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Psittacus erithacus



El Loro Yaco (Psittacus erithacus),[2]​ también conocido como Loro Gris Africano, Loro Gris de Cola Roja o Yaco, es una especie de ave psitaciforme de la familia Psittacidae propia de la selva tropical africana. Su aspecto es inconfundible, por su pico negro, su plumaje de color gris y su cola roja. Se encuentra amenazado por la pérdida de hábitat y por las capturas para ser vendido como mascota, por lo cual está prohibida su tenencia, venta y comercialización. Se trata de un ave caracterizada por su elevada inteligencia y por su capacidad de memorización y repetición de palabras.[3]

En junio de 1977, Alex un joven loro gris africano (Psittacus erithacus) de 13 meses llegó a la Purdue University, en West Lafayette, Indiana. El yaco había sido escogido de un aviario de las cercanías de Chicago no por sus cualidades, sino completamente al azar. Nada más llegar al laboratorio recibió el nombre de Alex, cuyas iniciales se corresponden con «Avian Learning EXperiment». Estaba a punto de comenzar una de las más apasionantes experiencias ocurridas en el ámbito de la ciencia que se dedica al estudio de la inteligencia animal.

Veinticinco años después, podemos decir que los loros grises africanos han entrado por fin en los debates y teorías de psicólogos cognitivos, neurólogos y etólogos como nunca había ocurrido antes, y aunque lo han hecho de manera algo polémica, pocos expertos en cognición animal dudan ahora que hay tomarse en serio la inteligencia de los papagayos. Esto se lo debemos fundamentalmente a la tenacidad, el empeño y la perseverancia de la persona que encargó en su día aquel yaco de Chicago para someterlo a un largo programa de investigación: Irene Maxine Pepperberg.

El loro gris de cola roja[4]​ es un loro de medida mediana. Su nombre describe perfectamente su aspecto: a excepción de la cola que es de color rojo, tiene el cuerpo cubierto de plumas con distintas tonalidades de gris.

Algunos ejemplares presentan plumas rojas en otras partes del cuerpo. El pico y las uñas son de color negro y las patas de color gris oscuro. Miden alrededor de 33 cm de largo (28-39 cm) y pesan unos 475 g (380-600 g). Pueden llegar a vivir entre 70-90 años, y hay casos extremos registrados en ejemplares que han llegado a vivir 100 años, todo depende de la alimentación que reciba y sus condiciones de vida, ya que como bien es conocido, los aguacates y las pipas dañan en gran medida su hígado, lo que les ha provocado en varios casos la muerte al individuo.

Estos datos son, así mismo, muy relativos. Hay diferencias significativas entre las poblaciones que habitan las diferentes regiones que integran la gran área de distribución de esta especie. Los individuos que pertenecen a las poblaciones del África Central son más grandes que los del África Occidental.

A todo ello, tenemos que añadir las diferencias intrínsecas al dimorfismo sexual. Las hembras son más pequeñas que los machos. Un macho adulto pesa alrededor de los 530 g (puede llegar a superar los 600 g). La hembra, en cambio, difícilmente llega a superar los 500 g y acostumbra a estar por debajo de los 460 g.

Aparte de estas diferencias por lo que respeta a las medidas, el dimorfismo sexual de esta especie es poco significativo y difícilmente apreciable a simple vista. Las hembras acostumbran a tener un plumaje más claro que los machos (hablando siempre por comparación entre individuos procedentes de una misma zona geográfica). El aspecto general del macho es más macizo, la cabeza más cuadrada y el pico más grande, en relación con las hembras.

Los individuos inmaduros tienen un peso y medida inferior a la de los adultos y presentan también diferencias de coloración. En ellos el color del iris es muy oscuro cuando los animales tienen pocos meses, para pasar después a un color blanco-gris.

En jóvenes de más edad es amarillo claro y, finalmente, en los adultos es amarillo intenso. La cola de un joven que aún no haya mudado la pluma no es de color rojo inmaculado como la de los adultos, sino que tiene un tono más negruzco, especialmente en el extremo.

Los yacos son animales gregarios que viven en bandadas organizadas jerárquicamente. En una misma bandada pueden congregarse centenares de individuos. Como pasa en la mayor parte de grandes psitácidos, el yaco establece vínculos de pareja estables. La temporada de cría varía dependiendo de la localización geográfica, de las correspondientes condiciones climáticas y de la disponibilidad de alimentos existentes.

Así, puede haber puestas prácticamente a lo largo de todo el año, si observamos el conjunto del área de distribución. Por ejemplo, en el África Occidental la temporada va de noviembre a abril y, en cambio, en la República Democrática del Congo va de julio a diciembre.

Construyen los nidos en cavidades de los árboles, a una gran altura respecto del suelo. La media de huevos por puesta es de 3 (de 2 a 5). Son de color blanco y miden aproximadamente 36 x 28 mm. La incubación se inicia habitualmente con la puesta del primer o segundo huevo. La incubación dura de 27 a 30 días. Los jóvenes abandonan el nido a los 70-80 días.

No son recomendables con niños pequeños porque la fuerza de su pico fácilmente lastima seriamente y si bien no utilizan sus garras de manera agresiva son naturalmente afiladas por lo que se debe tener especial precaución.

En la comunidad Europea y los Estados Unidos está prohibida la comercialización de estos loros si han sido capturados de ambientes salvajes. Recientes estudios estiman mucho más alta la tasa de extracción de la naturaleza de lo que se creía, de hasta un 20 % de la población total anualmente. Los criadores muchas veces los privan de tener contacto con sus padres para que graben la impronta de los humanos aunque esto puede traerles consecuencias de adultos para relacionarse con otros loros.

Siempre están pensando. Cuidar a un yaco es más parecido a tratar con un niño que con una mascota, demanda atención las 24 horas del día. Su extrema inteligencia y sensibilidad le lleva fácilmente a la depresión si no es correspondido. Responden bien a la psicología infantil, pero los loros grises no son niños: son animales inteligentes y salvajes que han sido sacados una o dos veces de su ambiente natural y que necesitan que se les enseñe a ser una buena compañía.

Los yacos tienen una enorme habilidad para captar nuestros pensamientos, sentimientos, estados de ánimo y energía, y nos obligan a enfrentarnos a nosotros mismos porque en su comportamiento reflejan lo que nos pasa dentro. Establecen un vínculo de pareja con su dueño y si se les proporciona una, vuelcan su devoción en ella. Es longevo (puede vivir unos 60 años), es el pájaro hablador por excelencia, sólo superado por la gran capacidad habladora del Miná del Himalaya: es tan buen hablador como imitador.



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