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Rolo, el marciano adoptivo



Rolo, el marciano adoptivo es una historieta guionada por Héctor Germán Oesterheld y dibujada por Francisco Solano López.

La historieta Rolo, el marciano adoptivo comenzó a aparecer en mayo de 1957 durando un año exacto hasta mayo de 1958 a lo largo de trece episodios publicados en el Hora Cero mensual. El guion apareció firmado por C. de la Vega, un seudónimo de Oesterheld y dibujado por Solano López. Posteriormente Jorge Mora (seudónimo de su hermano Jorge Oesterheld) la prolongó tres episodios más para cerrarla definitivamente en agosto de 1958.

Aventuras independientes guionadas también por Jorge Oesterheld aparecieron luego en el suplemento de Hora Cero Extra, siete en total, dentro de un tono y modalidad diferente ya insinuado en la continuación y que marcan las últimas apariciones de los personajes creados por Oesterheld.

En abril de 2009, la revista de historietas Fierro publicó[1]​ otra vez a Rolo, El marciano adoptivo.

La acción está ubicada en los años '50.

En contraposición al clásico buscador de aventuras, Rolo es un maestro de escuela primaria y también presidente de un club de barrio, que junto a su barra de amigos debe enfrentar una invasión extraterrestre. Rolo vive en un barrio de Buenos Aires y que por un hecho extraordinario se convierte en héroe. El guion se detiene a detallar los rasgos que ubican al personaje y lo caracterizan. Vive solo en una pensión de barrio, hay muchos libros en su habitación. Es mediodía y trata de escuchar la radio mientras se prepara un par de huevos fritos. No puede escuchar la radio, hay interferencia. Es entonces cuando la cotidianidad se rompe y la aventura lo viene a buscar a las puertas del pequeño cuarto. La chica de la limpieza le informa asustada que los extraños hombres que han alquilado la habitación del fondo de la casa quieren hablar con él. Ahí comienza el extranamiento que se incrementara exponencialmente a lo largo de la serie. Posteriormente la aventura incluye a sus amigos del barrio, un viaje espacial, y finalmente las felicitaciones del Presidente de la Nación, el por entonces Presidente argentino Arturo Frondizi.

A esta historieta se la considera un ensayo[2]​ de la gran obra de Oesterheld, El Eternauta. Como en El Eternauta, la verosimilitud de la acción se sostiene la utilización de los escenarios locales de un barrio porteño y por la aparición de instituciones populares como el club y la barra de amigos. Según Juan Sasturain,



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