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Prohibicionismo de la prostitución



El prohibicionismo de la prostitución es un modelo teórico jurídico que considera que la prostitución es moralmente inaceptable y por eso no acepta su reconocimiento en el mundo jurídico.[1]

El prohibicionismo suprime penalmente la prostitución y la considera un delito. El prohibicionismo, liderado por cristianos que defienden el concepto de la familia cristiana, es una corriente moralista conservadora anti-prostitución que considera que la prostitución es un pecado que atenta contra la noción de familia occidental y cristiana. Suprime la prostitución oficializada o estatal, [2]​ impone una condena moral a las prostitutas y supone la criminalización de las mismas.[3]

La moral sexual católica condena la prostitución por pecaminosa,[4][5]​ tanto para la mujer como para el varón prostituyente o cliente, ya que peca también quien paga por obtener placer sexual de otro. La prostitución es considerada un desorden moral grave, porque cuando alguien vende su cuerpo, «vende su alma».[6][7]​ Es un criminal todo aquel que busca los servicios de una prostituta.[8]

Si la prostitución es considerada una actividad inmoral, es un vicio al cual el estado debe prohibir y las prostitutas, no sus clientes, deben ir a la cárcel.[3]

El prohibicionismo se opone a la despenalización del trabajo sexual.

En la Antigua Roma la prostitución era regulada, pero con la llegada del cristianismo, la nueva Iglesia no podía ni aprobar ni reconocerla.[11]



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