El prohibicionismo de la prostitución es un modelo teórico jurídico que considera que la prostitución es moralmente inaceptable y por eso no acepta su reconocimiento en el mundo jurídico.
El prohibicionismo suprime penalmente la prostitución y la considera un delito. El prohibicionismo, liderado por cristianos que defienden el concepto de la familia cristiana, es una corriente moralista conservadora anti-prostitución que considera que la prostitución es un pecado que atenta contra la noción de familia occidental y cristiana. Suprime la prostitución oficializada o estatal,
impone una condena moral a las prostitutas y supone la criminalización de las mismas. La moral sexual católica condena la prostitución por pecaminosa, tanto para la mujer como para el varón prostituyente o cliente, ya que peca también quien paga por obtener placer sexual de otro. La prostitución es considerada un desorden moral grave, porque cuando alguien vende su cuerpo, «vende su alma». Es un criminal todo aquel que busca los servicios de una prostituta.
Si la prostitución es considerada una actividad inmoral, es un vicio al cual el estado debe prohibir y las prostitutas, no sus clientes, deben ir a la cárcel.
El prohibicionismo se opone a la despenalización del trabajo sexual.
En la Antigua Roma la prostitución era regulada, pero con la llegada del cristianismo, la nueva Iglesia no podía ni aprobar ni reconocerla.
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