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Sátira latina



En la antigüedad, la sátira (lat. satura) era tanto una forma literaria como una forma de representación teatral. La sátira literaria se caracteriza por su función de denuncia.

Satura quidem tota Nostra est ("La sátira es, ciertamente, toda nuestra") decía con orgullo Quintiliano en el siglo I (Institutio oratoria, 10.2.93). En efecto, a diferencia de los demás géneros literarios, la sátira es totalmente romana. El término proviene de la expresión lanx satura: macedonia o platillo de primicias compuesto con varios tipos de fruta. Sin embargo, no deja de tener contactos con la precedente poesía yámbica griega de Arquíloco o Hiponacte, si bien la intención de la sátira latina es principalmente moral y educativa y no solo invectiva.

La sátira latina deriva del espíritu fársico de los versos fescennini (con origen en cantos nupciales de carácter salaz) y de las representaciones de música y danza etrusca. Estas representaciones eran interpretadas por histriones o actores que combinaban danza, música y recitación. Originalmente el término satura se aplicaba a las celebraciones y ofrendas a la diosa Ceres con acompañamiento de cantos y escenas jocosas. El giro hacia una poesía de carácter dramático a pesar de la danza lúdica y de las escenas cómicas, provendría según Tito Livio de su escenificación durante un período de peste.

Cuando en la literatura latina se habla de sátira, es necesario recordar que podía referirse a (1) la sátira dramática (teatral), o a (2) la sátira literaria (destinada a la lectura).

Del período arcaico al julio-claudiano la evolución de este género literario puede dividirse en las fases siguientes:

Cuyos principales autores serán Ennio quién la erige en género literario y Pacuvio. La característica de esta fase es la variedad temática. En efecto, se pasa de los argumentos serios a los faceciosos con extrema facilidad.

Toma el nombre de Lucilio en razón de las innovaciones que introduce este autor y que pasarán a configurar el género satírico. Destacan el uso de la agresividad, una mayor tendencia a la autobiografía y la restricción de la métrica al hexámetro; otros cambios son la utilización del lenguaje coloquial y, en lo que respecta al contenido, la crítica de la sociedad y de los poderosos de la época.

Después de Lucilio, Varrón Reatino orienta el género hacia la sátira menipea en composiciones dónde mezcla poesía y prosa, cuyo tema, tono y objetivo variaba de un texto al otro. Algunos neoteroi o poetas nuevos (poetae novi) como Varrón Atacino y Valerio Catón se dedicaron a este género.

En la época de Augusto, el autor más representativo será Horacio que retoma a Lucilio, pero logra crear un género de sátira personal. A su epígono, Horacio lo acusa de lo que él llama el proceder fácil de Lucilio (fluere lutulentus) y recurre por su parte al labor limae, creando un estilo medio que toma sus distancias del lenguaje hablado, pero que presenta sus sátiras en la forma de sermones (conversaciones).

En tiempos de Nerón, el representante de la sátira será Persio. Autor a quien se le recuerda por su extrema moralidad, poética mediocre y muerte prematura (a los 28 años), pero que logra una sátira original gracias a la utilización que hace de la lengua. Utiliza en efecto, la sobreposición de términos pertenecientes a diferentes registros del lenguaje (v.g. popular, vulgar, culto), provocando así asociaciones imprevistas entre palabra e imagen. Retoma también la aspereza de la sátira luciliana en la forma de un moralismo diatríbico que refleja sus convicciones estoicas y cínicas.

Durante los Flavios, Juvenal consideró a la sátira de la indignación como la única forma literaria capaz de denunciar el envilecimiento de la sociedad contemporánea. Respecto a la influencia que podía tener sobre el comportamiento humano y a la razón de ser del género mismo, en los últimos años de su vida Juvenal renunció a este tipo de sátira, estimando que la corrupción era inherente al hombre y que la poesía (la literatura) no motivaría a las personas a corregir su comportamiento. Optó entonces por una sátira de tradición estoica, que toma sus distancias con el objeto criticado. La descripciones antes directas y explícitas se vuelven generales y abstractas. Sin embargo, la visceralidad natural del poeta no se pierde por completo y aparece entre líneas, a este último período del autor se le conoce en la tradición italiana como Juvenal demócrito.

La sátira dramática de representación teatral antecede a la literaria. Tito Livio la menciona en la Ab urbe condita (VII), y la distingue claramente del género fescennino de intercambios mordaces y licenciosos a partir del momento en que su aplicación se extiende a las personalidades políticas y se puede hablar de sátira política.

La atelana o farsa atelana (de la ciudad osca de Atela, en Campania) es una forma más institucional de la satura. La acción gira en torno a cuatro figuras fijas: (1) Bucco, el glotón;




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