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Residuo sólido urbano



Los residuos sólidos urbanos (RSU), residuo sólido urbano, residuo urbano o residuo doméstico, son aquellos residuos, basura, desperdicio o desechos que se generan en los núcleos urbanos o en sus zonas de influencia. Los residuos sólidos urbanos se componen de residuos orgánicos (alimentos, excedentes de comida), cartón, papel, madera y en general materiales inorgánicos como vidrio, plástico y metales.

Una fracción de los residuos domiciliarios totales generados sigue su curso a un relleno sanitario, mientras que la otra continúa hacia el reciclaje.[1][2]

El residuo sólido urbano no comprende los catalogados como peligrosos, aunque se pudieran producir en los anteriores lugares o actividades.[3]

Los residuos sólidos urbanos se dividen principalmente en orgánicos e inorgánicos:

Estos residuos también se pueden clasificar en:

También se pueden clasificar por tipo, algo especialmente útil para la separación de residuos en origen:

La gestión de los residuos sólidos urbanos comprende tanto aspectos organizativos como aspectos operativos que tienen como fin proteger el ambiente, la salud y la calidad de vida de la población. La gestión se inicia con la generación, en la cual se deben tener en cuenta los principios de minimización en la producción de los mismos (teniendo en cuenta que los residuos generados son proporcionales al nivel desarrollado), recolección, transporte, transferencia, tratamiento y disposición final de los mismos de una forma segura, tanto para el personal que labora en dicha actividad, como para la población, sin causar impactos negativos al medio ambiente, con los mínimos costos, respetando las normas legales nacionales y los convenios internacionales.[7]

La generación consiste en la realización de cualquier tipo de actividad que produzca residuos domiciliarios, bien sean en grandes cantidades (residuos generados por supermercados, hospitales y hoteles), o en pequeñas cantidades (residuos generados por los hogares). El principio de minimización es la acción de reducir al mínimo posible el volumen y peligrosidad de los residuos sólidos, a través de cualquier estrategia preventiva, procedimiento, método o técnica utilizada en la actividad generadora. Las acciones más utilizadas para disminuir la cantidad de residuos generados se basan en la aplicación del principio o regla de las tres erres (reducir, reutilizar, reciclar).[5]

La recolección es la recogida de los residuos acondicionados por el generador para encaminarlos por el medio del transporte adecuado, a una estación de transferencia, a una unidad de tratamiento o al lugar de disposición final.[1]​ Se pueden distinguir dos tipos de recolección: la recolección general y la recolección selectiva:

Dentro del sistema de recolección se debe definir si la misma será:

El transporte consiste en los viajes a los que son sometidos los residuos domiciliarios desde donde son generados hasta los puntos de tratamiento o plantas de transferencia. El transporte debe realizarse en vehículos habilitados y debidamente preparados para asegurar que no se dispersen los residuos en el ambiente.[7]​ Algunos de estos son:

Una estación de transferencia de residuos sólidos domiciliarios, se define como el conjunto de equipos e instalaciones donde se lleva a cabo el transbordo de dichos residuos, de los vehículos recolectores a vehículos de carga en gran tonelaje, para transportarlos hasta los sitios de destino final. El objetivo fundamental de una estación de transferencia, es incrementar la eficiencia global de los servicios de manejo de los residuos, a través de la economía que se logra con la disminución del costo general de manejo, así como por la reducción en los tiempos de transporte y la utilización intensiva de los equipos y el recurso humano.[8]

Han surgido diferentes maneras de verter los residuos a las transferencias, las cuales también han ido mejorando por las necesidades y experiencias obtenidas en los diferentes países del mundo. Algunos tipos son:

Una vez recolectados y antes de ser depositados en los sitios de disposición final (o rellenos sanitarios), los residuos sólidos pueden ser sometidos a procesos que produzcan beneficios técnicos, operativos, económicos y ambientales. Por lo que el tratamiento de residuos consiste en la realización de operaciones en plantas de tratamiento de sólidos para su: acondicionamiento, valoración o eliminación.[1]

Algunos procesos de tratamiento de residuos sólidos domiciliarios son:

Es el conjunto de operaciones destinadas a lograr el depósito permanente de los residuos domiciliarios en lugares especialmente acondicionados y habilitados para ello. Estos lugares son conocidos como centros de disposición final, los cuales deben cumplir con ciertas características como: estar en lugares alejados de áreas urbanas para que no afecten la calidad de vida de la población, no ubicarse dentro de áreas protegidas o de lugares que tienen elementos del patrimonio natural y cultural, ni tampoco localizarse en áreas que se pueden inundar. Los centros más comunes de disposición final de residuos domiciliarios o urbanos son los rellenos sanitarios, los cuales son lugares donde se da la eliminación final de los desechos sólidos en el suelo, con el objetivo de no causar molestias, peligros para la salud y la seguridad pública ni daños al medio ambiente.[1][7]

La industrialización, el desarrollo de las economías y el aumento continuo del consumo, han incrementado el volumen de residuos producidos por las sociedades del mundo. De igual manera, el mal tratamiento de estos puede generar consecuencias negativas a la salud de las personas, al igual que a los ecosistemas naturales. Algunos de estos impactos son:




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