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Patriarcado de Jerusalén



El patriarca de Jerusalén es uno de los cinco patriarcas de la Pentarquía. Este patriarcado es una de las sedes más prestigiosas de la cristiandad, debido al hecho de que a la Ciudad Santa, Jerusalén, se le considera la Iglesia madre de toda la cristiandad, por haber sido el escenario de los sucesos de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo.

En la Era Apostólica la Iglesia cristiana se organizó como un número indefinido de Iglesias locales que en los primeros años consideraron a Jerusalén como su principal centro y punto de referencia. Santiago el Justo, quien fue martirizado alrededor del año 62, es descrito como el primer obispo de Jerusalén. Las persecuciones romanas que siguieron a las revueltas judías contra Roma en los siglos I y II posteriores también afectaron a la comunidad cristiana de la ciudad, y llevaron a Jerusalén a ser eclipsada en importancia por otras sedes, particularmente las de Constantinopla, Antioquía, Alejandría y Roma. Jerusalén fue un simple obispado griego dependiente de la sede de Cesarea Marítima, que arrancó a partir del año 132, cuando se estableció una comunidad cristiana gentil en la nueva ciudad fundada por el emperador romano Adriano, con el nombre de Aelia Capitolina. El aumento de peregrinos durante y después del reinado de Constantino el Grande mejoró la situación de la sede de Jerusalén y en 325 el Concilio de Nicea I le otorgó un honor especial, sin modificar su estatus de sede sufragánea de Cesarea.[1][2]

Jerusalén continuó siendo un obispado hasta que en 451 el Concilio de Calcedonia le otorgó la independencia respecto de Cesarea y de Antioquía y de cualquier otro obispo de mayor rango, lo que ahora se conoce como autocefalía. En la séptima sesión del concilio el Decreto sobre la jurisdicción de Jerusalén y Antioquía estableció:

Esto llevó a Jerusalén a convertirse en patriarcado cuando el título de patriarca se oficializó siglos después. Su jurisdicción se extendió sobre las 3 provincias romanas de Palestina.[3][4]

El rey persa Cosroes II ocupó Jerusalén en 614 y tomó prisionero al patriarca Zacarías y se llevó la Vera Cruz y la puso bajo los pies de su trono, como símbolo de su desprecio a la religión de los cristianos. El emperador bizantino Heraclio venció a los persas en 628, recuperó la cruz y en una ceremonia celebrada el 14 de septiembre de ese año, la regresó a Jerusalén.

En 637, después de un largo asedio a Jerusalén, el patriarca Sofronio entregó la ciudad al califa Úmar ibn al-Jattab, pero por un pacto se le reconoció los derechos de los cristianos a ser protegidos. Sin embargo, los cristianos sufrieron muchas persecuciones. Los santuarios cristianos fueron saqueados y desfigurados repetidamente por los sucesores de Úmar. El califa fatimí Huséin al-Hákim bi-Amrillah ordenó la destrucción de la Iglesia del Santo Sepulcro. En el siglo XI, el califa Ali az-Zahir, en virtud de un tratado con Bizancio, permitió la reconstrucción de los santuarios.

En 638, cuando murió el patriarca de Sofronio I, los árabes musulmanes no permitieron la elección de un nuevo patriarca hasta 692. Entonces la Iglesia apostólica armenia comenzó a nombrar a sus propios obispos para las necesidades de sus propios fieles, iniciando la serie de patriarcas armenios de Jerusalén.

Durante las controversias cristológicas de los siglos V y VI, se mantuvo fiel a la ortodoxia de Calcedonia y se alineó a la sede de Constantinopla durante el cisma de 1054, que separó a la Iglesia ortodoxa, por un lado, de la Iglesia católica, por el otro.

En 1099 los cruzados capturaron Jerusalén y establecieron el Reino de Jerusalén y una jerarquía latina bajo un patriarca latino, expulsando al patriarca ortodoxo. El patriarca latino residió en Jerusalén desde 1099 hasta 1187, mientras que los patriarcas griegos continuaron siendo nombrados, pero residieron en Constantinopla. En 1187 los cruzados se vieron obligados a huir de Jerusalén, y el patriarca ortodoxo regresó a la ciudad. La Iglesia católica continuó nombrando patriarcas latinos, aunque el titular de la sede residió en Roma hasta 1847, cuando las autoridades otomanas les permitieron regresar a Oriente Medio.

El patriarcado de Jerusalén está actualmente dividido entre 4 patriarcas que residen en la ciudad y un patriarca titular:



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