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Prima facie



Prima facie es una locución latina en ablativo absoluto que significa «A primera vista (de otras subsiguientes que puedan ocurrir y hacer cambiar de opinión o parecer)», que se agrega en el discurso antes de una opinión o comentario para aclarar implícitamente que no se quiere arriesgar una conclusión definitiva.

Una traducción más exacta sería "primera apariencia", ya que literalmente prima es la adjetivación de "primero", y facie significa "rostro" y por extensión "aspecto que presenta".

De uso frecuente en las actuaciones judiciales, que, similarmente al ámbito coloquial, quiere decir "a primera vista" o "en principio", con lo que se da a entender la apariencia de un derecho o de una situación, sin que con ello se prejuzgue el asunto.[1]

Es usada, principalmente, en lo que concierne a la carga de la prueba. Jurídicamente, la carga de la prueba es la obligación de hacer la prueba de lo que uno alega. La regla general es que la necesidad de la prueba le incumbe al que reclama algo, Por consiguiente, la carga de la prueba le corresponde normalmente al que interpone una demanda. La excepción a esta regla es la prueba prima facie: una prueba considerada suficiente para establecer una conclusión hasta que sea refutada válidamente.

La expresión prima facie también se utiliza en filosofía, generalmente en el mismo sentido que cuando es usada en ciencias jurídicas.

Entre los usos más notables, podemos citar el caso de la teoría de la ética propuesta por William David Ross, también llamada "Ética de los Deberes Prima Facie" (Ethic of Prima Facie Duties).



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