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Romano IV Diógenes



Romano IV Diógenes, (en griego: Ρωμανός Δ΄ Διογένης, Rōmanos IV Diogenēs; Capadocia, ? - Isla de Proti, 29 de junio de 1072) emperador de Bizancio del 1068 al 1071, conocido sobre todo por su derrota en la batalla de Manzikert.

Romano pertenecía a una distinguida familia de Capadocia,[1]​ y se había distinguido como militar. Subió al trono al contraer matrimonio con Eudoxia, viuda de Constantino X Ducas. Fue coronado emperador el 1 de enero de 1068.[1]

Tras su coronación, dirigió tres exitosas campañas contra los selyúcidas en el este de Anatolia, expulsándoles al este del Éufrates. Sin embargo, los normandos conquistaron Bari, lo que significó el final de la presencia bizantina en Italia.

En marzo de 1071 emprendió una nueva campaña contra los selyúcidas, reuniendo un ejército de unos 60.000 ó 70.000 hombres. Dejó la mayor parte de ellos a las órdenes de su general José Tarcaniota, y él, con el resto de las tropas, se apoderó de la fortaleza de Manzikert.[2]​ Poco después se enfrentó con el ejército selyúcida, mandado por Alp Arslan, en tanto que Tarcaniota, por traición o por cobardía, escapaba en lugar de prestarle auxilio. Romano fue vencido y hecho prisionero.[3]​ Fue conducido a presencia de Alp Arslan, quien le ordenó besar el suelo ante él, y le puso simbólicamente un pie sobre el cuello.[4]​ Sin embargo, después fue tratado como un huésped, y firmó con el sultán un tratado de paz, por el cual pasaban a control selyúcida las ciudades de Manzikert, Hierópolis, Edesa y Antioquía, y Bizancio se comprometía a pagarle un oneroso tributo. Después, el emperador fue dejado en libertad.

Sin embargo, en Constantinopla, una conspiración entronizó a Miguel, hijo de Constantino X Ducas y de Eudoxia. Aunque Romano trató de reunir lo que quedaba de su ejército, fue derrotado por el general Andrónico Ducas, y aceptó renunciar al trono y retirarse a un monasterio, a cambio de que fuera respetada su vida. Esta promesa, sin embargo, no fue respetada: se le sacaron los ojos y fue paseado sobre una bestia de carga durante varios días. Murió en la isla de Proti, en un monasterio que él mismo había ordenado construir, a consecuencia de la infección de sus heridas, pero antes, su enemigo, el cronista Miguel Psellos, le escribió una cruel carta felicitándole por su buena suerte al haber sido cegado, ya que era seguramente porque Dios le había encontrado digno de una luz superior.[5]




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