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Primera dama de México



El término primera dama (también, Primera dama de México) es la denominación no oficial que recibía la esposa del Presidente de México. El término era ceremonioso, no era un cargo electo ni nombrado, no tenía funciones, ni responsabilidades asignadas, ni autoridad sobre otras personas, ni devengaba un salario u otra compensación; habitualmente solo debía cumplir ciertas funciones de carácter protocolario como acompañante del presidente en viajes o recepciones oficiales, y participar activamente en instituciones de índole benéfica o social.[1]

El único documento legal que hacia referencia a la cónyuge del presidente de la República era el reglamento del Estado Mayor Presidencial, que establecía en el artículo 23 la conformación dentro del esquema y organización del mismo, la llamada Sección sexta, como la responsable de organizar, coordinar, conducir y supervisar el desarrollo de los programas relativos a las actividades públicas de la esposa del primer mandatario.[2]​ Sin embargo, dicha mención era únicamente con fines organizativos de dicha institución y no confería ningún reconocimiento, facultad o prerrogativa excepcional a quien ostentaba esa denominación.

Como este papel era ejercido tradicionalmente por la cónyuge del Presidente de México, generalmente la denominación a veces era empleada para referirse exclusivamente a la esposa del mandatario en funciones. Sin embargo, históricamente varias mujeres que no eran esposas del Presidente desempeñaron el rol de primera dama, cuando el Jefe del Ejecutivo era viudo o soltero, o cuando la cónyuge del Presidente no podía cumplir por alguna circunstancia con sus deberes de primera dama. En esas ocasiones, la posición fue ocupada por una familiar femenina del Presidente, como lo hicieron Hortensia Elías Calles, hija de Plutarco Elías Calles,[3]​ y Guadalupe Díaz Ordaz Borja, hija de Gustavo Díaz Ordaz.[cita requerida]

Dado que no tenían existencia oficial, las tareas de la esposa del presidente se fueron definiendo a lo largo del tiempo por imitación a otros países, por usos y costumbres. La primera dama debía asistir a reuniones, ceremonias, actos oficiales y sociales, viajes nacionales e internacionales, ya sea con o en lugar del presidente, inauguraba escuelas, hospitales, velaba por la asistencia social y participaba en obras de carácter humanitario o de caridad.[1]

Desde su fundación en 1977, por Carmen Romano, esposa del entonces presidente José López Portillo, la primera dama, por tradición, se hacía cargo de la dirección del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF). Sin embargo, esto no se llevó a cabo durante el gobierno de Vicente Fox Quesada, cuando la primera dama Marta Sahagún fundó la organización filantrópica «Vamos México».[3]​ Hasta el día de hoy, solo una primera dama ha sido un activo político: Margarita Zavala, esposa del expresidente Felipe Calderón Hinojosa, quien sirvió un período en el Congreso y fue candidata presidencial en las elecciones federales de 2018.[cita requerida]

Al día de hoy, sobreviven cinco ex primeras damas: Cecilia Occelli, exesposa de Carlos Salinas de Gortari; Nilda Patricia Velasco, esposa de Ernesto Zedillo; Marta Sahagún, esposa de Vicente Fox; Margarita Zavala, esposa de Felipe Calderón, y Angélica Rivera, exesposa de Enrique Peña Nieto.[cita requerida]

La ex primera dama que falleció más recientemente fue Paloma Cordero, esposa de Miguel de la Madrid Hurtado. Ella falleció el 11 de mayo de 2020.[4]



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