La revolución agrícola británica describe un período de desarrollo agrícola en Gran Bretaña que abarca desde el siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX, período durante el cual existió un incremento muy alto de la productividad agrícola, del rendimiento y de la producción total. Estos hechos provocaron un aumento de población,liberando del campo a un significante porcentaje de la población, que constituyó la mano de obra de la Revolución Industrial.
No parece muy claro el proceso a través del cual se desarrolló la Revolución Agrícola. Se citan los siguientes factores básicos en este proceso:
Algunos historiadores argumentan que de hecho no hubo ninguna «revolución», sino simplemente una evolución rápida en los métodos que conllevó el gran incremento de la productividad agrícola. También es el período en que se asientan y popularizan nuevas forrajeras y otros cultivos procedentes de América (maíz y papa entre ellos) que influye en este proceso.
Pero no solo los cercamientos fueron entre las tierras ajenas, si no que en las mismas tierras de los terratenientes, o campesinos que lograron obtener fortunas, se realizaban con el fin de impulsar un nuevo método de rotación, que era de tipo continuo, y no trienal (que dejaba un campo descansar para recuperar sus nutrientes). En el método continuo se alternaban los cultivos de cereales con los de legumbres y al tercer año de cultivo se plantaban plantas forrajeras que servían de alimento para los animales y tenían el doble propósito de brindar a la tierra concentraciones de nitrógeno, y al mismo tiempo se lo brindaban los desechos de los animales que pastaban en las tierras.
Desde finales del siglo XVII, los agricultores comenzaron a practicar sistemas de rotación de cultivos basados en periodos de tres, cuatro, seis y doce años que eliminaban el barbecho. Este proceso se generalizó en el siglo XVIII. En la rotación de carácter cuatrienal se rotaba el trigo, tubérculos, cereales de primavera y leguminosas y en el cuarto año plantas forrajeras como alfalfa, trébol, colza y lúpulo. Este proceso incrementó la productividad al aumentar las superficies cultivadas, creció también el rendimiento por hectárea al existir mayor cantidad de abonos y el incremento de la cabaña posibilitó la sustitución de la fuerza humana por la animal.
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