Osuna que sufragó las obras y lo cuidó hasta su fallecimiento. En 1900 pasó a manos de Gustavo Bauer a quien heredaría Ignacio Bauer Landauer[1]​ hasta que en 1945 la Sociedad Inmobiliaria Alameda de Osuna adquirió el jardín. En 1974 pasó a cargo del ayuntamiento de Madrid.[2]​ Su edificio principal se halla en fase de rehabilitación para reabrir como museo en 2023.

En su diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar (Madrid, 1845-1850), Pascual Madoz lo menciona como «una de las posesiones más hermosas y magníficas que hay en España, y la única quizá que puede competir con los Reales Sitios».[3]
Constituye el único jardín del Romanticismo existente en Madrid.

María Josefa Pimentel, duquesa de Osuna (1752-1834), casada con el IX duque de Osuna, Pedro de Alcántara Téllez-Girón y Pacheco (1755-1807), fue una de las damas más importantes de la nobleza de la época y mecenas de artistas.

En 1783 la duquesa compró un terreno al conde de Priego que contenía «una huerta y una casa». Un año después, el jardinero de la corte francesa, Pablo Boutelou, le presentó un proyecto inicial para la casa y un jardín diseñado al estilo inglés y chino.
Entre 1785 y 1789 se llevó a cabo la primera fase de la obra: se remodeló el interior del antiguo caserón,[1]​ se construyó el jardín bajo —que se convertiría en el giardino italiano—, el templete y el estanque de los cisnes.
De 1790 a 1808, durante la segunda fase, se compraron más terrenos. Se construyeron algunos de los edificios (los caprichos): la ermita, el abejero, la casa de cañas y la casa de la vieja. Se creó el lago y el estanque de los patos, y se canalizó el manantial en una ría navegable que recorría el jardín. Además, se realizó una ampliación del edificio principal, que quedó convertido ya en palacio.

El matrimonio nunca vería totalmente concluido el jardín. El duque, fallecido en 1807, legó en su testamento la propiedad a su esposa, quien la mantuvo hasta que durante la ocupación francesa con la familia refugiada en Cádiz, se instaló en ella el general francés Augustin Daniel Belliard. A su vuelta en 1815, la duquesa continuó las obras e hizo construir el Casino de baile, hasta que a su muerte en 1834 la propiedad pasó a su nieto, Pedro Alcántara, quien encargó también a López Aguado hijo nuevas construcciones, entre ellas la exedra en la plaza de los Emperadores, dedicada a su abuela, y el puente de hierro. Cuando Pedro murió sin descendencia en 1844, el Capricho pasó a su hermano, Mariano Téllez-Girón,[4]​ quien lo mantuvo y celebró allí fiestas para la alta sociedad, incluida una en 1863 celebrada en honor de la reina Isabel II.[4]​ Sin embargo, a pesar de la gran fortuna del duque, los excesivos dispendios lo sumieron en enormes deudas, por lo que su viuda y heredera, la princesa María Leonor de Croy y Lowenstein, arrendó la finca al duque de Santoña hasta 1896. Fecha en la que, por orden del Tribunal Supremo, se tuvieron que subastar todos los bienes ducales para satisfacer los créditos y deudas contraídas por el duque. De esa forma, gran parte de las obras de arte y mobiliario de los palacios pasaron a manos de coleccionistas privados. En 1900, tras fracasar la venta al ayuntamiento de Madrid, El Capricho fue adquirido por Gustavo Bauer, representante en España de la banca Rothschild.[4]​ Su familia conservó la finca en buen estado hasta 1936.[4]
Durante la Guerra Civil, la finca fue requisada por los republicanos y se construyeron varios refugios antiaéreos subterráneos, donde se instaló el Estado Mayor del Ejército del Centro, mandado por el general Miaja, en lo que se llamó la posición Jaca. Diseminados por el jardín se pueden ver aún los respiraderos.[2]

Durante los años en que El Capricho estuvo en empresas privadas se fue deteriorando y se produjeron algunos expolios. En 1974 lo compró el ayuntamiento de Madrid, y de 1986 a 1992 la Escuela Taller Alameda de Osuna realizó trabajos de restauración, además de una completa investigación histórica y documental.[2]

En 2014 se repuso en la rotonda central del abejero una de las piezas artísticas más valiosas, la estatua de Venus obra de Juan Adán; si bien realmente es una réplica donada por la coleccionista Alicia Koplowitz que posee la obra original. [5]
También en 2014 se recuperaron el busto de la duquesa y las dos estatuas de mármol que, antes de la subasta de 1896, se encontraban en la exedra.[2]
El palacio se lleva reformando desde 2018 para su reapertura como museo o centro de interpretación en 2023.[6]​ La obras, que en un principio iban a finalizar en 2021, se paralizaron en 2019 durante unos meses, pues aparecieron daños no contemplados en el tejado.[7]

El diseño del jardín fue obra de tres jardineros paisajistas franceses. El proyecto inicial se debe a Pablo Boutelou, hijo de Esteban Boutelou que ya había participado junto a su padre en dos jardines reales: el Campo del Moro y la Granja de San Ildefonso, aunque al final tuvo que abandonar el trabajo para volver al servicio de los reyes. La duquesa entonces contrató a Jean-Baptiste Mulot y Pierre Provost con la condición de no realizar ningún otro trabajo en España.[8]

En el jardín se mezclan los estilos del paisajismo inglés, francés e italiano, reflejo de las influencias artísticas de sus diseñadores. Mientras que frente al palacio se crearon parterres formales al más clásico estilo del jardín francés, en el lado sur del palacio, en una zona más baja que el resto, se mantenía el jardín italiano —existente mucho antes de la compra de los duques, posiblemente desde el siglo XVI—, al estilo de los íntimos giardinos secretos de principios del Renacimiento italiano.[9]​ Sin embargo, la mayor parte se diseñó como un jardín inglés, caracterizado por un estilo más libre y natural en el que la vegetación no quedaba costreñida a la rígida formalidad de los jardines barrocos franceses. Se ambientó además con elementos románticos, entre los que no podía faltar el agua y los puentes, junto a los cuales se realizaron pabellones y construcciones dedicados al entretenimiento, para crear un ambiente de fantasía muy del gusto de la aristocracia de aquella época. Elementos más clásicos como templetes, columnas y estatuas con representaciones de seres mitológicos complementaban el paisaje.[10]

De la remodelación y ampliación de la antigua casa se ocuparon varios arquitectos españoles, como Mateo Guill, Manuel Machuca Vargas, Mateo de Medina o Antonio López Aguado. Artistas y escultores recrearon obras de la antigüedad clásica para ornamentar el palacio y el jardín, como el escultor italiano José Pagniucci o el español Juan Adán, autor de la Venus del Abejero. El pintor Francisco de Goya, amigo de la duquesa, también realizó cuadros y grabados para el palacio. Entre ellos, la serie llamada Asuntos de brujas, que decoraban la biblioteca.[11]

En el piso bajo había habitaciones para los criados y para invitados, además de cocina, salón de baile, comedor de gala, oratorio y el cuarto del capellán. En el primer piso estaban los aposentos de los duques y sus hijos. Y el último estaba dedicado a almacenes, desván y cuartos para el servicio.[4]​ Madoz, en su diccionario, describía las estancias de esta manera: «...la riqueza compite con el buen gusto... y la vista recorre con embeleso todos los adornos, muebles y colgaduras...».[3]

El decorador y tramoyista italiano Ángel María Tadey y Borghini se encargó de construir y decorar tres de los caprichos del parque:

Casa de la Vieja

Ermita

Fortín

Además de los caprichos, completan la ambientación del jardín plazas, fuentes, templetes, estatuas y columnas.

Exedra en la plaza de los Emperadores

Templete de Baco

El puente de hierro

Monumento al III duque de Osuna en la isla del lago

Las fuentes son otros de los elementos que adornan las plazas y los rincones del parque.
La fuente de los Delfines, llamada así por los cuatro delfines de su base, es una de las principales. Se comenzó a construir en 1795. La taza superior está rematada por tres ranas de bronce.[23]
La fuente octogonal, llamada "del collar de perlas" por la forma de caer el agua gota a gota, se encuentra en una pequeña plaza rodeada de parterres florales y bancos, antes de llegar a la Plaza de los Emperadores. En tiempos de la duquesa estaba situaba, junto a su pareja, en los patios interiores del palacio.[24]


Desde el año 2005 se vienen celebrando en la temporada primavera-verano-otoño, los fines de semana, conciertos, teatro, danza... en lo que se llama las «Tardes de Capricho».

Desde mayo de 2016 se puede visitar el búnker de la Posición Jaca, nombre en clave del Cuartel General del Ejército Republicano del Centro.[25]



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