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Raymond Williams



¿Qué día cumple años Raymond Williams?

Raymond Williams cumple los años el 31 de agosto.


¿Qué día nació Raymond Williams?

Raymond Williams nació el día 31 de agosto de 1921.


¿Cuántos años tiene Raymond Williams?

La edad actual es 102 años. Raymond Williams cumplirá 103 años el 31 de agosto de este año.


¿De qué signo es Raymond Williams?

Raymond Williams es del signo de Virgo.


Raymond Williams (Llanfihangel Crucorney, Gales, 31 de agosto de 1921 - Saffron Walden, Essex, Inglaterra, 26 de enero de 1988) fue un novelista, crítico, intelectual y teórico marxista galés. Fue una figura importante tanto dentro de los movimientos de la Nueva Izquierda como en la cultura en general; sus escritos sobre política, cultura, medios de comunicación masivos y literatura fueron una importante contribución a la crítica marxista de la cultura y el arte.

Tras estudiar en el Trinity College en Cambridge fue profesor de arte dramático en la Universidad de Cambridge (1974–1983). Su libro Culture and Society (Cultura y sociedad), publicado en 1958, es considerado fundacional para los estudios culturales y el materialismo cultural.

Williams abordó sus investigaciones desde una perspectiva original de «marxismo cultural», siendo muy consciente de las implicaciones de la cultura en los procesos históricos y el cambio social. Williams puso particular énfasis en su enfoque «marxista de la subjetividad»: su principal interés fue introducir en el pensamiento marxista la centralidad de la conciencia y de la acción orientada por los valores, en oposición al «marxismo de la objetividad» tradicional, que atribuía el cambio social a una serie de fuerzas ajenas a la voluntad consciente de los hombres.

Hijo de un empleado del Ferrocarril, nació en Lanfihangel Crocorney, Gales, Reino Unido. Por méritos personales y académicos, y porque vivió una época de transformación de clase, tuvo la posibilidad de asistir a Cambridge, siendo entre muchos otros (como Richard Hoggart o Stuart Hall) de la primera camada de hijos de obreros con la posibilidad de acceder (mediante becas o ayudas económicas) a una educación universitaria.[1]

De esta forma, Raymond Williams inicia estudios sobre la mediología y la sociología contemporánea. Fue uno de los iniciadores de los Estudios Culturales. Williams da una perspectiva más sociológica de la TV.

Uno de los factores que se encuentran en la base del valor del fenómeno tecnológico televisivo es la movilidad de personas y mercancías, la creación de redes de comunicación, etc. En la actualidad sentimos necesidad de saber qué ocurre en otras partes del mundo porque no sólo tenemos intereses en nuestro entorno inmediato o nacional. En otros países podemos tener intereses económicos o conocer a gente por la que nos preocupamos. La televisión nace, pues, como deseo social, gracias a las condiciones de movilidad que los pueblos occidentales habían experimentado con el telégrafo, en el plano cultural, y con el ferrocarril en el plano físico, corporal.

Aun así, la TV también se ha introducido en sociedades que ni siquiera han llegado a la revolución industrial. La TV aparece en la sociedad occidental, como producto de la revolución industrial. En la base de Internet se encuentra la alfabetización, producto de las políticas sociales.

Williams reconoce que pese a la importancia de lo social, la tecnología también cuenta. El incremento de la movilidad (terrestre, marítima, aérea) genera una mayor necesidad de información para la humanidad. Según Williams, el deseo social no nace de la tecnología, convive con ella. También afirma que la propia tecnología aparece como un deseo, que se manifiesta desde la definición de un proyecto hasta su concepción material y su introducción en el mercado.

No hay marcha atrás en la digitalización de los archivos: ya es una necesidad. Cuando un inventor desarrolla una salida a un problema, puede estar manifestando tanto una fantasía propia como un deseo común. Los ingenios que finalmente se desarrollan y expanden son aquellos que no sirven sólo a una fantasía, a un deseo individual.

Medios como la radio, el teléfono y el telégrafo, aunque surgen de distintas necesidades sociales o comerciales, constituyeron una aplicación inmediata de las innovaciones en el campo de la transmisión de la información a distancia. Con la radio, el cine y la fotografía, el imaginario tecnológico había demostrado poseer los elementos constitutivos de la comunicación televisiva. Desde este punto de vista, la TV no ha comportado una innovación tecnológica radical, sino una combinación.

La TV tenía competidores de mayor calidad en cuanto a definición de imagen y sonido (la fotografía, el cine, y la radio). Si la TV es débil con respecto al cine, ¿por qué se impone? La TV es un medio poco eficaz de transmisión y difusión visual. Esto no quiere decir que no sea eficaz como medio de comunicación. Sin embargo, la mayoría de la gente se ha habituado a este medio de una calidad visual inferior.

La casa privada es el contexto social gracias al cual se ha dado este caso de preferencia por una tecnología inferior. El contexto de casa privada es resultado de la revolución industrial, así como la burguesía.

Sin la posibilidad de capilaridad (llegar a muchos hogares), la TV habría encontrado dificultades en su génesis. Otra situación que se da actualmente es la difusión del fenómeno televisivo en lugares que no cuentan con la estructura de casa privada. Esto no contradice la teoría de la capilaridad necesaria en la génesis del fenómeno televisivo. Sobre el movimiento de los sin tierra. En un país de Sudamérica grupos de personas han creado poblados en aquellas zonas de los latifundios olvidadas por sus propietarios. Cultivan una tierra que no es suya y viven de ella. Cuando acaban su jornada laboral se reúnen en una cabaña para ver la TV.

La tecnología es como una semilla: no crecen todas ni en todos los lugares. Pese a ser un elemento débil tecnológicamente hablando, la TV ha superado a otros medios en cuanto a difusión visual.

¿La televisión tenía algo especial que ofrecer en sus inicios? Williams responde que la TV no aporta nada respecto de sus contenidos, ya que copiaba formatos de la radio y el cine. Al contrario que las anteriores tecnologías comunicativas, la radio y la televisión eran sistemas concebidos sobre todo para la transmisión y la recepción como conceptos abstractos, con poca o ninguna definición previa de contenidos.

En las primeras emisiones no había programas definidos. Hubo una época de experimentación y de adaptación de los contenidos al medio televisivo. Poco a poco la TV ha ido superando la carencia consistente en su inicial inadaptación para cualquier cosa.

La opinión de Hans Magnus Enzensberger sobre la TV: es el «medium-cero», un medio de anulación de los contenidos de la comunicación social. Todo lo que ocurre en la pequeña pantalla queda vacío de significado y se convierte en un mero ejercicio de luminiscencia, en una estética de la apariencia.

Williams afirma que la TV sólo fue capaz de adaptar los contenidos a su estructura concreta, ya que su verdadera naturaleza es la de presentarse como un flujo. El modelo que triunfa en la TV es el de la mezcla de imágenes, de géneros, de contenidos: el flujo. El flujo se contrapone a una estructura en bloques, a una discriminación u ordenación de los contenidos.

El medio televisivo alcanza su madurez cuando adquiere su estructura de flujo, y ésta no es una característica negativa en sí misma. La inconsistencia de los contenidos llega a su máximo con el zapping.

En Marxismo y Literatura (1977), libro fundamental del aporte de Williams, la cultura es entendida como un proceso social total, en el que la ideología de una clase no sólo se proyecta sobre la misma, sino que sobredetermina (con relativa autonomía) al conjunto de todas las estructuras sociales.

A diferencia de lo esbozado por Arnold o Leavis, quienes proponían regresar a cierto consumo elitista de los bienes culturales (análogo, pese a fundamentos y formaciones distintas, al modelo desarrollado por Horkheimer y Adorno); en Williams la ampliación del término enaltece el componente dinámico del proceso. La cultura deja de ser algo acabado, fijado, o establecido de manera sistemática. Es un momento que sucede como lo vivido, de oposición entre los distintos valores y experiencias de clase.

Lo importante es leer aquí no sólo la resistencia de dicha clase, sino cómo estos mismos elementos también se irán incorporando dentro de la cultura de élite. El arte, por tanto, concentrará algo más en su cielo que vientos frescos y tonificantes. De la misma manera que la “publicidad representativa”, como señala Habermas, pierde su autonomía con el advenimiento de la burguesía; la democratización del arte no sólo instaura un nuevo poder, sino que un su estela engendra una nueva e inevitable sombra.[2]



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