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Perfilación criminal



La perfilación criminal es una técnica de investigación criminológica derivada del análisis que se realiza a los diferentes patrones conductuales en los agresores conocidos, para con ello definir y crear tipologías (perfilación criminal inductiva) y así auxiliar en la resolución de crímenes en los casos donde se desconoce al responsable, a partir de los indicios físicos y psicológicos encontrados en la escena del crimen (perfilación criminal deductiva).[3][4]

El perfil criminológico se puede definir por tanto como una estimación de las características biográficas y del estilo de vida de una persona que ha cometido una serie de crímenes y que todavía no ha sido identificada. Se utiliza generalmente en presencia de crímenes graves como puede ser homicidios o asesinatos y delitos contra la libertad o indemnidad sexual. Puede ser muy beneficioso en el ámbito judicial, tanto en la fase de instrucción (para aplicar medidas cautelares) como en la fase de juicio oral aportando pruebas periciales, esclareciendo los motivos de la comisión del delito, el modus operandi y el vinculamiento de los casos (si es que existe más de un delito y está relacionado).

Existen varios métodos para llevar a cabo un perfil criminológico dependiendo de las pruebas que haya. Por un lado, tenemos el método inductivo, que se basa en el estudio de casos ya existentes con el fin de extraer patrones de conductas que sea común a este tipo de agresores. Este tipo de método se desarrolla sobre todo en las cárceles, entrevistando a los propios criminales. Por otro lado, tenemos el método deductivo, que se centra en el análisis de la escena del crimen y otro tipo de pruebas que haya podido dejar atrás el criminal, consiste en un estudio tanto físico como psicológico. Estudia las pruebas forenses, la victimología, características emocionales, motivacionales y de ahí se infieren las características del criminal desconocido. Por último, cabe mencionar el perfil geográfico, que forma parte del método inductivo, ya que se comparan las características de otros comportamientos criminales similares de población conocida.

Los profesionales que se han encargado de practicar el perfil criminal han incluido históricamente un espectro numeroso de investigadores, científicos del comportamiento, de las ciencias sociales y expertos forenses. Su contribución se ha dirigido a reducir el número de los posibles sospechosos, ayudar a vincular diferentes casos criminales, y a desarrollar nuevas líneas de investigación en casos no resueltos, que están “atascados” o de lesa humanidad.

El término offender profiling (“perfil del delincuente”) fue creado por los agentes del FBI en el centro de entrenamiento de Quantico (Virginia Oeste) en los años '70, para describir la técnica de describir el comportamiento y características probables del autor desconocido de un asesinato.

Similarmente y de acuerdo con Ressler y colaboradores (1986), citados por Homant y Kennedy (1998) y Ailt y Reese en 1980, citados por Knight (1998), el uso de perfiles psicológicos en los crímenes puede ayudar a determinar el tipo de personalidad del criminal y sus características conductuales desde un análisis de los crímenes que él o ella hayan cometido; la técnica permite realizar un perfil del agresor tenga o no tenga antecedentes judiciales, si los tiene sería un criterio facilitador para la elaboración del perfil (Homant,1998); esta definición está relacionada con la del FBI (Federal Boureau of Investigation), la cual determina que el perfil criminal es una herramienta que ayuda a obtener información específica del delincuente agilizando la investigación, además brinda información a la policía sobre la manera más adecuada de interrogar sospechosos.

El uso de la psicología para capturar criminales tuvo inicios literarios que datan de 1841 con los “asesinatos de la calle morgue” de Edgar Allan Poe; sin embargo, en la vida real esta aplicación tuvo principio en Gran Bretaña en el año de 1888 cuando el Dr. George B. Philips, patólogo forense, diseñó el método “modelo – herida”; este modelo se basaba en la comprensión de la naturaleza de las lesiones de la víctima como base para la elaboración estadística del perfil del delincuente. (Turvey 1999).

Los delincuentes comparten algunos rasgos cognitivos que facilitan su clasificación y detección. Algunos de estos rasgos son:

Los delincuentes poseen las siguientes características: cognición impersonal, impulsividad, razonamiento concreto, rigidez cognitiva, baja capacidad de fantasía, ausencia de metas y valores estables, locus de control externo, baja autoestima, percepción social inadecuada, tendencia al egocentrismo y pobres habilidades sociales (resolución de conflictos interpersonales).

La empatía es un rasgo que se va desarrollando a lo largo de la vida, hay hitos vitales que favorecen el desarrollo. Se supone que se distribuye normalmente; es decir, que la moda están las personas con nivel de empatía normal. Hay alejamientos de la curva normal en un 5% en cada extremo. En baja empatía estaría, por ejemplo, Bernardo Montoya y en el otro extremo estaría, por ejemplo, Gandhi. El desafío para el tratamiento y la prevención es sobre el posible desarrollo de la empatía en las personas.

Las características que comparten los delincuentes fueron estudiadas minuciosamente por Cesare Lombroso, quien realizó grandes aportaciones al Derecho Penal y a la Criminología con su Teoría del Criminal Nato.

Otras características del delincuente común:



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