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Piedra del Sol



La Piedra del Sol es un disco monolítico de basalto de olivino con inscripciones alusivas a la cosmogonía mexica y los cultos solares, popularmente llamado Calendario Azteca o Calendario Mexica por tener la Cuenta de los Días, las Eras y aspectos calendáricos. Las interpretaciones sobre la función y el significado de este monolito son diversas entre especialistas desde su redescubrimiento en el siglo XVIII.[4]​ Probablemente fue una plataforma de combate gladiatorio,[5]​ involucrado en la festividad mexica Tlacaxipehualiztli. Mide 3,60 metros de diámetro por 122 centímetros de grosor y pesa más de 24 toneladas.[6]

Sobre este monolito están descritos los movimientos de los astros y algunos ciclos en donde los meses duran veinte días, los años dieciocho meses y los siglos 52 años.[7]

La escultura tiene un estado de conservación estable, sin embargo su coloración original se fue perdiendo por los siglos de exposición a la intemperie. Además, por la parte central, presenta daños por múltiples impactos de bala los cuales han desfigurado el rostro central.

Se dispone de algunos datos para rastrear tentativamente su historia desde el momento de su construcción. A principios del siglo XVI, Hernando Alvarado Tezozomoc, nieto del emperador Moctezuma II y bisnieto de Axayácatl, contó en Crónica Mexicatotl cómo su bisabuelo mandó esculpir en aquella piedra “las figuras de los meses y años, días y semanas con tanta curiosidad que era cosa de ver”. Ocurrió en 1479, cuatro décadas antes del desembarco de Hernán Cortés en Veracruz.

Alvarado Tezozomoc explica que, en aquel año, cincuenta mil indios de diversos pueblos cercanos a Tenochtitlan extrajeron el gigantesco bloque “de una gran peña de la falda de la sierra grande de Cuyacan”, la movieron “con sogas gruesas y carretoncillos” y la tallaron con pedernales “recios y agudos” a las órdenes de un artista, cuyo nombre, al parecer, era Técpal.

El monolito fue tallado en el Período Posclásico mesoamericano, entre los años 1250 y 1521 d.C. No existen indicios claros sobre el año exacto de la talla y la autoría, aunque existen ciertas referencias a la construcción de un enorme bloque de piedra por los mexicas en su última etapa de esplendor. Según Diego Durán el huey tlatoani Axayácatl "también estaba ocupado en labrar la piedra famosa y grande, muy labrada donde estaban esculpidas las figuras de los meses y años, días 21 y semanas".[8]​ Por su parte Juan de Torquemada[3]​ describió en su Monarquía Indiana, cómo Moctezuma Xocoyotzin ordenó que trajeran una gran roca desde Tenanitla, hoy San Ángel, hasta Tenochtitlan, pero en el camino cayó en el puente del barrio de Xoloco.[3]

La roca madre de la que fue extraído proviene del volcán Xitle, y pudo ser obtenida de San Ángel o Xochimilco.[9]​ El geólogo Ezequiel Ordóñez en 1893 determinó tal origen y la dictaminó como basalto de olivino. Probablemente fue embarcada desde 22 kilómetros hasta el centro de México-Tenochtitlan.[9]

Tras la conquista, fue trasladado hacia el exterior del Templo Mayor, hasta el oeste del entonces Palacio Virreinal y la Acequia Real, en donde permaneció descubierto, con el relieve hacia arriba durante muchos años.[3]​ Según el mismo Durán, fue durante el cargo de Alonso de Montúfar como arzobispo cuando él ordenó enterrar la Piedra del Sol para que "se perdiese la memoria del antiguo sacrificio que allí se hacía".[3]

Hacia finales del siglo XVIII, el virrey Juan Vicente de Güemes inició una serie de reformas urbanas en la capital de la Nueva España. Una de ellas fue la construcción de nuevas calles y la destrucción de ciertas áreas de la ciudad, mediante la destrucción de canales y chinampas. En el caso de la entonces llamada Plaza Mayor, se construyeron atarjeas, se niveló el piso y se remodelaron áreas. Fue José Damián Ortiz de Castro, destructor mayor de las obras urbanas ejecutadas, quien informó del hallazgo de la Piedra del Sol el 17 de diciembre de 1790. El monolito fue hallado a media vara del suelo (unos 40 centímetros) y a 60 metros al poniente de la segunda puerta del palacio virreinal,[3]​ y sacado de la tierra con un "aparejo real a doble polea".[3]​ Al sitio de hallazgo acudió Antonio de León y Gama a observar y dictaminar el origen y significado del monumento hallado.[3]​ Según Chavero,[10]​ fue este último quien le dio el nombre de Calendario Azteca, creyéndolo como un objeto de consulta público. León y Gama lo narró de esta forma:

El propio Gama intercedió ante el canónigo de la Catedral, José Uribe,[5]​ con el fin de que el monolito hallado no volviera a ser enterrado por su presunto origen pagano, por el cual casi dos siglos antes había sido sepultado.[5]​ Gama argumentó que en países como Italia era mucho lo que se invertía en rescatar y mostrar públicamente monumentos del pasado.[5]​ Es de destacar que, por el espíritu de la época, se hicieran esfuerzos por exhibir en un sitio público el monolito y además se promoviera su estudio.[5]​ Gama defendería en sus escritos el carácter artístico de la piedra del sol, ante argumentos de autores como George-Louis Buffón, quienes daban menor valía a los nacidos en el continente americano, incluido su talento artístico.[5]

El monolito fue colocado a un costado de la torre poniente de la catedral Metropolitana el 2 de julio de 1791. Ahí la observaron, entre otros, Alexander von Humboldt, quien realizó diversos estudios sobre su iconografía.[3]​ Durante la Invasión estadounidense en México los soldados del Ejército de los Estados Unidos que ocuparon la plaza usaron la Piedra del Sol para tiro al blanco.[3]

En agosto de 1855 fue trasladada a la Galería de Monolitos del Museo Arqueológico de la calle Moneda, por iniciativa del doctor Jesús Sánchez, director del mismo.[3]​ Por documentos de la época se sabe de la animadversión popular que causó el "encierro" de un referente público de la ciudad.[3]

En 1964 fue trasladada al Museo Nacional de Antropología e Historia, donde preside la Sala Mexica de dicho museo y está inscrita en diversas monedas mexicanas.

Antes del descubrimiento del monolito de Tlaltecuhtli, dios-diosa de la tierra, con sus 4 por 3,57 metros de altura, se pensaba que la Piedra del Sol era el más grande monolito mexica en dimensiones.

Plaza Mayor de México DF, pintura de Pedro Gualdi realizada hacia 1850. Adosada al costado de la torre de la Catedral se aprecia la Piedra del Sol, que estuvo ahí desde 1790, fecha en que fue descubierta.

Imagen de la piedra cuando se encontraba en la catedral Metropolitana.

La Piedra del Sol como era exhibida en el Museo Nacional. Foto de 1915.

Fotografía de 1910 de la Piedra del Sol con Porfirio Díaz.

Fotografía de 1917 de la Piedra del Sol con Venustiano Carranza.

Los motivos escultóricos que cubren su superficie parecen ser un resumen de la compleja cosmogonía mexica.

Representan al centro a Tonatíuh (sol), dentro del símbolo Olin(movimiento permanente de toda materia), que en este caso, representa la heliosfera 'olintonatíuh' Arriba Ikisauayankayotl Tonatíuh(eclíptica) A los lados Xiukoatl(serpientes de fuego o meteoritos) Dentro de los 4 cuadros que lo rodean, encontramos los planetas clásicos.

Según algunos investigadores como Hermann Beyer y Alfonso Caso, en el centro del monolito se encuentra el rostro del dios solar Tonatiuh[11][12]​ dentro del glifo "movimiento" (Ollin), un cuchillo sacrificatorio de piedra (Tecpatl) representa su lengua. Además en cada mano, sus garras apresan un corazón humano, y su lengua está representada como un cuchillo de pedernal.

En opinión de Caso:

Los investigadores Carlos Navarrete y Doris Haydn, por su parte, propusieron en 1974 que representa a Tlaltecuhtli[12]

En el centro de la escultura se tienen dos serpientes o Xiukoatl con un círculo abajo y otro arriba sumando cuatro, el cual es el 4-Ollin el cual identifica al Quinto Sol, de donde nacerá el hombre náhuatl que será hecho del maíz, esto se encuentra en La leyenda de los Soles y en los Anales de Cuauhtitlan los cuales forman el Códice Chimalpopoca, que describe:

Los cuatro cuadrados que rodean la deidad central representan los anteriores cuatro soles que antecedieron al actual Quinto Sol.

La duración de las eras está expresada en años, aunque hay que observarlas a través del prisma del tiempo azteca. De hecho lo común a las cifras 676, 364 y 312 es que son múltiplos de 52, y 52 años es la duración de 1 siglo azteca, y por eso expresan una cantidad determinada de siglos aztecas. De ese modo, 676 años son 13 siglos aztecas; 364 años son 7, y 312 años son 6 siglos aztecas. La secuencia es 13, 7, 6 y 13 (y también 7 más 6 es 13). En total son 39 siglos aztecas, que es múltiplo de 13, o sea 13+13+13. También los 52 años de un siglo azteca es múltiplo de 13. Así son 13+13+13 siglos aztecas de 13+13+13+13 años cada uno, y por tanto el total de años de 39 siglos aztecas, que es 2028 años, es 13 x 156.

También, 312 años (6 siglos aztecas) pueden referirse a un ciclo maya, y pueden ser años mayas o Haab de 365 días sin el resto 0,2422. Así 312 años haab (311,8 años naturales) son 113.880 días en los que sincronizan el Tzolkin (260 días x 438), el ciclo sinódico de Venus (584 días x 195) y el ciclo sinódico de Marte (780 días x 146).

Además el disco central contiene los solsticios y equinoccios ya que en la cosmovisión nahuaka no existen los puntos cardinales occidentales, solo el giro o dirección del planeta(ikisaya).


La siguiente corona la forman los pictogramas de los veinte días bautizados del calendario sagrado azteca, Tonalpohualli en sentido antihorario. Estos veinte días se iban combinando con trece números hasta que se formaba un año sagrado de doscientos sesenta días.

Lo forman veinte partes iguales con figuras que representan los días del mes Azteca. Este anillo está representado en el aro exterior de las monedas de 2 pesos, aunque en ella se muestran solo 10 días. En la parte superior de la moneda, justo en el centro está Xochitl (flor) que es el día 20. Los otros símbolos son: pedernal, movimiento, águila, jaguar, caña, agua, muerte, serpiente y casa.

La segunda corona contiene varias secciones cuadradas, en cada sección que contiene cinco puntos se creen estar representadas las semanas de cinco días. Hay también ocho ángulos que dividen la piedra en ocho.

En el extremo inferior de la piedra, se abren las fauces de dos Xiuhcóatl ("serpientes de fuego"), que rodean y enmarcan la piedra y llevan al dios por el firmamento, uno frente a otra. Sus cuerpos están divididos en secciones que podrían símbolizar llamas.[15]​ Estas secciones podrían representar cincuenta y dos ciclos anuales: el siglo mexica consistió en 52 años (cada correspondencia entre el principio del año civil con el sagrado, de 365 y 260 días, respectivamente). Toda vez que concluía un ciclo de 52 años se celebraba la ceremonia del Fuego Nuevo.

En la parte superior del monolito, un cuadrado tallado entre las colas de las serpientes representa la fecha Matlactli Yei-Ácatl ("13-carrizo"). Esto se supone que corresponde a 1479, el año en el que se celebró el Fuego Nuevo durante el reinado de Axayácatl, y a la vez, el año en que este calendario fue labrado.

En el canto de la piedra, hay ocho relieves equidistantes, representando diversas constelaciones.

Diversas partes de la piedra del sol se han hecho presentes en los anversos de monedas de diversas denominaciones acuñadas en México:



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