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Rodolphe Salis



Louis Rodolphe Salis,[1]​ nacido en Châtellerault el 29 de mayo de 1851 y muerto en Naintré el 20 de marzo de 1897, fue el creador, animador, propietario y alma del famoso cabaret Le Chat Noir.

Hijo de un tabernero de Châtellerault, Rodolphe Salis llegó a París en 1872, al terminar el servicio militar, y se instaló en el Barrio Latino, en el hotel de Rome, en la calle de Seine. Fundó la «escuela vibrante o iriso-subversiva de Chicago», para dar importancia a su grupo artístico y, sobre todo, para inspirar confianza a los editores de imágenes religiosas. De hecho, para vivir fabricaba viacrucis y otros objetos religiosos que pintaba en serie con unos amigos.

Para asociar el arte y el bar, tuvo la idea de crear un café «en el más puro estilo de Luis XII... con una lámpara de hierro forjado de la época bizantina, donde caballeros, burgueses y campesinos estarían invitados desde ese momento a beber la absenta habitual de Víctor Hugo y la preferida de Garibaldi,[3]​ así como el hipocrás, en copas de oro.» En realidad, el primer cabaret Le Chat Noir, abierto en noviembre de 1881, empezó sirviendo vino peleón en un local básico, pero en la puerta los huéspedes ya eran recibidos por un suizo espléndidamente ataviado, cubierto de oro de los pies a la cabeza, encargado de hacer entrar a pintores y poetas, mientras dejaba fuera a los «infames curas y militares». El mordaz Salis expuso sobre una alta chimenea de mármol «el cráneo de Luis XIII niño».[4]

El 10 de junio de 1885, Salis se trasladó a bombo y platillo a un nuevo local situado en el 12 de la calle Victor-Massé.

Salis había conocido hacía algún tiempo a Émile Goudeau, quien lo había convencido para llevar a su local a sus hydropathes, quienes se reunían hasta entonces en la orilla izquierda. En seguida, los poetas y compositores que se reunían en Le Chat Noir atrajeron a la mejor clientela de París. Venían, ante todo, por la frases agudas, dirigidas a menudo a los clientes, recibidos con un «¡Vaya! ¿Por fin has salido de la cárcel?» o «¿Qué has hecho con la furcia de ayer?» dirigido a un nuevo cliente acompañado claramente de su esposa. Una noche, el futuro rey Eduardo VII fue abordado en estos términos: «¡Anda, mira ése: parece el Príncipe de Gales que se ha meado!»

Todos los viernes, el almuerzo era el momento de preparar las actuaciones y la revista de humor. De una mezquindad legendaria,[5]​ Rodolphe Salis encontraba mil excusas para no pagar al personal, ni a los proveedores ni a los artistas. Como tenía éxito, exigía incluso a quienes acogía en Le Chat Noir que le pagasen. Pero su elocuencia, su capacidad de organización y su personalidad excepcional atraían a su local a artistas de todo tipo y a un público cada vez más numeroso. Se le ocurrió la idea de tocar música en su cabaret y puso un piano,[6]​ innovación poco menos que prohibida entonces, lo que le permitió adelantarse a la competencia. Escribe Laurent Tailhade:

En la década de 1890 comenzó una gira por toda Francia, alquilando los teatros y los locales donde actuaba —algo que no se hacía en aquella época—, cobrando siempre la entrada y a menudo evitando pagar, con diversos pretextos, el precio del alquiler de la sala.

Le Chat Noir en 1929.

Steinlen: cartel de la gira de Le Chat Noir, 1896.

Les Contes du Chat Noir de Rodolphe Salis. Página 27 del tomo 1: L'Hiver.



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