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Pirámides de Meroe



Las pirámides de Meroe se encuentran en Sudán, a unos 200 kilómetros al noreste de Jartum, cerca del pueblo de Begarawiyah. Según su ubicación, se pueden dividir aproximadamente en tres grupos (Begarawiyah norte, sur y oeste) y se distribuyen en pequeñas colinas de alrededor de un cuarto de kilómetro cuadrado en tamaño. En total, hay más de 900 pirámides y tumbas, la mayoría de las cuales se encuentran en el sur y oeste de Begarawiyah.

Las pirámides de Meroe, construidas en piedra o en materiales más perecederos, tienen menos de 30 metros de altura y son significativamente más pequeñas que las conocidas pirámides del Antiguo Egipto y fueron utilizadas como tumbas para los reyes, reinas y altos funcionarios del reino histórico de Kush en Nubia. Su período de construcción se extiende principalmente entre c. 300 a. C. y c. 300. La primera pirámide de Meroe, que se puede atribuir con seguridad a un gobernante, proviene del rey Arakamani (Ergamenes I), que reinó alrededor del 280 a. C.

Las pirámides de Meroe son Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 2011.[1]

En todos los ámbitos de la vida, especialmente en la cultura de la clase dominante nubia, existió una fuerte referencia al Antiguo Egipto. Las creencias y la cultura material estaban dominadas por su vecino del norte, especialmente al comienzo del estado nubio. En este contexto, la costumbre de ser enterrado en pirámides probablemente fue adoptada por la clase dominante. Sin embargo, no solo se copiaron las formas arquitectónicas de Egipto, sino también la creencia en una vida después de la muerte. En la medida en que se dispone de fuentes escritas, pueden encontrarse casi los mismos ritos y costumbres. Sobre todo, era importante que el difunto también fuera recordado después de su muerte y que se le hicieran ofrendas. Para ello, construyeron estructuras funerarias relativamente elaboradas y accesibles, como es el caso de pirámides con un templo funerario. El dios supremo de los muertos era, como en Egipto, Osiris, que por lo demás, aparentemente, no tuvo templo propio ni culto en Nubia. También adoraban a otras divinidades funerarias como Isis y Anubis. Estas divinidades son mencionadas una y otra vez en los textos funerarios nubios y, por tanto, también en los templos. Sobre todo, se invocaba a Isis y Anubis cuando pedían pan y agua, para que les garantizase el suministro de alimentos para toda la eternidad.

Cada pirámide consta de tres partes:

Las pirámides de Meroe tienen un ángulo de 72 grados en comparación con los 54 grados de las egipcias, y también son mucho más pequeñas que aquellas. La mayoría de ellos no están revestidas, sino escalonadas, sin terminar en un vértice, algo aplanadas o truncadas en su parte superior y tal vez terminaron con un cilindro pequeño y plano o con alguna decoración escultórica, tal vez del Ba del difunto. Algunas disponen de una abertura en lo alto de la parte oriental, lo que provocó la sospecha de los cazatesoros de que pudiese encontrar una cámara oculta, lo que provocó que en 1834, muchas de ellas fueran destruidas para buscar los supuestos tesoros escondidos. Sólo en un caso se acertó, encontrándose las joyas de oro de la reina Amanishajeto.[2]

Las pirámides reales de Meroe se pueden dividir en dos grupos, que difieren por su tamaño. El primer grupo data desde el rey Ergamenes I (c. 280 a. C.) a la reina Amanishajeto (finales del siglo I a. C.). La longitud media de los lados es de 18 m. En el segundo grupo (desde el rey Natakamani c. 50), sin embargo, la longitud media de los lados es de solo 6,6 m. Durante este tiempo, obviamente, la construcción de pirámides perdió importancia. Al mismo tiempo, las pirámides de las reinas o candaces se hacen más grandes que las de los reyes.

Las tumbas reales de Meroe se encuentran en las tierras altas al este de la cercana ciudad. Se construyeron tres cementerios denominados:[3]

Existe una convención de abreviaturas, de tal forma que Beg viene de Begarawiyah, N para cementerio norte, S para cementerio sur y W para cementerio oeste.

La primera enumeración de las pirámides proviene de la expedición de Lepsius aunque las denominaciones actuales siguen a George Andrew Reisner. Los huecos en la numeración local se deben a tumbas que probablemente no sean reales. La siguiente lista contiene todas las pirámides que se pueden asignar a un rey o una reina, así como las tumbas de los dignatarios cuyos nombres se han conocido. No todas las pirámides se pueden asignar a un propietario. Los nombres de los propietarios se conservan principalmente en los pequeños templos de las pirámides, pero si estos han sido destruidos, hay poca evidencia para su identificación. Los objetos inscritos con nombres rara vez se encontraron en las cámaras funerarias, por lo que los hallazgos allí son de poca ayuda. La mayoría de las pirámides estaban equipadas con una placa de ofrendas con la inscripción del nombre del propietario de la tumba. Desafortunadamente, las tablas de ofrendas son objetos que se pueden llevar fácilmente, por lo que su ubicación es difícil de precisar. A continuación, las pirámides se asignan a un propietario cuando esta es razonablemente segura.

El cementerio del sur es el lugar de enterramiento de la familia real meroítica desde c, 720 - 300 a. C. Hasta que se abandonó y fue sustituido por el cementerio norte, fue el principal lugar de enterramiento real de los reyes de Meroe.[5]

Este cementerio contiene varias pirámides:[4]

Después de que el cementerio sur se llenara, los entierros continuaron en el denominado cementerio norte. Este sitio contiene los entierros reales de los reyes y reinas de Meroe desde c. 300 a. C. hasta aproximadamente el año 350.[5]​ El cementerio norte contiene muchas pirámides reales aunque no todas pertenecen a reyes o reinas:[4]

El tercer cementerio es el del oeste, donde también existen otras pirámides. Al parecer, los altos dignatarios y sus familiares fueron enterrados aquí. Algunas de sus pirámides pueden ser reales.



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