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Paulina Cabrero y Martínez



¿Qué día cumple años Paulina Cabrero y Martínez?

Paulina Cabrero y Martínez cumple los años el 18 de febrero.


¿Qué día nació Paulina Cabrero y Martínez?

Paulina Cabrero y Martínez nació el día 18 de febrero de 898.


¿Cuántos años tiene Paulina Cabrero y Martínez?

La edad actual es 1126 años. Paulina Cabrero y Martínez cumplió 1126 años el 18 de febrero de este año.


¿De qué signo es Paulina Cabrero y Martínez?

Paulina Cabrero y Martínez es del signo de Acuario.


Paulina Cabrero y Martínez (1822- vivía en 1898) fue una compositora y cantante española y madrileña que disfrutó de gran fama en los salones privados y soirées musicales de la España isabelina. Reseñada como una autora joven e inspiradora por sus canciones brillantes y originales y la armonía y novedad de sus acompañamientos ,[2]​ resulta ser además la primera mujer en componer y publicar una colección de piezas para voz y piano en España por su conjunto de canciones Primeras inspiraciones musicales, editadas en La Iberia Musical (nº 27) en el 1942.

Recibe sus primeras cláses de música de su madre. Después estudia con José Cruz y posteriormente con Mariano Rodríguez de Ledesma. Empieza a actuar a los siete años y a los treze escribe su primera romanza: Temores de la inocencia. Después de ser nombrada socia de mérito del Liceo madrileño empieza a estudiar con Saldoni, época en la que compone y publica su Himno a S.M. la Reina Gobernadora y sus excelsas hijas, con texto de Larrañaga para coro a cuatro voces y acompañamiendo de piano.

En 1840 realizó un viaje con su padre a París donde recibió lecciones de canto de Giulio Marco Bordogni (1789-1856) y conoció las soirées parisinas. En su retorno a Madrid compone la colección Primeras Inspiraciones musicales (1842) que marcan el inicio de su carrera como compositora. Por aquel tiempo el salón de su padre, Pablo Cabrero, era uno de los más cotizados de Madrid. Allí estrenó su hija sus primeras composiciones y a menudo Paulina también cantaba y tocaba en los conciertos que organizaba Espín y Guillén.

Con este primer ciclo de canciones publicado por Lodre en 1842 que fue al parecer la primera obra musical editada en España escrita por una mujer, gana notable popularidad.[4]Las Inspiraciones musicales y la melodía La tumba de mi madre se estrenan en un concierto privado celebrado en casa de su padre, cuya reseña se publicó en La Iberia Musical (nº18,1-V-1842) donde Soriano no escatimó elogios para aquella compositora aficionada.[5]​ No era una opinión aislada, ya que las críticas aparecidas en El anfitrión Matritense (n.º 2, 13-I-1843) también son muy favorables. Otra reseña crítica de la colección se publicó en el Seminario Pintoresco Español:

Hemos visto el precioso álbum que, con el título de Primeras Inspiraciones Musicales, acaba de ofrecer al público la señorita Paulina Cabrero y Martínez, un de nuestras primeras notabilidades filarmónicas de salón […] La señorita Paulina, además del servicio que ha hecho con sus trabajos al arte filarmónico español, ha precisado de paso otro no menos importante a nuestro hermoso panorama, ha demostrado claramente (si ya no lo estuviera al alcance de todos los hombres pensadores) que el habla de Cervantes es tan propia y adecuada para el canto como la de Metastasio[6][7]

Tras el éxito de aquella obra publica la colección Ecos de Alegría, otro conjunto de canciones españolas con textos de Romero Larrañaga (Lodre,1843), álbum más homogéneo que el anterior. Muy buenas críticas despertaron también sus Villancicos de Navidad que publica también en el 1843:

Los Villancicos que se han ejecutado en la noche 24 de diciémbre último, del 1 y 6 de enero de 1843, son una hoja de laurel que de hoy más tiene que entreteger Paulina Cabrero à su corona artística. Paulina logra reunir una sociedad escogida de jóvenes artistas, que ensayados por ella misma ejecutan sus composiciones con una rara perfección.[8]

Dos años después, en 1844, Cabrero publica en La Iberia Musical la canción Los suspiros y empieza a componer una ópera, de la cual algunas partes son representadas en el palacio real ante la reina y Liszt, que la visitó al día siguiente con tal de escuchar más de sus composiciones. Al año siguiente, 1845, realiza un segundo viaje a París en el que conocerá a Gaetano Donizetti, Giaccomo Meyerbeer, Calli y Manuel Patricio García del que recibe lecciones de canto y a Londres donde sigue teniendo conciertos.[9]​ Después de casarse con el militar Mariano de Ahumada fija su residencia en Valladolid y abre un salón en el que se organizaban conciertos y soirées mientras prosigue componiendo y cantando.[9]​ En 1851 regresará a Madrid e inaugurará otra tertulia musical y quizás dedicada a las labores domésticas y sociales abandona la composición, lo que no queda totalmente claro.Ignoramos la fecha de su muerte.[10]​Compuso al menos 56 obras la mayoría de ellas canciones religiosas y líricas como constata Saldoni en su Diccionario biográfico-bibliográfico de efemérides de músicos:[11]

Si en 1866 había escrito la señora de Ahumada cincuenta y seis obras, calcúlese cuántas más no habrá compuesto hasta hoy día, Enero de 1880, que han pasado ya catorce años, y constándonos además que sigue escribiendo con tanto entusiasmo y pasión como en los primeros años de sus estudios. ¡Bravo! ¡Bien por la entusiasta filarmónica!

Todavía vivía en 1898, cuando era viuda y heredia del general D. Mariano de Ahumada y continuaba litigio iniciado por su difunto esposo contra D. Toribio Tomás Caballero.[12]

Destacan Primeras inspiraciones Musicales. Estas constituyen un surtido variado de piezas líricas en diferentes idiomas y estilos que recuerdan a las canciones (soirées) de Donizetti.Están formadas por 7 obras vocales y una para coro:

Fueron también fueron populares sus Ecos de alegría, conjunto de canciones de corte más homogéneo que incluye seis obras: El gusto de la variación, El médico amor, La tentación, La jardinera, El fuego sin fuegos y La hermosa desdeñada. Todas son de estilo belliniano puro. Están predecedidas por pequeños preludios y un acompañamiento que sirve exclusivamente al sostenimiento de la melodía en sintonía con el bel canto italiano y en ellas podemos encontrar armonizaciones por terceras, abundantes apoyaturas, saltos de octava, séptima y novena y empleo expresivo de los acordes de séptima y novena disminuida y de los cromatismos.

Como viene a definir Emilio Casares en ninguna de las canciones hay intención de añadir ningún elemento hispano ni de influencia popular. Las obras son significativas como ejemplo del momento cumbre de la influencia de Bellini que Cabrero debía de recoger del ambiente y de su oficio de intérprete operística:[15]

No obstante siguen estando salpicadas de figuraciones rítmicas y modulaciones de sabor españolizante. Paulina elabora siempre delicadas melodías de corte estrófico, adecuadas a las poesías de Larrañaga,[16]​en las que en algunas ocasiones se puede percibir la influencia de la música de danza y la presencia del ritmo de seguidilla en El gusto en la variación, La Jardinera o El Médico amor, así como evocaciones ocasionales de la gamma andaluza como en La tentación, La hermosa desdeñada, El fuego sin fuego o La jardinera:[17]

No solo en estas comoposiciones si no en todo su obra, llama la atención la colaboración estrecha con el poeta romántico Gregorio Romero Larrañaga (1814-1872). Se han localizado una veintena de canciones con versos de este romántico , asiduo del Parnasillo y director del periódico La Mariposa, considerado por la crítica literaria como un poeta de segunda fila. Sin embargo, el Seminario Pintoresco Español le señalaba como uno de los poetas de moda en el Madrid romántico, de la misma talla que Zorrilla, Gil y Carrasco, Bermúdez de Casto o Campoamor.[18]

Estos son algunos de los versos de Larrañaga que fueron musicalizados por Paulina Cabrero en Temores de la inocencia (Primeras inspiraciones musicales) y La hermosa desdeñada (Ecos de Alegría):

para temer la falsía

que el mundo en sus tratos cría

y su torpe adulación.

Ya sé que el lloro es la herencia

que a la mujer le ha quedado

¡y soy mujer! Padre amado

guarda tu mi corazón.

¿Ves esa nube lluviosa

que fecundiza la tierra?

También en su seno encierra

el rayo de destrucción.

.

Si da su jugo a las platas

¿por qué las abrasa luego?

Guarda, mi Padre, te ruego,

guarda tu mi corazón.

me retrata encantadora,

el arroyo cristalino

pinta mi rostro divino.

Pero o mienten todos ellos,

o mis ojos no son bellos

o los hombres ciegos son.

Pues ninguno, aunque embustero,

''por esos ojos me muero''

me ha dicho con pasión.

Las aves en sus murmullos

me requiebran con arrullos;

de las brisas los rumores

me fingen dulces amores

mas ¡qué importa que me alaben!

si entre todas nunca saben

arrullarme el corazón;

Y ningún hombre me engaña

''tu eres la perla de España''

diciendo por compasión.

Los ritmos pegadizos, la uniformidad, la inocencia, el sentimentalismo dulzón, la melancolía, la ternura lánguida quizás empalagosa, la voluptuosidad en el dolor, el impudor subjetivo, el patetismo y la hermosura triste que rezuman son un producto de esa ola de romanticismo europeizante o afrancesado que invadió la lírica española en los años de las regencias. Este tipo de poesía se acomoda a la perfección al estilo de la compositora, de forma que la obra lírica de Paulina bien podría calificarse como un claro exponente de una melodía romántica, tanto por la poesía a la que acude como por las referencias belcantistas y francesas que se perciben en ellas.[19]



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