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Primera Carta a los Corintios



La Primera epístola a los corintios (abreviado 1 Co) es un libro del Nuevo Testamento de la Biblia. Es una carta escrita por Pablo de Tarso a la comunidad cristiana o Iglesia de Corinto.

Fue escrita desde Éfeso[1]​ cerca del tiempo de la Pascua en el tercer año del viaje de Pablo allí,[2]​ sobre el año 54 después de Cristo, cuando planeaba visitar Macedonia para más tarde regresar a Corinto.

Este libro trata sobre Pablo, quien mandaba cartas a los lugares que visitaba para recomendarles cosas.

La Primera epístola a los Corintios fue escrita en Éfeso, donde, según Hechos 20.31, Pablo vivió tres años, probablemente entre el 54 y el 57. Mientras estaba allí, los creyentes de la congregación le hicieron llegar, posiblemente por conducto de Estéfanas, Fortunato y Acaico (cf. 16.17), algunas consultas, a las que respondió con la presente carta (cf. los pasajes que comienzan en 7.1, 25; 8.1, y también 10.23; 11.2; 12.1; 15.1).

A pesar de no pertenecer a la Pentarquía,[3]​ la Iglesia de Corinto es una de las más conocidas. Debe su fama a las dos epístolas que le remitió San Pablo y a la que le ha enviado Clemente de Roma.

Comienza la epístola con una extensa salutación. Extensa, se entiende, en términos actuales pero habitual entre los escritores antiguos, más proclives a recrearse en los prolegómenos.

En este saludo, Pablo dice de sí mismo que es apóstol por la voluntad de Dios, aludiendo a su tardía y atípica conversión. Pablo era un extraño en la comunidad apostólica ya que no pertenecía a los doce ni a sus discípulos más inmediatos. Al no recibir de ellos la encomienda apostólica, Pablo se convirtió en un factor inopinado y decisivo de la expansión del cristianismo. Después de una alabanza de las virtudes de la comunidad de Corinto (1,4-9), añade: he sabido por Cloe que hay discordias entre vosotros (1,11), señalando así el eje argumental de la epístola.

A continuación, disimulada tras un apunte biográfico, desarrolla una pieza doctrinal que será un lugar común de la teología posterior. Se trata de la extrañeza entre la sabiduría del mundo y la sabiduría de Dios. Al respecto esta es la cita más conocida:

Este capítulo hace mención al fundamento de la fe cristiana, y Pablo enseña donde debe estar basada esta fe. Aunque Pablo era un hombre muy sabio y elocuente en lo que respecta a la exposición de las sagradas escrituras, él se propuso no predicar entre los corintios con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino más bien con demostración del Espíritu y el poder de Dios. Lo que Pablo quería dejar claro, es que la salvación del hombre no depende de su sabiduría, ni de su habilidad para alcanzarla, sino que esta ha de obtenerse por el infinito poder de Dios en su sola soberanía.

A pesar de mentarse como primera epístola, no debe de ser así, según afirma Pablo: que ya os escribí otra carta (1 Corintios 5,9).

Este capítulo habla de hacer recapacitar que los injustos no entraran en el reino de los cielos si no recapacitan y dejan el pecado.

Expone la doctrina del matrimonio. En los versículos del 1 al 9 diríamos que los temas son: la responsabilidad conyugal mutua, se deja en claro que cada uno le pertenece al otro, y que ambos no pueden negarse a no ser por mutuo consentimiento y con algún propósito específico. El otro tema es el celibato, lo trata a nivel de consejo, aquellos que no se han casado que puedan permanecer así, y los que enviudaron que no busquen casarse nuevamente; siempre y cuando puedan permanecer de esa manera sin pecar.

Algunos afirman que el apóstol Pablo era de esta idea porque tenía el regreso del Señor Jesucristo como inminente, por tanto era mejor concentrarse en asuntos del Evangelio en esos «últimos tiempos» antes que en asuntos de pareja.

Del versículo 10 al 24 se trata el tema del divorcio. Este siempre ha sido un tema bastante conflictivo. En los versos 10 y 11 es claro que lo que el Apóstol aconseja es permanecer juntos, aún afirma que aquel que sufrió una separación debe permanecer sin casarse; en este caso ambos son creyentes. El conflicto está en el versículo 15, donde el matrimonio es mixto, uno creyente y otro no. Pablo ha dejado claro que el creyente debe procurar no separarse en los matrimonios mixtos. El asunto está cuando es el no creyente el que decide divorciarse, sin lugar a dudas esta persona se divorcia para volverse a casar, ¿qué debe hacer el creyente divorciado?, ¿es para él el mandato de Pablo de I Co. 7:11 "y si se separa, quédese sin casar". Algunos pensadores bíblicos no nos dicen nada y enrumban sus comentarios por la posición conservadora... quédese sin casar, otros toman el texto de I Co. 7:15 pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre y se interpreta que esto abre la puerta a volverse a casar si el cónyuge no creyente lo hace.

El capítulo VIII trata una cuestión que preocupaba en las comunidades cristianas. Era dicha cuestión si se podía comer carne sacrificada a los ídolos. Casi en todas las comunidades se notaba la tensión entre sus miembros pagano-cristianos y sus miembros judeo-cristianos. Por el solo hecho de provenir de culturas diferentes tenían ya perspectivas diferentes. Comer carne sacrificada a los ídolos era para los paganos una cuestión cotidiana y nada problemática. No así para los afectos al judaísmo a quienes su ley se los prohibía expresamente.

Se trata de uno de los capítulos más populares de la biblia a causa de la encendida defensa del amor como fuerza fundamental del cristianismo. Es una lectura de referencia en la celebración del matrimonio cristiano.

no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.

En este capítulo el apóstol Pablo aborda un tema tan controvertido como la profecía así como el orden del desarrollo de la reunión de culto.

Desde el primer versículo Pablo sirve la polémica tras darle un grado de importancia (μᾶλλον mayor grado en griego) superior, al menos en este momento, a lo profético que incluso al amor o a los dones espirituales, temas que casualmente ha tratado en capítulos anteriores.

En el transcurso del capítulo el escritor intenta esclarecer la importancia de la profecía, así como establecer una clara diferencia de propósitos entre el profetizar y el hablar en lenguas.

Tras abordar estos temas místicos, el apóstol decide enmarcar el funcionamiento de estos, en un fluir ordenado para que sea de provecho y no para confusión para la Iglesia.

Pablo acaba el texto haciendo una mención a la actitud de las mujeres en la reunión de los santos 14:33-35 allí, le indica a las mujeres "guarden silencio en las congregaciones" "si quieren aprender algo, interroguen a sus esposos". Los versículos restantes son un resumen de todo el capítulo.



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