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Profecía autocumplida



Una profecía autocumplida o autorrealizada es una predicción que, una vez hecha, es en sí misma la causa de que se haga realidad.[1]

Se pueden encontrar ejemplos de profecías que se autorrealizan en la literatura universal, ya en la antigua Grecia y en la antigua India, pero es en el siglo XX cuando la expresión es acuñada por el sociólogo Robert K. Merton, quien formalizó su estructura y sus consecuencias. En su libro Teoría social y estructura social, Merton da la siguiente definición:

El concepto de Robert K. Merton de profecía que se autorrealiza deriva del teorema de Thomas, que dice:

En otras palabras, la gente no reacciona simplemente a cómo son las situaciones, sino también, y a menudo principalmente, a la manera en que perciben tales situaciones, y al significado que les dan a éstas Por tanto, su comportamiento está determinado en parte por su percepción y el significado que atribuyen a las situaciones en las que se encuentran, no solo por las propias situaciones. Una vez que una persona se convence de que una situación tiene cierto significado, y al margen de que realmente lo tenga o no, adecuará su conducta a esa percepción, con consecuencias en el mundo real.

En la novela Traficantes de dinero de Arthur Hailey, se da un caso paradigmático de profecía autocumplida. Una campaña de activismo cívico para presionar a un banco comienza con los rumores (no necesariamente verídicos) de que ese banco está próximo a quebrar. La gente se dirige en masa a retirar sus depósitos alarmada por el rumor, de modo que el banco, por estos retiros masivos de efectivo, comienza a acercarse de verdad a la quiebra profetizada por aquel rumor.

Otro ejemplo claro es el referido en el libro Crítica de la pasión pura, de Jorge Majfud, donde se narra el caso de un líder africano cuyo hermano murió en un accidente de tráfico:

Profecía autocumplida se ha convertido en una traducción bastante común de la expresión inglesa self-fulfilling prophecy. Es difícil encontrar una traducción más acertada; probablemente no la haya. Pero hay que prestar atención a un detalle gramatical que se pasa fácilmente por alto y que contribuye a la correcta comprensión del concepto: fulfilling es un participio presente activo, no participio pasivo como sería fulfilled. Así pues, no se trata de una profecía cumplida (que se ha cumplido o realizado) sino de una profecía que se autorrealiza, como se ha indicado más arriba, o que se autocumple. En inglés, la forma verbal acabada en -ing sirve como gerundio y también como participio presente activo, y de una manera muy productiva: se puede formar a partir de cualquier verbo. En español, tenemos la terminación -ante, -(i)ente que permite formar palabras a partir del verbo, como amante (de amar), asistente (de asistitr), caminante (de caminar), sirviente (de servir), etc., algunas de las cuales se usan como adjetivo, otras como nombre, pero no existe 'cumpliente' ni 'autocumpliente', que sería una traducción más precisa, pues es una profecía que se cumple (no que se ha cumplido) por el hecho de ser pronunciada.



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