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Psicología forense



La psicología forense es una rama de la Psicología jurídica que se ocupa de auxiliar al proceso de administración de Justicia en el ámbito tribuna licio. Es una división de la psicología aplicada relativa a la recolección, análisis y presentación de evidencia psicológica para propósitos judiciales.[1]​ Por tanto, incluye una comprensión de la lógica sustantiva y procesal del Derecho en la jurisdicción pertinente para poder realizar evaluaciones y análisis psicológico-legales e interactuar apropiadamente con jueces, fiscales, defensores y otros profesionales del proceso judicial.

Varela, M. (2014)[2]​ plantea que la psicología forense, pericial o psicología aplicada a los Tribunales, es una rama de la Psicología Jurídica que desarrolla sus conocimientos y aplicaciones con la finalidad de apoyar, con sus resultados, el trabajo jurídico en la Sala donde haya que impartir Justicia. Tiene como objetivo auxiliar al juez en la toma de decisiones.

Un aspecto importante de la Psicología Forense es la capacidad de testificar ante un juzgado en condición de perito experto, reformulando hallazgos psicológicos en el lenguaje legal de los juzgados para proveer información al personal legal de una forma que pueda ser entendida y aprovechada.[3]​ En cada país, los psicólogos forenses deben entender la psicología, reglas y estándares sistema jurídico nacional para que sean considerados como testigos creíbles. Es fundamental el entendimiento del modelo acusatorio bajo el cual funciona el sistema. También existen reglas sobre la presentación oral de la pericia, e incluso, la falta de una comprensión firme de los procedimientos judiciales resultará en la pérdida de credibilidad del psicólogo forense en el juzgado y su eventual recusación para excluirlo del proceso.[4]​ Un psicólogo forense puede ser entrenado en psicología clínica, social, organizacional o cualquier otra rama de la psicología, sin embargo la adecuada comprensión teórica y experiencia práctica en evaluación psicológica a través de instrumentos psicométricos y proyectivos así como de la psicopatología son fundamentales para la práctica pericial.[5]

En la Psicología Jurídica y Forense se ha hecho énfasis en el conocimiento generado y aplicado que se base en la evidencia científica.[6]​ Especialistas en otras áreas de la psicología como: clínica, o neuropsicología, educativa, etc. pueden actuar como peritos o expertos, será el psicólogo forense, por su formación específica, el especialista en la realización de las valoraciones psicológicas en el ámbito legal.

Generalmente, las preguntas que se proponen a los psicólogos forenses en el tribunal no son relativas a cuestiones psicológicas, sino más bien legales; y la respuesta debe ser en un lenguaje que el tribunal comprenda. Algunos aspectos que comúnmente son objeto de interrogación del sistema judicial a los psicólogos forenses son la competencia del acusado para someterse a juicio y ejercer su legítimo derecho a la defensa, o que se dictamine el estado mental del procesado al momento de cometer el crimen por el que es acusado, de forma de conocer la comprensión de la criminalidad del acto punible y la capacidad del imputado para dirigir sus acciones al momento de la comisión del delito, lo que tiene una incidencia directa sobre la responsabilidad penal que se le pueda imputar.[7][8]

También es función de los psicólogos forenses proveer recomendaciones con respecto al las condiciones de ejecución de la sentencia y al tratamiento que debe seguir el acusado, así como cualquier otra información que el juez requiera, como la referida a factores atenuantes, agravantes o eximientes, la valoración de la probabilidad de reincidencia y la evaluación de la credibilidad de los testigos. La Psicología Forense implica también capacitar y asesorar a policías, criminalistas u otro personal oficial de las fuerzas públicas de seguridad para proveer información psicológica relevante para el perfilamiento criminal de presuntos actores de hechos punibles.[9]

La disciplina de la psicología forense fue propuesta por profesionales en medicina, psicología, derecho y psiquiatría,[6]​ ya que como son ciencias humanas y del comportamiento, se unen para implementar de forma práctica una mejor colaboración y cubrir la necesidad de intervención de los psicólogos en los diferentes procedimientos judiciales.

El desarrollo según Marín M., Espacia A.. (2009)[10]​fue creciendo en 4 etapas:

En Barcelona Emilio Mira y López publican el "Manual de Psicología Jurídica"  con el que cual podía ofrece un objetivo de informar y proporcionar conocimientos que a la psicología les parecería más efectiva en su tarea. En 1962 en EE. UU. se considerará error judicial rechazar la peritación de un psicólogo respecto de su área de especialización, La Asociación Psiquiátrica Americana elevó su protesta en forma y su oposición a la no admisión del psicólogo como perito.[11]

En los setenta se introdujeron tópicos a la psicología forense como: testificación, jurados, conducta legal y magistrados, disuasión y sentencia juvenil, justicia, negociación, sistemas judican legal, negociación, sistemas judiciales justicia civil[12]

El rol del psicólogo forense se realiza ante la corte, cuando se requiere un asesoramiento al estamento jurídico, donde se ocupa de emitir informes (recopilar, examinar y presentar pruebas) que puedan ser utilizados como un argumento de un proceso judicial sobre una petición concreta. La Administración de Justicia establece el orden de las asignaciones de peritos judiciales. Así, el perito una vez designado judicialmente, tendrá cinco días para aceptar o no el cargo.[13]​En caso de aceptación, acudirá al juzgado donde se procederá a su nombramiento bajo juramento.[14]

En caso de aceptación, acudirá al juzgado donde se procederá a su nombramiento bajo juramento.[15]​ Los psicólogos clínicos, neuropsicólogos y otros con distinta especialización pueden contribuir como expertos o peritos cuando la corte así lo dicte. Los psicólogos forenses son los únicos que por su formación, son los adecuados para realizar valoraciones psicológico-legales, teniendo un lugar importante conociendo la responsabilidad legal del imputado, dictamina el estado mental del acusado en el momento que sucedió el delito.

La tarea del psicólogo forense implica asesorar a criminalistas, personal oficial, policías, jurado, entre otros para brindar información psicológica para el perfilamiento de los autores de situaciones punibles; causa de esta práctica el psicólogo puede trabajar con la población carcelaria de todo el país, no queda limitado al territorio metropolitanos como sucede en otros casos. Dentro del ámbito penal el psicólogo también interviene en los establecimientos carcelarios, allí se proponen “tratamientos para la rehabilitación”, se le informa a las autoridades carcelarias la existencia de respuestas o no al tratamiento antes propuesto.[16]

El perito emitirá su dictamen por escrito, en el plazo señalado, y lo hará llegar a su cliente en caso de contratación de parte. El cliente, por sí mismo o a través de su representación legal (abogado o procurador), dará curso a las partes (tribunal, Fiscalía y parte contraria). En el supuesto de designa por un juzgado, el perito deberá entregarlo al tribunal; en este caso, será el propio juzgado el responsable de dar traslado a los agentes implicados en el proceso del informe. La presencia del perito en la vista oral permite la ratificación, defensa y aclaración sobre su pericia.[17]​ Participan en distintos juzgados, mayormente en los juzgados civiles por cuestiones familiares, penales y laborales. Su labor debe ser imparcial y objetiva acerca de los hechos que se deben diagnosticar, utilizando un lenguaje coloquial para la comprensión e interpretación de los especialistas de otras áreas sea clara.

Resulta imperioso para el Psicólogo en general y para el Psicólogo Forense en particular, tener conocimiento sobre las obligaciones a las que suscribe al momento de participar en procesos de justicia donde se encuentren implicados niños o adolescentes, especialmente cuando éstos han sido víctimas de violencia, debido a que considerar los dilemas éticos que pueden dimanar de las prácticas con niños y adolescentes en el ámbito jurídico conlleva atender “las transformaciones en la concepción jurídica y social de la niñez y la adolescencia, sustentada en el nuevo paradigma de la protección integral de los derechos del niño, iniciado a partir de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño”.[18]

De este modo, la base de tales obligaciones se establece en la Convención sobre los Derechos del Niño, realizada por la UNICEF (1989), y que se convirtió en ley en el año de 1990, esta enfatiza los derechos y la protección especial que ameritan los niños y adolescentes en tanto se encuentran aún en pleno desarrollo físico, cognitivo y emocional; a este respecto, a los tres grandes principios de los derechos humanos (universalidad, indivisibilidad e interdependencia) se agregan cuatro principios específicos para la infancia y adolescencia, a saber:

Derivado de estos avances en materia de los derechos de la infancia y adolescencia, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (México) comenta que “La participación de las y los psicólogos en momentos específicos del proceso de justicia, son imprescindibles no sólo para la protección efectiva de los niños y los adolescentes, sino también para reforzar su recuperación emocional y propiciar su redignificación”[20]​, para lo cual “se vuelve necesaria la aplicación de medidas tendientes a garantizar el acceso [de los niños y adolescentes] a la justicia, (…) para todo ello se requiere del apoyo y asesoría de profesionales especialistas en la atención de la niñez y la adolescencia”.[21]

Así, la necesidad de psicólogos forenses especialistas en la infancia y adolescencia atiende al hecho de que las entrevistas y los exámenes que son aplicados a niños y adolescentes en el ámbito jurídico no han sido pensados, las más de las veces, de acuerdo a su nivel de desarrollo cognitivo y tampoco se hace uso de un lenguaje adecuado para su edad, de ahí la “conveniencia de que las niñas, niños y adolescentes sean entrevistados por una o un psicólogo especialista en niñez o adolescencia, no debiendo ser interrogados en forma directa por las partes”.[21]​ Aunado a ello, se sugiere también que las entrevistas se lleven a cabo dentro de instalaciones cuyas condiciones resulten adecuadas para la edad y etapa de desarrollo del o la menor en cuestión en cada caso, así como que los encuentros formales con el menor sean debidamente registrados en audio y video para posibilitar consultas posteriores, fomentando con ello la evitación de la revictimización de la infancia víctima de violencia.

De Nicolas, L. (1995).[22]​ menciona que las 7 áreas de intervención son:


En la actualidad, se cuenta con un gran número de instrumentos para la evaluación psicológica, de los cuales algunos de ellos se pueden utilizar para realizar un peritaje, lo que implica que una de las primeras preguntas que se debe plantear el perito / psicólogo en su actividad profesional e investigadora es ¿qué test utilizar? Como cabría suponer, no existe una respuesta única a esta pregunta, puesto que la respuesta viene determinada por los objetivos de la evaluación. Algunos de los instrumentos más utilizados en la psicología forense y validados para su utilización en México son:

Los tests de inteligencia en el ámbito forense sirven para medir la capacidad del individuo, la forma en que comprende al mundo que lo rodea y los recursos que posee para enfrentarse a cualquier situación que se le presente como en sus exigencias y desafíos.

Esta escala fue creada por David Wechsler en 1949, de ahí su nombre Wechsler de inteligencia para niños (WISC), “esta escala se basa en la inteligencia global, con varias pruebas que evalúan las distintas capacidades y habilidades que se reflejan en esta dicha escala y así mismo se suman todos los resultados y se puede obtener el coeficiente de inteligencia del niño”[25]

Esta escala fue creada por David Wechsler quien en 1955 publicó la primera revisión del Manual conocida como Escala Wechsler de inteligencia para Adultos (Wais) “Está dicha escala nos permite evaluar el funcionamiento Intelectual de la persona”[26]

La neuropsiquiatra Lauretta Bender fue la creadora del test Gestáltico Visomotor de Bender en el cual nos permite “evaluar el desarrollo de la inteligencia tanto niños como adultos y en el diagnóstico de los diversos síndromes clínicos de deficiencia mental, afasia, desórdenes cerebrales orgánicos, psicosis mayores, simulación de enfermedades y psiconeurosis”[27]

Esta Prueba se diseñó en el año 1938 por el psicólogo inglés John C. Raven, con el objetivo de “calcular el factor “G” el cual hace referencia a una cualidad personal y posiblemente hereditaria.Este Test es una prueba muy conocida y utilizada en el ámbito Psicológico y Psicopedagógico”[28]

Este Instrumento fue creado por Kellogg y Morton en 1934 en el cual su objetivo es la “evaluación general de la inteligencia en adultos con bajo Nivel cultural, también se puede evaluar con dificultades de lecto escritura y/o alfabetización” (KELLOG Y MORTON, 1934).[29]

Esta Prueba fue creada por el Venezolano Francisco Del Olmo, dicha prueba nos ayuda a “evaluar el nivel de inteligencia que nos permite obtener un índice general de la inteligencia de un sujeto, como la capacidad de aprendizaje de la persona”[30]

Los instrumentos de personalidad en una evaluación forense se utilizan para obtener perfiles o rasgos de las personas que han cometido delito y/i de las víctimas.

El autor de la técnica del dibujo proyectivo “Casa-Árbol-Persona” (H-T-P por sus siglas en inglés) es John N. Buck en 1995,[31]​ y la adaptación al español la realizó la Lic. Blanca Eugenia Romero Soto (Universidad de las Américas- Puebla).

El cuestionario 16 Factores de personalidad (16PF) es un instrumento diseñado para la investigación básica en psicología, para cubrir lo más altamente posible el campo de la personalidad en corto tiempo. Su autor es Raymond Cattell (1989).[33]

Este test es uno de los instrumentos más utilizados en la evaluación de adultos en los contextos clínicos, médicos, forenses y de selección de personal. Sus autores en esta nueva versión son J.N. Butcher, J.R. Graham, Y. S. Ben-Porath, A. Tellegen, W. G. Dahlstrom y B. Kaemmer, (2015)[34]​ sus adaptadores al español son A. Ávila-Espada y F. Jiménez-Gómez,

El MMPI-2 recoge la experiencia de más de 50 años de investigación y aporta una gran riqueza de información sobre la estructura de la personalidad y sus posibles trastornos, proporcionando hasta 3 escalas de validez, 10 escalas básicas, 15 escalas de contenido, 18 escalas suplementarias y 31 subescalas. Esta versión contiene algunas innovaciones, las cuales son la reducción del número de ítems y del tiempo de aplicación, así como un nuevo conjunto de escalas que permiten una evaluación más eficiente, centrada en el contenido y coherente en su estructura y organización. Consta de 338 ítems que requieren un tiempo de aplicación de entre 35 y 50 minutos, sustancialmente menor que el MMPI-2®, y ha sido fruto de un laborioso y complejo proceso de desarrollo y validación. Contiene ocho escalas de validez que permiten detectar eficazmente las principales amenazas a la interpretación de un protocolo: Ausencia de respuesta al contenido y Exageración o minimización de síntomas. Sus 42 escalas sustantivas permiten una evaluación eficiente y actualizada de las variables clínicamente relevantes en distintas áreas de la personalidad y la psicopatología. Para cada escala se incluyen hipótesis interpretativas de síntomas clínicos, tendencias comportamentales y características de la personalidad asociadas, así como consideraciones de tipo diagnóstico y terapéutico a tener en cuenta.[35]

Quienes llevaron a la adaptación de este test al español fueron V. Cardenal, M. Ortiz-Tallo, M.ª M. Campos y P. Santamaría. Actualmente se encuentra estandarizada para España, Argentina, Colombia y México.

El PAI-A permite la evaluación comprehensiva de la psicopatología en adolescentes mediante 22 escalas: 4 escalas de validez, 11 escalas clínicas, 5 escalas de consideraciones para el tratamiento y 2 escalas de relaciones interpersonales. Además brinda información sobre aquellos ítems críticos en donde se requiere la atención inmediata del profesional de la salud mental. En el ámbito forense, es utilizado tanto para el screening y diagnóstico como para la detección de grupos forenses específicos y la elaboración de informes ya que destaca por su claridad en la interpretación y la exhaustiva información que proporciona. (L.C. Morey, 2007),[36]

El PAI, en su versión para adultos, permite realizar la evaluación de las características de la personalidad más relevantes en la evaluación clínica y forense. Su autor es L.C. Morey (2011),[37]​ y sus adaptadores al español M. Ortiz-Tallo, P. Santamaría, V. Cardenal y M. P. Sánchez. La aplicación de la prueba puede ser individual y/o colectiva, en un tiempo de 45 minutos aproximadamente. Estandarizada para España, Argentina, Chile y México.

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Permite una evaluación comprehensiva de la psicopatología en adultos mediante 22 escalas: 4 escalas de validez (Inconsistencia, Infrecuencia, Impresión negativa e Impresión positiva), 11 escalas clínicas (Quejas somáticas, Ansiedad, Trastornos relacionados con la ansiedad, Depresión, Manía, Paranoia, Esquizofrenia, Rasgos límites, Rasgos antisociales, Problemas con el alcohol y Problemas con las drogas), 5 escalas de consideraciones para el tratamiento (Agresión, Ideaciones suicidas, Estrés, Falta de apoyo social y Rechazo al tratamiento) y dos escalas de relaciones interpersonales (Dominancia y Afabilidad). Además, incluye 30 subescalas que proporcionan una información más pormenorizada. En el ámbito forense el PAI es utilizado tanto para el screening y diagnóstico como para la detección de grupos forenses específicos (p. ej., valoración de peligrosidad, custodia de menores, psicopatía, maltrato…). Es empleado también en procesos de selección de personal (p. ej. selección de fuerzas armadas y seguridad).

El test de Frases incompletas de Joseph M. Sacks[38]​ fue elaborado en colaboración con otros psicólogos del “Veterans Administration Mental Higiene Service” de Nueva York. Sacks y sus colaboradores idearon Éste test es una prueba proyectiva, que consiste en presentar al sujeto un cierto número de frases incompletas, que el examinado debe complementar. Esta prueba revela pensamiento y sentimientos conscientes, preconscientes e inconscientes del evaluado, que el psicólogo puede analizar e integrar a la luz de los resultados obtenidos por medio de otras técnicas.[39]

La simulación dentro de la psicología forense, es una de las tantas alternativas que tiene el pericial por su forma compleja al diagnosticar, ya que no solo implementa habilidades de conocimientos e instrumentos técnicos afines de la disciplina, sino también el examinador intentara emplear todos los recursos psicológicos a su disposición para obtener beneficios legales posibles de los resultados.

El Inventario Estructurado de Simulación de Síntomas (SIMS) es un cuestionario verdadero-falso de 75 ítems. El manual era escrito por Michelle R. Widows y Glenn P. Smith.[40]​ Algunos psicólogos todavía utilizan el SIMS para detectar la posible simulación de síntomas médicos, creyendo que el SIMS de verdad puede medir simulación. En realidad, desde un psicométrico punto de vista, el SIMS demuestra muy baja especificidad. En 2014, Richard Rogers et al (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última)..[50] calculó la especificidad como .28. Los análisis psicológicos y psiquiátricos del contenido de los 75 ítems han demostrado que todos describen síntomas médicos legítimos.[51,52,53,54] Más del 50% de estos son síntomas verdaderos de síndrome post-conmoción cerebral, o lesiones o hernias de discos cervicales y lumbares.[55] Cuanto más síntomas médicos o psicológicos reporten estos pacientes honestamente, más probabilidades hay de que sean clasificados falsamente como "simuladores". [55] Los pacientes heridos en accidentes automovilísticos o los soldados con lesiones similares corren un alto riesgo de ser diagnosticados erróneamente como simuladores.[55] Sus tratamientos y otras indemnizaciones son falsamente negados. Los metanálisis estadísticos[56] han demostrado que los simuladores y los pacientes legítimos con lesiones por accidentes automovilísticos obtienen puntajes similares en el SIMS porque ambos grupos afirman sufrir síntomas médicos. Ambos grupos reciben SIMS puntajes más altos que las personas normales sanas que responden honestamente.[56] Un estudio reciente realizado por un equipo dirigido por Rogers (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).[50] encontró que más de dos tercios de los pacientes psiquiátricos legítimos fueron clasificados erróneamente como simuladores por el SIMS. El SIMS y las 5 escalas que lo componen (Psicosis, Deterioro neurológico, Trastorno amnésicos, Baja inteligencia y Trastornos afectivosno) tienen ninguna capacidad fiable para clasificar correctamente los simuladores y los pacientes verdaderos. El SIMS es sin validez.

Evaluación de la personalidad normal y patológica, es un instrumento utilizado en la evaluación de psicopatología en adultos en los contextos clínicos, médicos, forenses y de selección personal, dirigido a  clínica, psicopatología y forense, creado por los autores J.N Butcher, J.R., Graham, Y.S. Ben-Porath, A. Tellegen, W.G.[41]

En el ámbito forense en la prueba de abuso o agresión sexual ayuda a estimar la probabilidad de que las declaraciones de niños  de cualquier género y a mujeres alegan haber sido víctimas de abuso sexual, dejando secuelas en las víctimas y en su medio familiar como social.se ajusten realmente a lo sucedido.

Instrumento de carácter autoadministrado compuesto por 20 ítems que evalúa actitudes favorables hacia la violación de mujeres.

Está compuesto por 18 ítems, creados a partir de la experiencia clínica en el trabajo con delincuentes sexuales, utilizando en este inventario a los autores Mann, Webster, Wakeling y Marshall.[45]

Las escalas y test utilizados en el ámbito forense para medir violencia en cualquiera de sus modos son varios, proporcionan al perito o psicólogo forense información acerca de estas conductas tanto del agresor como la víctima, y permite tener una perspectiva más amplia acerca del caso que se tenga, son utilizadas también como herramientas complementarias si se desea indagar más acerca de la relación familiar, y para descartar posibles supuestos de lo que proporcionan otros test.

El test del dibujo de la figura humana de Karen Machover[46]​ (1949), es una herramienta utilizada en psicología que evalúa múltiples aspectos de la persona, este test es de tipo proyectivo, como menciona Larsen y Buss[47]​ (2005) “exponen que se basan en la denominada hipótesis proyectiva, la cual enuncia que las personas proyectan sus propias personalidades en lo que informan sobre un estímulo ambiguo”, es decir, que al pedirle a la persona que realice un dibujo de la figura humana, puede revelar aspectos que para la misma son inconscientes, así como formas de enfrentar situaciones, conflictos personales, entre otros aspectos.

La escala de aceptación de violencia fue principalmente construida por Velicer[48]​ (1989), y fue validada por Saldívar, G.[48]​ Para la población mexicana en el año 2000. Esta escala evalúa las actitudes de aceptación del uso de la fuerza y la coerción para la resolución de conflictos, y la tolerancia al uso de cualquier modo de violencia en una gran variedad de situaciones.

La escala es de tipo autoaplicable y consta de 14 reactivos los cuales se basan en una escala de tipo Likert para su evaluación, donde la puntuación mayor  de las respuestas es 4 (totalmente de acuerdo) y en caso contrario, la menor es 1 (totalmente en desacuerdo), asimismo, mientras mayor sea el número de la respuesta, mayor es el grado de aceptación de la violencia.[49]

50. Rogers R. Robinson EV, Gillard ND. The SIMS Screen for Feigned Mental Disorders: the Development of Detection-based Scales. Behavioral Sciences & the Law. 2014;32 (4): 455-466. doi:10.1002/bsl.2131.

51. Cernovsky ZZ, Mendonça JD, Ferrari JR, Sidhu G, Velamoor V, Mann SC, Oyewumi LK, Persad E, Campbell R, and Woodbury-Fariña MA. Content Validity of the Affective Disorder Subscale of the SIMS. Archives of Psychiatry and Behavioral Sciences. 2019;2(2):33-39.

52. Cernovsky Z, Bureau Y, Mendonça J, Varadaraj Velamoor V, Mann S, Sidhu G, Diamond DM, Campbell R, Persad E, Oyewumi LK, and Woodbury-Fariña MA. Validity of the SIMS Scales of Neurologic Impairment and Amnestic Disorder. International Journal of Psychiatry Science. 2019;1(1):13-19.

53. Cernovsky Z, Mendonça JD, Oyewumi LK, Ferrari JR, Sidhu G, and Campbell R. Content Validity of the Psychosis Subscale of the Structured Inventory of Malingered Symptomatology (SIMS). International Journal of Psychology and Cognitive Science. 2019;5(3):121-127.

54. Cernovsky ZZ, Mendonça JD, Ferrari JR, Bureau YRJ. Content validity of SIMS low intelligence scale. International Journal of Research in Medical Science. 2019;1(1):21-25.

55. Cernovsky ZZ, Ferrari JJR, Mendonça JD. Pseudodiagnoses of Malingering of Neuropsychological Symptoms in Survivors of Car Accidents by the Structured Inventory of Malingered Symptomatology. Archives of Psychiatry and Behavioral Sciences. 2019; 2(1):55-65.

56. Cernovsky ZZ, Mendonça JD, Ferrari JR. Meta-Analysis of SIMS Scores of Survivors of Car Accidents and of Instructed Malingerers. Archives of Psychiatry and Behavioral Sciences. 2020; 3(1): 01-11.



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