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Roses



Vista de la localidad.

Rosas[3][1][4][5][6]​ (en catalán y oficialmente, Roses) es un municipio español de la comarca del Alto Ampurdán en la provincia de Gerona, Cataluña.

En poco más de medio siglo ha experimentado un rápido crecimiento debido al turismo, pasando de 2703 habitantes (1950) a 12 991 habitantes en 2000 y a 19 896 en 2012.

Está situada en la costa norte del golfo de Rosas, al sur del cabo de Creus. Es un gran centro turístico, con urbanizaciones, hoteles y playas[7]​ y dos puertos (pesquero y deportivo), y un lugar atractivo y de gran relieve dentro del sector septentrional de la Costa Brava. La costa del municipio de Rosas incluye una larga playa de arena y más hacia el este un gran número de calas, entre las cuales destacan Canyelles Petites, L'Almadrava, Cabo Norfeu, Punta Falconera y Montjoi.

Aunque el turismo es la fuente principal de la economía, el sector primario también tiene presencia, con la agricultura (cultivo de olivo y viña), y también, aunque más reducida, la pesca, ya que Rosas tiene el puerto pesquero más destacado de la costa del norte de Cataluña.

Los primeros rastros de asentamientos humanos en el término municipal de Rosas se encuentran en las montañas que rodean el actual núcleo urbano. En el llamado Cau de las Guilles se han encontrado restos arqueológicos del paleolítico superior o Magdaleniense, que son los hallazgos más antiguos encontrados en el término municipal.

En el paraje conocido como "casa quemada" se encuentran tres dólmenes los denominados, Cruz de Cobertella, Cama de la General y Cabeza del Hombre que datan de unos 3.000 años antes de nuestra era del periodo neolítico. Juntos a ellos hay varios menhires y cistas, todos ellos monumentos funerarios que dan fe de la existencia de un asentamiento humano en el lugar.[8]

En el año 333 a. C. se asientan en San Pedro de Roda una serie de familias procedentes de la ciudad griega de Masalia (Marsella). Posteriormente el asentamiento se mueve a la parte llana del territorio y recibe el nombre de Rosas, cuyos restos se encuentran en el patio de armas de la actual ciudadela. La colonia llegó a tener una gran importancia mercantil. Prueba de ello es la acuñación de monedas que aquí se llevaba a cabo. Estas monedas llevaban por una cara una rosa, y por la inversa la cabeza de la ninfa Arethusa con la leyenda "rodeton".

En el año 216 a. C. llega una expedición militar romana al mando de Cneo Cornelio Escipión Calvo. La expedición estaba compuesta por setenta barcos con 1800 caballos y 36.000 infantes y estableció un campamento en la zona, cerca del asentamiento heleno.

En 195 a. C. desembarcaron en el Ampurdán 25 galeras al mando de Marco Porcio Catón, Catón el Viejo, la cual se enfrenta al ejército de Cartago que obtuvo el apoyo de los habitantes no romanos de lugar. El enfrentamiento se conoce como batalla de Rhode y fue ganada por los romanos quienes con un ejército de 17.500 combatientes causaron, según nos transmite la historia, unas 40.000 bajas al enemigo.

El asentamiento militar romano vino a constituir una importante ciudad comercial llegando a ser una de las cinco poblaciones mayores del distrito ampurdanés.

Existía una magnífica plaza con una estatua de un caballero rosense. En esta plaza se situaba el templo de la diosa Minerva. Según un plano de Claudio Ptolomeo, en las montañas se encontraba el templo de Venus. Rosas obtuvo el título de municipio durante la segunda mitad del siglo I, lo cual constituye una señal de su esplendor en aquella época.

En la zona se desarrolló la industria de la cerámica. También había villas agrícolas en el campo, que eran autosuficientes y que producían vino, aceite y cereales, y tenían vacas, cerdos y rebaños de ovejas. Además se desarrolló en la ciudad la salazón de pescado.

Entre los años 650 y 700 de nuestra era, la población abandona el llano y se asienta en una elevación cercana, creando el poblado del Puig Rom, el castrum visigótico. Este asentamiento está fortificado y constituye una de las fortificaciones visigóticas más relevantes.

La planta de la trama urbana era ovalada y el poblado estaba protegido por una muralla realizada por grandes bloques de granito con una única puerta de acceso, orientada al sur con sendas torres cuadradas a los lados.

Por un corto periodo de tiempo fue ocupada por los árabes y posteriormente pasó al Reino de Aragón, momento en el que se fundó el Monasterio de Santa María de Rosas ya en el llano, junto al que se crea una trama urbana.

La villa tomó importancia como centro comercial, dadas las favorables condiciones que tiene la bahía, convirtiéndose también en un objetivo militar a defender de piratas sarracenos y franceses, lo que dio lugar a la construcción de la ciudadela de Rosas y el Castillo de la Trinidad, fortificación del siglo XVI mandada realizar por el rey Carlos I, el año 1552, siendo sitiada, modificada, reformada y arreglada en sucesivas ocasiones (16451659, 17941795), hasta la invasión napoleónica (Guerra de la Independencia, 18081814), a cuya finalización el ejército francés dejó la ciudadela inutilizable para fines militares.

La importancia económica y estratégica que había conseguido explica que el pueblo fuera fortificado, en 1402, para protegerse de los ataques piratas por el mar y de invasiones francesas por tierra, constantes siempre en su historia. La primera de estas invasiones fue la cruzada contra la Corona de Aragón en 1285. El ejército francés ocupó la población y empezó a invadir el Ampurdán hasta llegar más tarde a Gerona. Los invasores fueron derrotados más tarde por Roger de Lauria. Este ocupó Rosas después de haber sido incendiada por los franceses.

Tras la Guerra dels Segadors, en la que la población había quedado destruida, se reconstruye la trama urbana ya fuera de las murallas de fortificación, quedando este espacio para uso militar.

A partir del siglo XVII se va creando alrededor del recinto amurallado un arrabal que tras el asedio de 1645 y la destrucción de la villa medieval, ubicada dentro del mismo, toma relevancia y va creciendo. A finales del siglo XVIII ya existe un asentamiento importante y con identidad propia separado de la jurisdicción militar que imperaba en el espacio amurallado. El núcleo estaba formado por unas 300 viviendas, o fogueras. Los restos de la antigua villa medieval pasan a dar servicio al cercano monasterio de Santa María. En 1796, por iniciativa del rector Jaime Dilma, que había tomado posesión del cargo en 1790, se construye un nuevo templo parroquial en el núcleo urbano, que mantiene el nombre de "Santa María", y se traslada el culto al mismo.

La nueva iglesia fue el centro del posterior desarrollo urbanístico de la villa realizado con viviendas de planta y un piso que conforman la red de calles en torno al templo.

En febrero de 1813, en plena guerra de la Independencia, o del Francés, el ejército napoleónico inutiliza definitivamente las defensas de Rosas volando parte de la ciudadela, el castillo de la Trinidad y la torre de Norfeu (punto de vigilancia avanzada).

En el transcurso del siglo XIX se produce la urbanización de la primera línea de mar con edificios modernistas y neoclásicos que son el testimonio de la prosperidad de Rosas durante los siglos XIX y XX.

En la Guerra Civil, Rosas sufre bombardeos y se construyen los refugios antiaéreos: el de la Paz, en la plaza general Prim (que se conserva íntegro), y el de la Ciutadella (se conservan ruinas del mismo al ser desguazado una vez pasada la guerra). Entre 1939 y 1948 se construyen, por orden de Franco, en punta Falconera una serie de búnkeres para baterías de costa para defender la bahía de una posible invasión.

En la década de 1960 se produce la irrupción turística que pasa a ser uno de los principales motores de la economía. El desarrollo turístico cambia la trama urbana y la hace crecer a todo lo largo de la costa, con modernas edificaciones destinadas a usos hosteleros. Grandes edificios de apartamentos y hoteles surgen y se crea un amplio paseo marítimo que recorre todo el litoral. También se realiza, en la parte de Santa Margarita, un desarrollo urbano basado en canales que permite a las embarcaciones de recreo acceder hasta los edificios de viviendas.

El 17 de marzo de 2001 se produce un atentado de ETA, un coche bomba frente al hotel Montecarlo, en el que muere el mozo de Escuadra Santos Santamaría.[9]

Aunque durante el transcurso del año Rosas tiene censados casi 20.000 habitantes, la villa acoge durante el verano un número de visitantes cercano a los 120.000 turistas, que se hospedan en una extensa oferta de hoteles, cámpings y apartamentos.



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