Se denominan poetas crepusculares a ciertos poetas italianos de principios del siglo XX que fueron ganados por el vacío existencial que se desencadenó luego del colapso del positivismo y que adoptaron actitudes de cansancio y abandono.
Entre los miembros más destacados de esta corriente se cuentan Guido Gozzano, Sergio Corazzini, Marino Moretti y Fausto Maria Martini.
Un motivo recurrente de los poetas crepusculares es la enfermedad y la degradación. Su mundo se encuentra dominado por imágenes crepusculares (tanto en sentido literal como figurativas), hospitales, conventos, ancianas, mendigos, iglesias en las que las velas se consumen indiferentes, rosas que van demudando sus pétalos en altares de calles desiertas en las que crecen las malezas, combinados para crear atmósferas melancólicas, muy a menudo en ambientes interiores.
Por los mismos años en que se vio el desenvolvimiento del espíritu de revuelta basado en el vitalismo y el individualismo, inclinados a ver en el intelectual y en el escritor al protagonista de la historia y al creador de las fuerzas del futuro, los crepusculares hacen experiencias poéticas diferentes que devalúan sustancialmente la función del poeta y, por lo tanto, van en la dirección opuesta a aquella propuesta por Giosuè Carducci y de la elaboración súpertécnica de Gabriele D'Annunzio. Los crepusculares se refieren a Pascoli y D'Annunzio del Poema paradisíaco y están influenciados por Paul Verlaine y algunos poetas decadentes flamencos y franceses, tales como Maurice Maeterlinck y Jules Laforgue, y han tomado conciencia del desgaste de esa tradición clásica a la que ellos permanecieron fieles. Existe cierta conexión entre Pascoli ya que tanto él como los crepusculares escribieron poesía de las "pequeñas cosas".
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