La propulsión trasera, también llamada coloquialmente «tracción trasera»motor de un vehículo se realiza sobre el eje trasero.
(abreviada como RWD por sus siglas en inglés) es el sistema en el que la transmisión del movimiento delTradicionalmente fue el primer sistema empleado en los vehículos autopropulsados de más de dos ruedas, especialmente por su sencillez y la necesidad de hacer orientables las ruedas delanteras para la dirección. Durante décadas se empleó en la mayoría de los automóviles y camiones. En los primeros solo permanece en vehículos de altas prestaciones y potencia (ver vehículos de competición Fórmula 1 por ejemplo. En los segundos es la configuración básica debido a su tonelaje. Este tipo de transmisión es usado en prácticamente la totalidad de las motocicletas.
La mayoría de vehículos de propulsión trasera tienen el motor montado longitudinalmente en la parte delantera del mismo, transmitiendo el movimiento al eje trasero a través de la caja de cambios, el eje de transmisión, el diferencial y los palieres traseros.
Mejor adherencia de las ruedas tractoras, en fase de aceleración, debido a la transferencia de pesos que se genera por las fuerzas de inercia al acelerar. Mejor reparto de pesos que permite situar el centro de gravedad lo más cerca posible del centro de las 4 ruedas, en automóviles con el motor delante, compensando un poco a este.
Mayor coste constructivo, menos espacio disponible en habitáculo, mayor peso, mayor facilidad de perder adherencia en curva (especialmente con vehículos muy potentes) por la componente centrífuga de las fuerzas sobre el neumático.
En la propulsión trasera el efecto de la fuerza centrífuga hace que, si las ruedas giran a mayor velocidad durante una curva, la zaga trasera del vehículo se desplace hacia el exterior de la curva, lo que se denomina como sobreviraje.
Un tracción delantera en las mismas condiciones puede que, en lugar de sobrevirar al acelerar en curva, sus ruedas pierdan adherencia y continúe recto con el resultado de salirse de morro del carril. No obstante en un delantera también se pueden forzar situaciones de sobreviraje. Hoy en día la electrónica ha modificado sustancialmente la situación y el modo en que la tracción delantera o propulsión trasera se ve afectada por la intervención de los sistemas de control que anticipan los previsibles efectos de los desplazamientos de inercia y «ayudan» al conductor a mantener el vehículo en la trayectoria deseada. Los sistemas de control electrónico suelen tener posibilidad de ser desconectados, así como graduar, a voluntad para favorecer la interacción entre el conductor y su automóvil.
Desde el punto de vista físico existe un principio más o menos aceptado que reza así: «hasta 125 caballos tracción delantera, de 125 a 200 propulsión trasera y a partir de 200 idealmente tracción total». Esta vieja teoría se basa en el reparto y desplazamiento de masas durante la aceleración.
La llamada disposición clásica -motor delantero longitudinal y tracción trasera- tardó muy poco en convertirse en el estándar de la mayoría de los coches pre-Segunda Guerra Mundial. Tras las primeras transmisiones basadas en correas y cadenas, la transmisión por tubo de empuje popularizada por el Ford T mantuvo su hegemonía hasta su sustitución por la transmisión hotchkiss, que se convertiría en el sistema más difundido del siglo XX.
Su utilización, sin embargo, empezó a decaer a partir de los años 70 del siglo anterior en favor de la «disposición Giacosa», aparecida con el Autobianchi Primula, que establecía las bases de la tracción delantera con sus indudables ventajas, dejando a la propulsión trasera como una opción minoritaria para vehículos de alta gama y grandes deportivos. A partir de la década de 2010, sin embargo, la propulsión trasera ha resurgido en muchas berlinas medias y medio-grandes como característica premium. Una compañía precursora de esta tendencia fue el grupo Chrysler tras su fusión con la alemana Mercedes-Benz. La compañía, necesitada de una urgente renovación de gama, con los Chrysler 300 M aún basados en la plataforma LH -de origen American Motors/Renault con tracción delantera y motor longitudinal-, utilizó la plataforma del Mercedes-Benz Clase E W-211 para desarrollar su nueva plataforma LX de tracción trasera. Se utiliza en el exitoso Chrysler 300 C -y tras la adquisición de la marca por el grupo Fiat en su clon europeo Lancia Thema (2011)- en los Dodge Magnum y Dodge Charger.
Esta tendencia premium en Europa se puede observar también en la nueva plataforma Giorgio del grupo Fiat para el Fiat 124/Lancia Giulia -aparte del citado Thema- y en resurgir de la marca Jaguar. En Asia, las japonesas Lexus e Infiniti, así como modelos de Mazda, Subaru, Honda y diversos modelos de las coreanas Hyundai y Kia también están aumentando su gama de productos de propulsión trasera.
A continuación incluímos modelos recientes con motor delantero, propulsión trasera:
Los Chevrolet Corvette de la cuarta generación en adelante son motor central delantero con propulsión trasera como se ve en el compartimiento del motor del Corvette ZR-1
El motor del Honda S2000 se encuentra claramente por detrás de las torretas de la suspensión delantera.
El BMW Z4 tiene un generoso espacio entre la puerta delantera y la rueda delantera, una característica del motor ubicado centralmente.
Motor central delantero y propulsión trasera visto en un chasis del Morgan Roadster
Algunos vehículos poseen este tipo de configuración con motor y transmisión traseros.
En algunos casos el motor se encuentra en posición transversal y en otros, donde al motor se encuentra ubicado por detrás del eje trasero, longitudinal. Si el motor se ubica por delante del eje trasero, esta configuración se define como motor central.
Sus principales ventajas:
Algunos de sus inconvenientes son:
A continuación incluimos modelos recientes con motor trasero, propulsión trasera:
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