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Preludios (Chopin)



Los Preludios para piano solo compuestos por Fryderyk Chopin son un conjunto de veinticuatro preludios que conforman el Op. 28 del compositor polaco. Todos ellos son piezas bastante breves, de entre treinta segundos y cinco minutos de duración; y cada uno está escrito en una tonalidad distinta. Chopin tiene otros dos preludios, de los que uno es póstumo y el otro pertenece al Op. 45.

Chopin compuso los Preludios al igual que Johann Sebastian Bach estructuró El clave bien temperado. De la misma forma, Claude Debussy escribió veinticuatro preludios en dos libros y Aleksandr Skriabin compuso los Preludios Op. 11.

Chopin compuso sus preludios entre 1835 y 1839, en parte en la localidad mallorquina de Valldemosa, donde pasó el invierno de 1838-1839, con George Sand y sus hijos, para evitar el clima lluvioso de París. Sin embargo, este método de mejorar de sus enfermedades no funcionó, porque ese invierno fue muy duro en la isla. Además, tardaron mucho en traerle su piano desde Francia y tuvo que conformarse con uno que le dejaron, que se puede ver en la Cartuja de Valldemosa, donde estaban sus habitaciones.[1]​ Los Preludios Op. 28 fueron publicados por primera vez en 1839.

Aunque el término preludio se utiliza por lo general para referirse a una pieza introductoria, los Preludios de Chopin son ya piezas completas por sí mismas, hechas todas y cada una de ellas para comunicar una idea o un sentimiento. Los Preludios de Chopin han sido comparados con los preludios de El clave bien temperado de Johann Sebastian Bach. Sin embargo, todos los preludios del alemán llevan a una fuga en la misma tonalidad y estaban ordenados cromáticamente, mientras que los de Chopin estaban ordenados por quintas.

Debido a su aparente falta de estructura formal y a su brevedad, los Preludios provocaron consternación entre los críticos de la época cuando fueron publicados.[2]​ Ninguno de los preludios dura más de noventa compases —que son los que tiene el Preludio n.º 17—, y el más corto, el n.º 9, sólo ocupa doce compases. Robert Schumann dijo de ellos que «son esbozos, comienzos de estudios o, por así decirlo, ruinas, alas individuales de águila, todo desorden y confusiones salvajes».[3]​ Por otro lado, la opinión de su amigo Franz Liszt puede calificarse de positiva: «Los Preludios de Chopin son composiciones de un calibre totalmente distinto».[3]

Muchos grandes intérpretes han grabado todo el conjunto, comenzando por Alfred Cortot en 1926.

Al igual que muchas otras obras de Chopin, estos Preludios no recibieron ningún nombre por parte de su autor ni fueron descritos de ninguna manera, en clara oposición a muchas de las obras de sus contemporáneos Schumann y Liszt. A pesar de sus deseos, a lo largo del tiempo se ha ido proponiendo varias listas de nombres, como las de Hans von Bülow y Alfred Cortot. Aunque el Prélude n.º 15, en Re bemol mayor, se conoce universalmente como el Preludio «Gota de agua», los nombres del resto raramente se utilizan.[3]



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