Se conoce como pueblos originarios de Ciudad de México, a una serie de poblaciones cuya estructura social y política se mantiene desde hace siglos, estos pueblos son reconocidos y apoyados por el Gobierno de la Ciudad de México sobre la base de una serie de acciones llamadas Programa de Apoyo a Pueblos Originarios (PAPO), que son desarrolladas por medio de la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades desde el año de 2007. Además, reciben apoyo directo del Consejo de Pueblos y Barrios Originarios de la Ciudad de México, creado en 2007 a través del Acuerdo de Creación del Consejo de Pueblos y Barrios Originarios de la Ciudad de México, publicado en la Gaceta Oficial de la Ciudad de México.
Los pueblos originarios son aquellas localidades que históricamente se desarrollaron de manera independiente a la Ciudad de México, pero que han sido absorbidas por ella, como consecuencia del crecimiento de la metrópoli. La mayor parte de estas comunidades tienen su origen en la época prehispánica, y fueron fundados por grupos de filiación otomangue —como los otomíes, y matlatzincas— y nahua. En la actualidad, la mayoría de los pueblos originarios poseen topónimos de origen náhuatl, aunque en muchos de ellos se hablaba otomí, mazahua y matlatzinca en el momento de la Conquista.
Es así como en el presente los pueblos originarios son considerados de ascendencia nahua, normalmente asociados a un territorio que han conservado desde los tiempos de la Conquista y que en varias ocasiones han sido defendidos por medio de documentos de origen colonial, tal como ocurrió en Cuajimalpa con el Códice Techialoyan de Cuajimalpa, estos pueblos a su vez mantienen a su interior un sistema de gobierno propio elegido por tradiciones y costumbres, las cuales en su mayoría provienen entre de épocas prehispánicas pero regularizadas con la Corona Española, sobre todo en las denominaciones y símbolos de los cargos, tales como Fiscal, Mayordomo y Sargento; mucho de esta perseverancia se debe a la influencia de la Iglesia católica, la cual para lograr una conversión pacífica adoptó muchas de las tradiciones y fiestas religiosas indígenas, como la fiesta de Día de Muertos que sincretizo con la de Día de Todos Los Santos y la Conmemoración de los Fieles Difuntos propias de Europa.
La Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades del Gobierno de la Ciudad de México reconoce a 141 poblaciones capitalinas como pueblos originarios. Estas comunidades pueden participar en la convocatoria del Programa de Apoyo a los Pueblos Originarios que otorga financiamiento a proyectos ciudadanos de desarrollo comunitario propuestos por los vecinos de dichos pueblos.
Existen otras poblaciones cuya estructura social actual las descartó para ser considerados como pueblos originarios, debido a la alta inmigración que ha destruido sus formas de organización e identidad tradicional. En otro lado el rompimiento se dio desde la llegada de los inmigrantes, los cuales en no pocos casos se hicieron de sus propiedades por medio de la invasión pacífica o violenta, como ocurrió en el Pedregal de Santo Domingo en Coyoacán y que es una práctica aun usada por grupos políticos.
Esta situación es considerada la fuente del uso de la palabra chilango por parte de originales de la Ciudad de México para referirse a los inmigrantes molestos que tratan de destruir o aprovecharse de las tradiciones y prácticas de los pueblos originarios,[cita requerida] como fue el caso de la expropiación de terrenos al pueblo de San Mateo Tlaltenango en Cuajimalpa para infraestructura urbana, los cuales luego fueron dados como pago por la construcción del Puente de los Poetas a la constructora que durante varios años los había querido adquirir directamente del ejido.
Entre las comunidades históricas en Ciudad de México que no se consideran pueblos originarios se encuentran las siguientes:
En la nomenclatura actual es usual oír en México, llamar indistintamente a una población con calidad de pueblo, barrio de pueblo, villa e incluso ciudad, como Colonia, sobre todo en Ciudad de México, donde la proporción de habitantes con antecedentes de inmigración reciente o de un par de generaciones es muy alta con respecto a la de los que tienen tres o más generaciones viviendo en el territorio.
Estos emigrantes recientes normalmente se asentaron en desarrollos y fraccionamientos regulares e irregulares –irregulares en su gran mayoría- los cuales se llamaron genéricamente Colonias, como sus habitantes normalmente hacían vida de colonos, ya que debían organizarse en grupos políticos llamados Consejos de Colonos con el fin de conseguir que las autoridades delegacionales les dotaran de los servicios básicos, como deslinde de terrenos, calles, agua potable, drenaje, energía eléctrica o transporte público, esto a cambio de su apoyo en cuestiones políticas.
Dos ejemplos de esto son La Villa de Guadalupe donde solo hoy dos de sus barrios tradicionales llevan el nombre de barrio, el otro San Pedro Cuajimalpa que estaba formado por cinco barrios, el central de estos era llamado oficialmente San Pedro, pero en el siglo XX de su séptima década se le llamó Colonia Cuajimalpa, en los ochenta Colonia Cuajimalpa Centro, en los noventa Centro, en la primera década del siglo XXI de nuevo Cuajimalpa Centro y recientemente Pueblo Cuajimalpa (2010), lo que provoca en sus habitantes varios problemas con documentos legales que pueden presentar diferentes nombres. Esto mismo se ha presentado en varias partes de la delegación Cuajimalpa.
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