Quackery es la promoción de prácticas médicas fraudulentas o ignorantes. Un quack es un «farsante fraudulento o ignorante que finge poseer conocimiento médico» o «una persona que finge, profesionalmente o públicamente, tener destrezas, conocimientos o cualificaciones que no posee; un charlatán».
La palabra quack deriva de la palabra arcaica de origen neerlandés quacksalver (escrito «kwakzalver» en neerlandés contemporáneo), literalmente «vendedor ambulante de pomada». En la Edad Media la palabra quack significaba «gritar». Los quacksalvers vendían sus mercancías en el mercado pregonando a viva voz.
"Fraude en salud" se utiliza a menudo como sinónimo para quackery, pero la característica más notable de esta última es su promoción más agresiva (quacks quack!, «los quacks hacen ¡quackǃ»).Pseudomedicina es un término para tratamientos de ineficacia demostrada, independientemente de si sus defensores realmente creen en su eficacia.
Stephen Barrett de Quackwatch define la práctica de este modo:
Paul Offit ha propuesto cuatro maneras en que la medicina natural «deviene en quackery»:
La comunidad de la medicina basada en hechos ha criticado la infiltración de la medicina alternativa a la medicina académica, educación y publicaciones, acusando a instituciones de «desviar tiempo, dinero y otros recursos de investigación de líneas investigativas más fértiles para perseguir una teoría que tiene ninguna base en biología». R.W. Donnell acuñó la frase «medicina quackadémica» para describir esta atención dada a la medicina alternativa por la academia. Refiriéndose al Informe Flexner, dijo que la educación médica «necesita una buena limpieza doméstica flexneriana».
Por ejemplo, David Gorski criticó Brian M. Berman, fundador de la Centro de Medicina Integrativa de la Universidad de Maryland: «Había evidencia de que tanto la acupuntura real y la simulada eran más eficaces que ningún tratamiento y que la acupuntura puede ser un complemento útil a otras formas de terapia convencional para el dolor de espalda baja». También reprendió a los editores y pares revisores de la New England Journal of Medicine por permitir su publicación, ya que recomendó apasionadamente engañar deliberadamente a los pacientes para conseguir un efecto placebo sabido.
Se han propuesto muchas razones sobre por qué los pacientes aceptan el quackery a pesar de su carencia de eficacia:
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