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Psicología Evolutiva



Psicología evolutiva o del desarrollo humano. Estudia la forma en la que los seres humanos cambian a lo largo de su vida, comprende el estudio del ciclo vital, observa de qué manera cambian continuamente las acciones de un individuo y cómo este reacciona a un ambiente que también está en constante cambio. Los psicólogos denominan desarrollo al cambio psicológico sistemático que se da a lo largo de la vida. Durante este proceso la persona va accediendo a estados más complejos y "mejores" que los anteriores.[1]​ Esta es una rama de la psicología que ya tiene más de cien años. La psicología del desarrollo está interesada en explicar los cambios que tienen lugar en las personas con el paso del tiempo, es decir, con la edad. A esta materia también se le conoce con el nombre de “psicología del ciclo vital”, ya que estudia los cambios psicológicos a lo largo de toda la vida de las personas.

Ese sería, por tanto, el objeto de estudio de la psicología del desarrollo. Esos cambios que se dan en las personas a lo largo de la vida pueden ser explicados a través de unos factores que se encuentran enfrentados por parejas: la continuidad versus discontinuidad, la herencia versus el ambiente, y la normatividad versus la idiografía.[2]​ También el contexto en el que se desarrollan los sujetos nos permiten comprender mejor su evolución, así es necesario destacar el contexto histórico, el socioeconómico, el cultural e incluso el étnico, por citar los más importantes. Finalmente, vale la pena resaltar que el desarrollo debe ser entendido como un proceso continuo, global y dotado de una gran flexibilidad.[3]

A lo largo del último siglo han sido varias las corrientes y los modelos teóricos que han aportado sus descubrimientos e investigaciones para explicar el fenómeno del cambio. En general cada uno de estos modelos tienen sus propias explicaciones, a veces contradictorias a las que se presentan desde otras teorías. Esa diversidad de paradigmas explicativos enriquecen la comprensión del fenómeno del desarrollo.[4]

Como más significativos entre estos modelos es necesario citar el psicoanálisis; la psicología genética de Jean Piaget; el modelo socio – cultural de Lev Vygotski apoyado en la teoría de los espacios vacíos de Mercedes Chaves Jaime; las teorías del aprendizaje; el modelo del procesamiento de la información; y, más recientemente el modelo ecológico y el etológico.

Según Erik Erikson, hay una serie de tareas implícitas en el desarrollo del ser humano, propias de las sucesivas etapas. Estas tareas son, en gran parte, impuestas por la sociedad y la cultura. A través del proceso de socialización, el cumplir estas tareas llega a convertirse en una aspiración del propio individuo, marcando definitivamente su proceder en determinados momentos de su vida.

La psicología del desarrollo es una disciplina científica que forma parte de la psicología.

Basta y otros autores proponen la siguiente definición de esta disciplina:“La psicología evolutiva se preocupa por los cambios que tienen lugar en la conducta y las habilidades que surgen al producirse los cambios durante la vida.” Para estos autores la psicología del desarrollo tiene dos objetivos fundamentales: describir la conducta de los sujetos y la manera como evoluciona e identificar las causas y los procesos que producen cambios (evolución) en la conducta entre una época y otra.[5]

Palacios, un autor español, propone otra definición: “La psicología evolutiva es la parte de la psicología que se ocupa de los procesos del cambio psicológico que ocurren a lo largo de la vida humana” Esta definición es muy similar a la propuesta por los anteriores autores. Los cambios, a los que se refiere este último investigador tienen que ver fundamentalmente con tres cosas: la etapa de la vida, las circunstancias propias del entorno en las cuales el sujeto se desarrolla, y las experiencias particulares que vive cada persona.[6]

Tal como se puede observar en ambas definiciones aparece la palabra “cambio”, la psicología del desarrollo es la psicología del cambio, el cual se puede producir durante toda la vida, por eso se le conoce también con el nombre de psicología del ciclo vital.

Para poder comprender qué es la psicología del desarrollo se hace imprescindible comprender en primer lugar qué es el desarrollo. Por ello se describirá a continuación el concepto de desarrollo:

No es nada simple definir el desarrollo humano, pues existen tantas variables que pueden afectar sobre el mismo que incluso, a veces, es difícil identificarlas todas o conocer el grado de importancia que tiene cada una de ellas. Algunas de estas variables son internas al propio sujeto, y muchas veces heredadas, mientras que otras son externas, a menudo determinadas por el ambiente.

El concepto del desarrollo humano va ligado principalmente a tres aspectos: en primer lugar, a unos factores explicativos que ayudan a comprender el cambio psicológico. En segundo lugar, el concepto sobre el desarrollo está relacionado con los contextos en los que se desarrollan las personas. Finalmente, el concepto sobre el desarrollo tiene unas características propias.

El término desarrollo se ha especulado mucho, tanto que, en algunas ocasiones se han dejado de lado las últimas edades del desarrollo, por no representar cambios significativos en el pensamiento, el estado físico y emocional y, la capacidad productiva de los individuos. El concepto ha de ser amplio y suficiente, es por esto que definirlo sería cerrar las posibilidades y a consecuencia de ello es más fácil describir el desarrollo como un proceso de maduración donde se adquieren o se disminuyen habilidades y funciones físicas, mentales o sociales suscitando cambios observables en los individuos.[7]

Describe los primeros modos de representar, quizás coincide con el pictograma de Piera Auglanier, supone el elemento alfa de Bion. Son las primerísimas formas con los que el bebé representa su cuerpo y su mundo sin capacidad realistica y según placer-displacer. Son fundadas en experiencias reales. Las fantasías inconscientes están siempre presentes y activas en todo individuo, su presencia no es índice de enfermedad, la naturaleza de estas fantasías y su relación con la realidad externa es lo que determinara el estado psíquico del sujeto.

La fantasía inconsciente es la expresión mental de los instintos, y por consiguiente, como estos, existen desde el comienzo de la vida. Para cada impulso instintivo hay una fantasía correspondiente. Por ejemplo: al deseo de comer le corresponde una fantasía de algo comestible que satisfaga ese deseo: el pecho.

Crear fantasías es una función del yo, lo que supone un mayor grado de organización yoica en el nacimiento, con la capacidad del yo de establecer relaciones objetales primitivas en la fantasía y en la realidad.

La fantasía no es tan solo una fuga de la realidad, es un concomitante constante e inevitable de las experiencias reales en constante interacción con ellas.

La fantasía tiene un aspecto defensivo, como su objetivo es satisfacer impulsos instintivos sin recurrir a la realidad externa, se puede decir que la gratificación que proviene de esa fantasía es una defensa contra la realidad externa de la privación y contra la realidad interna de su propia hambre, de su propia ira.

La fantasía inconsciente como defensa tiene una relación con los mecanismos de defensa de proyección y de introyección, los utilizara en función de las fantasías, expresando lo que la persona siente que está incorporando o poniendo fuera de si.[8]

La estructura de la personalidad va a estar en gran parte determinada por las fantasías más permanentes del yo sobre sí mismo y sobre los objetos que contiene. Esta relación entre estructura de la personalidad y fantasía inconsciente es lo que hace posible poder influir en la estructura del yo y del superyó, en el análisis de la relación del yo con los objetos internos/externos modificando las fantasías sobre estos objetos.

La fantasía inconsciente es un nivel de registro y de expresión de una necesidad. Según Enrique Pichon-Rivière es la estrategia de satisfacción de una necesidad. Tiene un elemento argumental, dramático. La fantasía inconsciente es una escena en la que se dramatiza un deseo. En esa puesta en escena, el sujeto utiliza los elementos expresivos con los que cuenta en ese momento de su desarrollo, elementos expresivos emergentes de su experiencia. De allí que la expresión de la fantasía inconsciente se desarrolle evolutivamente desde la sensación a la imagen plástica, enriqueciéndose luego con la palabra.

Según Melanie Klein, luego de nuestro nacimiento atravesamos distintas etapas o posiciones, en orden temporal pasamos primero por la Posición esquizo-paranoide y luego por la posición depresiva, las cuales posteriormente se manifestarán en distintos aspectos de la vida adulta. La posición esquizoparanoide se explica desde la perspectiva de que al nacer tenemos capacidad suficiente ya como para sentir ansiedad, utilizar mecanismos de defensa y establecer primitivas relaciones objetales en la fantasía y en la realidad.

Al principio el yo está muy desorganizado, pero se observa una tendencia a integrarse, por lo que en las primeras etapas el yo es lábil, en constante fluencia, y su grado de integración varia de un momento a otro.

Cuando el yo se ve enfrentado con la ansiedad que le produce el instinto de muerte, lo deflexiona en parte en una proyección y en otra parte lo convierte en agresividad.

El yo se escinde y proyecta afuera la parte que contiene el instinto de muerte, poniéndolo en el objeto externo original: el pecho, por lo que llega a experienciar a este como malo y amenazador para el yo, dando origen a un continente de persecución. A menudo siente que la intrusión del instinto de muerte en el pecho escinde a este en muchos pedazos, encontrándose frente a muchos perseguidores. La otra parte de instinto de muerte que queda en el yo se convierte en agresión y se dirige contra los perseguidores.

Al mismo tiempo se establece una relación con el objeto ideal. Proyecta la libido creando un objeto que satisfaga el impulso instintivo del yo a conservar la vida, es decir, se proyecta el Instinto de Vida, pues se conforma el primer objeto bueno; pecho bueno, idealizado, que es el punto central del Yo. El objeto bueno condensa las experiencias gratificantes del contacto del Yo con el Objeto y la realidad externa. El resto de libido que queda dentro del yo lo utiliza para establecer una relación libidinal con ese objeto ideal.

El objetivo del bebé es tratar de adquirir y guardar dentro de si al objeto ideal e identificarse con ese, quien es (para el) el que le da la vida, y proteger y mantener fuera de si el objeto malo y las partes del yo que contienen instinto de muerte.-

La ansiedad predominante en esta posición es que los objetos persecutorios se introducirán en el yo y aniquilaran tanto al objeto ideal como al yo, frente a lo cual desarrollara mecanismos de defensa.[9]

Introyectar lo bueno y también proyectarlo para mantenerlo a salvo de su realidad interna

El rasgo constante es que en situaciones de ansiedad aumenta la disociación, y se utiliza la proyección e introyección para mantener a los objetos persecutorios tan alejados como sea posible de los objetos ideales, a la vez que mantiene a ambos bajo control.-

Idealiza excesivamente el objeto ideal con el fin de mantenerlo alejado del persecutorio y hacerlo vulnerable. Esta idealización excesiva está vinculada con la negación mágica omnipotente: es decir sentir que el objeto le pertenece y que el lo creó.-

Cuando la persecución es tan intensa y se hace insoportable el bebe la puede negar completamente. Esta negación básica se basa en la fantasía de total aniquilación de los perseguidores. Otra forma de utilizar la negación omnipotente como defensa ante la persecución excesiva es idealizar el objeto perseguidor y tratarlo como ideal.

La Identificación proyectiva se da cuando se escinden y apartan partes del yo y objetos internos y se los proyecta en el objeto externo, el que queda poseído, controlado e identificado con las partes proyectadas.

Según Erikson estas son ocho:

Al respecto, véase Neonatal, infancia, adolescencia, juventud, adultez y ancianidad

La teoría del aprendizaje se basa en la idea de que el desarrollo es la consecuencia de la suma de experiencias vitales que influyen en la conducta provocando cambios más o menos duraderos, pero que son modificables a través de nuevas experiencias de aprendizaje. Postulan que es la adaptación al ambiente lo que hace al ser inteligente modificar sus patrones de actuación para lograr así una mejor ejecución. La investigación en este campo permitió determinar las leyes del aprendizaje que provocan los cambios conductuales. Consideran que el desarrollo no responde a etapas estáticas y que se puede dar a lo largo de toda la vida. Se centran más en el cambio cualitativo que cuantitativo. Existen muy pocas variables inferidas en el estudio de la conducta, lo cual favorece la investigación empírica. Los inicios de la investigación conductual toman su origen de la filosofía de John Locke. Este autor concibe la “psique” humana como una “Tabula rasa” es decir, no traemos “prefijados” ningún patrón cuando venimos al mundo, sino que llegamos “limpios” y son nuestras experiencias vitales las que conforman nuestra personalidad. No es posible desarrollar ninguna habilidad si no es a través del aprendizaje, realizándose este a través de los sentidos. Los distintos autores dentro de la teoría del aprendizaje, se han centrado en definir cada uno las leyes que lo regulan más que a competir entre ellos sobre una teorías más ciertas que otras, llegando a principios comunes entre ellos:

1. La personalidad es fruto del aprendizaje

2. Las diferencias entre individuos responden a diferencias historias vitales que provocan diferencias experiencias de aprendizaje

3. La interacción entre el entorno y los patrones de aprendizajes pasados son los que permiten pronosticar la conducta futura

4. No existe ninguna determinación biológica que directamente genere la conducta.



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