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Sal de Glauber



142.04 g/mol (anhidro)

El tetraoxosulfato de disodio, sulfato de sodio o antiguamente sulfato sódico (Na2SO4) es una sustancia incolora, cristalina, con buena solubilidad en el agua y mala solubilidad en la mayoría de los disolventes orgánicos con excepción de la glicerina.

El sulfato de sodio se disuelve en agua bajo enfriamiento de la disolución por efecto entrópico. La sal deshidratada, sin embargo, libera energía (reacción exotérmica) al hidratarse y disolverse. Al enfriarse una disolución saturada, a menudo se observa sobresaturación.

El sulfato de sodio anhidro tiene propiedades higroscópicas y, por lo tanto, se utiliza como desecante en el laboratorio o la industria química.

Se emplea en la fabricación de la celulosa y como aditivo en la fabricación del vidrio y plástico.

También se añade a los detergentes en polvo para mejorar su comportamiento mecánico, donde puede representar una parte importante del peso total. Se usa como desinfectante, pero causa irritación después de un pequeño periodo de tiempo.

Tiene utilidad en toxicología como acelerador del tránsito intestinal (catártico), junto con la administración de carbón activado, para disminuir la absorción intestinal de tóxicos ingeridos. También se utiliza en alimentos como acidulantes.

Actualmente la mayor parte del sulfato de sodio se obtiene de minas de glauberita y de la explotación de lagos salados, siendo los principales productores las provincias de Jiangsu y Sichuan en China, seguidas de España, en donde se encuentra el mayor yacimiento de glauberita del mundo (en Cerezo de Río Tirón[1], Burgos). También se obtiene como subproducto en muchos procesos industriales donde se neutraliza el ácido sulfúrico con bases de sodio.

El sulfato de sodio es parte esencial de los minerales encontrados en muchas aguas minerales y tiene propiedades astringentes. Johann Rudolph Glauber (1604-1670), químico y boticario neerlando/alemán, lo descubrió en 1625 en las aguas de manantiales austríacos. Lo llamó sal mirabilis (sal milagrosa), debido a sus propiedades medicinales: los cristales se usaron como un laxante de uso general, hasta que surgieron alternativas más sofisticadas en la década de 1900.[2][3]​ Comenzó con su fabricación a partir de sal (NaCl) y ácido sulfúrico concentrado entre 1650 y 1660. Este proceso es considerado como el inicio de la industria química. Por este comienzo, en alemán, aparte de por su nombre sistemático, se conoce como "Glaubersalz" y en inglés como "Glauber's salt" (sal de Glauber).

En el siglo XVIII, la sal de Glauber comenzó a usarse como materia prima para la producción industrial de cenizas de sosa (carbonato de sodio), por reacción con la potasa (carbonato de potasio). La demanda de carbonato de sodio aumentó y el suministro de sulfato de sodio tuvo que aumentar en línea. Por ello, en el siglo XIX, el proceso Leblanc a gran escala, que produce sulfato de sodio sintético como un intermediario clave, se convirtió en el método principal de producción de cenizas de sosa.[4]

El sodio se determina comúnmente por su emisión de luz amarilla en la llama. El sulfato se suele determinar precipitándolo como sulfato de bario.



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