Pedro Ortiz Cabanillas cumple los años el 31 de julio.
Pedro Ortiz Cabanillas nació el día 31 de julio de 1933.
La edad actual es 91 años. Pedro Ortiz Cabanillas cumplió 91 años el 31 de julio de este año.
Pedro Ortiz Cabanillas es del signo de Leo.
Pedro Ortiz Cabanillas (Celendín, 31 de julio de 1933 – Lima, 21 de marzo de 2011). Médico neurólogo, neurocientífico social y psicólogo peruano. Desarrolló la Teoría Informacional de la Personalidad, en la que reformula varios conceptos de las teorías psicológicas: La conciencia, la personalidad, el lenguaje y el habla personal. Su trabajo redefine, basado en el materialismo dialéctico, la teoría de la información y la teoría de sistemas, sobre la base de la cual formula su teoría de la personalidad.
Su padre, docente de profesión y director de un colegio cajamarquino, falleció cuando Pedro tenía 4 años. Prácticamente no lo conoció. Poco después, su madre, por razones económicas obvias derivadas de su viudez, hubo de viajar a Lima para regentar un colegio y así aliviar la presión del presupuesto familiar. El único hermano de Pedro, aún muy pequeño, fue el obligado compañero de viaje de la madre. En consecuencia, Pedro debió permanecer en Celendín.
La figura materna fue reemplazada por su tía paterna soltera, Sebastiana, y la paterna por varias imágenes positivas, entre ellas, por su abuelo paterno, don Pedro Ortiz Montoya, quien había fundado la primera escuela de provincia (aún antes que lo hiciera el Estado), a la cual denominó "El Liceo del Progreso". Actualmente, en homenaje a su destacada trayectoria en la educación regional, el instituto superior tecnológico público de Celendín lleva su nombre. El abuelo al fallecer, dejó en casa una herencia intelectual que mantenía vigente su presencia: una pequeña biblioteca en la cual destacaban libros de Física, Química, Matemáticas, los primeros amigos de Pedro. Esto lo identificaría mucho con su abuelo en quien vería un orientador, protector y silencioso.
Más adelante, su tío Francisco, alumno del abuelo, se convirtió en figura real de protección y en verdadero mecenas. No solo le enviaba libros actualizados desde lima sino que, con las mejores intenciones, le ofreció pagarle los estudios universitarios cuando llegara el momento. Tal circunstancia nunca cristalizó pues el generoso tío falleció. Mientras tanto los libros bien utilizados como armamento pesado, servían para que Pedro derrotara a sus ocasionales competidores por el primer puesto escolar aparte de proporcionarle uno de sus placeres favoritos de adolescente: "plantear preguntas difíciles a los profesores para ponerlos en apuros".
En el curso de esos años infantiles, el colegio constituyó para Pedro, el espacio por antonomasia de la amistad y el compañerismo. Allí encontró otra figura orientadora, al profesor Don Eusebio Horna Torres, quién, aparte de enseñar matemáticas con didáctica de excelencia, constituía paradigma viviente de cómo ayudarse a sí mismo para triunfar. De extracción humilde, se había ganado la vida como policía. Con esfuerzo y gran perseverancia, logró ingresar a la Universidad Católica, para, después, fiel a su terruño, volver a Cajamarca a enseñar a los chicos de su región. Tal profesor, no solo despertó el cariño y respeto de Pedro, sino que le enseñó, lo que podría considerarse como un modelo educativo integral para ciertas regiones del país. Educar más allá de los linderos del colegio y conectar al estudiante, desde temprano, con su propia realidad socio-económica, cultural y ecológica. El Profesor Horna aplicaba técnicas innovadoras. Los alumnos, guiados por él, cultivaban, en un terreno aledaño, diversos vegetales que luego vendían en un mercado local. Organizó, además, una tienda escolar, cuyas ganancias contribuían al desarrollo del Colegio y de otras obras de bien social. Publicaban un periódico que hacían circular por el pueblo incentivando a la población a tomar conciencia de los problemas comunitarios. Y, finalmente, demostraban su compromiso comunal dando conferencias de divulgación en diferentes distritos, en una suerte de campaña educativa rural.
Terminada su secundaria, Pedro decidió ingresar a la universidad de Trujillo. Seguiría Ciencias. Había elegido Física como su futura carrera. Creyó él que su destino estaba ya trazado; sin embargo, no fue así. El mismo día en que debía matricularse, esperando en la fila de alumnos su turno para hacerlo, se encontró circunstancialmente con un tío al que hacía un buen tiempo no veía. En un breve diálogo, Pedro le explicó su elección. El tío le preguntó con ingenua sencillez ¿Y de qué viven los físicos en el Perú?……… Pedro se matriculó en Medicina.
Ya en Lima, en la Facultad de San Fernando, Pedro se entusiasmó prontamente con una especialidad a la cual dedicaba, en su escaso tiempo libre, todas las lecturas que podía. Justo cuando pensó estar decidido a seguirla, el destino volvió a darle otro empujoncito desviándolo de su propósito original: un profesor amigo le comentó que estaban buscando un Jefe de Prácticas para el curso de Neuroanatomía, puerta de ingreso ineludible para la especialidad de Neurología.
Pedro se hizo neurólogo. Es decir, llegó así a la carrera que mejor sustento científico ofrece a su actual trabajo intelectual y que le ha permitido, llegando a las Neurociencias, elaborar una teoría sociobiológica del hombre, que de otra manera, quizá no le hubiera sido posible.
Hizo sus estudios en la Universidad Nacional de Trujillo (1953), en la Universidad Mayor de San Marcos (1960), y en la Universidad de Newcastle upon Tyne, Inglaterra (1970). Sus títulos: Bachiller en Medicina UNMSM (1959), médico Cirujano UNMSM (1960), especialista en Neurología, UNMSM (1975).
Miembro de la Sociedad Peruana de Neurología, antigua Sociedad Peruana de Psiquiatría, Neurología y Neurocirugía; Sociedad Peruana de EEG y Neurocirugía Clínica; Sociedad de Neurocirugía de Cuba.
Fue profesor principal de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; Profesor Principal de Medicina Interna en la Facultad de Medicina - UNMSM; Profesor Principal de Neuropsicología UNMSM; Presidente del Comité de Especialización en Neurología, Unidad de Post Grado, Facultad de Medicina -UNMSM; Decano del Colegio Médico del Perú (1990 – 1992). Participó en numerosos Congresos Médicos de su especialidad en el país y el extranjero.
El 12 de noviembre de 2002, con Pedro y otros profesores sanmarquinos (*) fundamos el Instituto de Ética en Salud de la Facultad de Medicina de la UNMSM.
El objetivo principal era investigar los problemas éticos, tarea compleja, que enfrentaba el reto de convertir el problema metafísico en problema científico. Kerlinger considera tal pretensión como imposible, por la imposibilidad de objetivar y, aún menos, mensurar las variables del fenómeno ético (1). Creativamente, el Instituto postuló que los problemas morales no surgen en abstracto sino que se expresan en conductas humanas. La conducta humana, como tal, sí es pasible de ser estudiada como problema científico. Sobre este planteamiento básico, los miembros del instituto han realizado investigaciones y vienen investigando en el campo de la ética social, institucional e individual.
Para Pedro, su primer presidente, el Instituto fue arena de actividad académica y de polémicas éticas, filosóficas y metodológicas, así como simiente de amistad y compañerismo laboral.
Uno de sus aportes fue generar el Acta de Compromiso Moral para los docentes, discentes y administrativos de la Facultad de Medicina que, a diferencia de otros códigos deontológicos en que el compromiso del firmante es con instituciones, autoridades o deidades, en este, el compromiso es consigo mismo.
En marzo de 2010, Pedro acompañó a su señora, Luisa, a su consulta especializada. La médica -amiga y discípula- ordenó una batería de análisis sanguíneos, entre ellos, la determinación de marcadores biológicos oncológicos. Medio en broma, medio en serio, solicitó si también pudieran hacérselos a él, como seguimiento a una prostatectomía ya ejecutada. Así lo hicieron. Los análisis de su señora salieron normales mientras que los de Pedro fueron altamente positivos. No creyendo en los resultados, los confirmó en un laboratorio particular. Los títulos resultaron aún más elevados. La enfermedad lo golpeó justo en el momento en que su teoría salía del ámbito nacional. Había sido invitado a Paraguay para exponerla y hubo de cancelar su viaje. Comienza, entonces, la peregrinación por diversos consultorios y especialistas y es sujeto de exámenes cada vez más sofisticados. Una tomografía computarizada helicoidal, una biopsia y una gammagrafía ósea confirman el temido diagnóstico a nivel pulmonar, en Grado IV, con expansión metastásica. Repetidos ingresos al hospital Rebagliati no pueden vencer la enfermedad.
Es justo destacar aquí, la excelente atención que Pedro recibiera de todo el personal hospitalario: autoridades, médicos, enfermeras, auxiliares y otros profesionales de la salud. Y más justo aún, relevar la altísima calidad científica y humana de sus dos médicos de cabecera, los Drs. Nahun Tamayo, internista, y Gabriela Ferrel, oncóloga.
A pesar de la gravedad de la situación, Pedro no pierde su buen humor y atiende con cordial trato a los innumerables amigos y discípulos que continuamente lo visitan. Soporta los efectos de la quimio y radioterapia, y el dolor físico del proceso, con valentía y ejemplar estoicismo. Hasta los últimos momentos en que su lúcida mente lo acompañara, su obsesión es escribir, plasmar sus conocimientos y las verdades que había descubierto en enseñanza permanente, su sublime obsesión por dar.
Los últimos meses, y particularmente días, su mayor sufrimiento no es somático sino espiritual, no poder terminar su obra y los libros que tenía en mente.
Penosamente, una complicación neurológica termina por incapacitarlo, pero aun así persiste en el intento con ayuda de un Residente; pero, la enfermedad ya no se lo permite. Metástasis cerebrales causan síntomas neurológicos, aunque sin comprometer el sensorio ni las altas funciones intelectuales; el dolor se va pronunciando. Finalmente, es inevitable sedarlo a nivel de inconsciencia, para evitarle mayor sufrimiento. Pedro fallece el 21 de marzo de 2011, en el hospital Edgardo Rebagliati, rodeado del cariño de su esposa Luisa, tres hijos, Rosa, Pepe y Cecilia, su hermano Lolo y sus 5 nietos.
En sus exequias le tributan diferentes homenajes, entre ellos, uno organizado por el Colegio Médico. En este, el actual Director del Instituto de Ética en Salud, Dr. Salomón Zavala Sarrio, compendia su discurso: “Ha muerto un HOMBRE………en esencia, un hombre BUENO……”. Innumerables instituciones, alumnos, colegas, amigos y familiares le rinden sentido homenaje.
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El Doctor Pedro Ortiz ha recibido múltiples distinciones por su labor profesional, humanística y científica:
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