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Psicodinámica



La orientación psicodinámica en el campo de la salud mental sigue una línea que recoge el pensamiento psicoanalítico de la posmodernidad, basándose en que el acto de conducta es siempre un acto con sentido y con finalidad, con independencia de que el sujeto posea, o no, conocimiento de los mismos. La metodología derivada de esa concepción apunta, consecuentemente, a la exploración y objetivación de ese mundo interno del que el sujeto no tiene conocimiento, considerando lo inadvertido o inconsciente de la conducta como un componente esencial de la misma, precisamente por considerar que es lo inconsciente lo que da sentido y soporte a la conducta manifiesta. Ese objetivo marca la diferencia que la distingue de otras metodologías, las cuales tratan de una forma más marginal los componentes inadvertidos de la conducta. Una concepción dinámica de la salud mental, presupone la aceptación de dos principios esenciales:

Ahora bien, la psicoterapia dinámica es un enfoque particular de psicoterapia que utiliza conceptos psicodinámicos y un estilo de comunicación que, dependiendo de la modalidad, hace más o menos uso de la asociación libre y de la abstinencia del terapeuta. La terapia psicodinámica se deriva del psicoanálisis, del cual surge como modificación para una mayor brevedad, por medio de la focalización de la intervención en ciertos conflictos destacados en la condición actual del consultante.

En el campo de la técnica terapéutica, todas las corrientes psicodinámicas coinciden en la importancia del fenómeno de la transferencia/contratransferencia como elemento fundamental para el análisis, y se usa como principal herramienta "curativa" a la interpretación, que es la única que permite hacer consciente lo inconsciente y colocar el conflicto psíquico en un lugar desde el cual pueda ser reaprehendido y trabajado por el paciente a través del insight y la elaboración.

El adjetivo "dinámico" intenta explicar tres aspectos (Clapier-Valladon 1987):

Por un lado, la concepción genética de la personalidad. La interacción del individuo con el medio y su intento de adaptarse, va conformando en el niño, distintas etapas evolutivas con características propias.

Por otro lado, la "dinámica" de enfrentamiento, relación y choque, entre las instancias de la estructura del aparato psíquico determina, junto a la necesidad de homeostasis y equilibrio entre estas estancias, el comportamiento del sujeto. La dinámica freudiana plantea como constructor de estas estancias, las experiencias e historia del individuo.

El tercer aspecto es el carácter "profundo" de la teoría psicodinámica. El concepto básico y central de esta "profundidad" es el inconsciente, es lo no reconocido por la persona pero que influye y en algunos casos determina el comportamiento. El inconsciente no se puede ver con ojos mortales, es algo oculto, es algo que habrá que conocer a partir de signos, de símbolos. Freud establece un código de "signos" y "símbolos" para reconocer algunos aspectos del inconsciente. El inconsciente se convierte en algunos casos en la explicación última, final, y determinante del comportamiento. La verdad final.

En el modelo psicodinámico se da la convergencia de modelos teóricos explicativos de base psicoanalítica, en los que el psicoanálisis es el marco conceptual básico, pero no la única teoría conceptual explicativa de su quehacer clínico, ni sus técnicas se ajustan a las propias del tratamiento psicoanalítico convencional. Las raíces del modelo psicodinámico se encuentran en las obras de Sigmund Freud, a finales del siglo XIX, pero se ha ampliado tanto que incluye las ideas de los pensadores que han revisado los conceptos de Freud e incluso aquellos que las han rechazado. El modelo se fundamenta en las siguientes suposiciones principales:

El psicoanálisis tiende a incluir mayor número de sesiones y pretende una exploración más en profundidad, particularmente acerca de los conflictos inconscientes del paciente, como por ejemplo aquellos relacionados con la temática edípica. La terapia psicodinámica, en cambio, se centra de manera más focalizada en el aquí y ahora, dirigiéndose de manera más activa hacia la problemática actual del paciente, tenga esta base en su pasado o no.

El concepto de psicodinámica se origina con la publicación en 1874 de las Lecciones sobre psicofisiología, de Ernst von Brücke, para quien todos los organismos son sistemas energéticos, que siguen las leyes de la termodinámica, en particular la conservación de la energía. Fue este mismo año cuando von Brücke fue supervisor de Sigmund Freud, en ese entonces estudiante de primer año, quien luego sería el creador del psicoanálisis.

Los terapeutas, al considerar lo largo y costoso del psicoanálisis, y el hecho de que los análisis más largos que llegaran a tratar el complejo de Edipo no tenían mucho más éxito en cuanto a resultados clínicos tangibles, empezaron a desarrollar técnicas que dieran alternativas a la relativa pasividad del analista.

Siguiendo a Linn y Garske (1988), serían tres los desarrollos actuales de la psicoterapia de orientación psicodinámica:

Sus representantes serían autores como Jung, Adler, Fromm, Sullivan, Horney, Ferenczi, Reich y Rank. Principales características de esta corriente:

Llamada psicología del yo en los Estados Unidos y teoría de las relaciones objetales en Inglaterra, los autores más representativos son Mélanie Klein, Winnicott, Fairbain, Anna Freud, Erik Erickson, Hartmann, Rappaport y Guntrip.

Son todas aquellas que no se basan en la cura tipo psicoanalítica. Existen diversas variantes, como la psicoterapia breve, la psicoterapia de apoyo, la psicoterapia psicoanalítica, y los representantes más destacados son: Sifneos, Malan, Davanloo, Mann, Pinkus.

Algunas aportaciones individuales de los autores que más han aportado a la terapia psicodinámica son:

La psicoterapia infanto-parental (PIP) tiene el objetivo de abordar problemas de infantes, como los trastornos emocionales, conductuales y alimentarios. También tiene como objetivo abordar los problemas en la relación de los padres con sus hijos, tales como las dificultades en la creación de vínculos afectivos. Para esto, los psicoterapeutas usan un enfoque psicodinámico, que imparten de manera conjunta a ambos, al padre y al infante, en sesiones semanales durante el transcurso de varias semanas. Se ha planteado la interrogante de qué tan efectivo es el uso de la PIP con madres, para mejorar aspectos como la salud mental infantil o la relación infanto-materna.

Una revisión sistemática de 8 estudios, la mayoría realizados en Estados Unidos, y los otros en Canadá, Suiza y Suecia, concluyó que, en comparación con ningún tratamiento o con un tratamiento habitual, la PIP es eficaz en mejorar el estado de apego de los bebés de madres que atraviesan por adversidades, pero no hay evidencias que apoyen su uso para mejorar otros aspectos de la relación o el funcionamiento parental, o que apoyen su uso en vez de tratamientos alternativos. La calidad de la evidencia incluida, sin embargo, es débil, por lo que estos resultados deben interpretarse con cautela. [1]



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