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Salamandra salamandra



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La salamandra común (Salamandra salamandra) es una especie de anfibio urodelo de la familia Salamandridae. Es el más común de los urodelos en Europa. De hábitos terrestres, únicamente entra en el agua para parir, y muchas subespecies lo hacen en tierra.[2]​ Es un urodelo inconfundible, de fondo negro y manchas variadas amarillas muy intensas que pueden llegar a cubrir la casi totalidad del cuerpo. A veces también se aprecian manchas de color rojizo.

Adultos de entre 18 y 25 cm incluyendo la cola, siendo las hembras algo mayores. En casos excepcionales pueden llegar a 28 o más de 30 cm. Cuerpo grueso y cola relativamente corta, sin cresta dorsal ni caudal. Glándulas parótideas bien visibles en la cabeza.[3]

Diseño característico de manchas amarillas sobre fondo negro, muy variables, tanto que pudieran parecer de fondo amarillo con manchas negras. Este diseño y coloración es utilizada como una señal de advertencia para evitar ser atacada por posibles predadores —coloración aposemática—. Su piel contiene pequeñas cantidades de sustancias tóxicas que irritan los ojos y boca de los predadores.[4]

Las larvas tienen la cabeza más ancha que el cuerpo, con cresta dorsocaudal que comienza en la parte posterior del tronco. De coloración oscura, en la base de cada pata suele tener una pequeña mancha clara, más patente en las posteriores. Se ha observado neotenia en esta especie.[2]

Si pierden algún miembro las salamandras son capaces de regenerarlos.[5]

Es un animal de hábitos nocturnos, aunque puede verse activa de día si la humedad relativa es alta —en días lluviosos o neblinosos—, y cuando la temperatura es fresca pero superior a los 3 ºC. Por el día se refugia bajo la hojarasca, troncos de árboles caídos o bajo piedras. Las larvas se encuentran en arroyos y fuentes de aguas limpias y en ocasiones en aguas ferruginosas.

En general, es una especie ovovivípara, en la que las hembras paren larvas semidesarrolladas en el agua. Algunas subespecies son vivíparas y paren en tierra entre dos y ocho crías totalmente metamorfoseadas. Los partos tienen lugar a partir del otoño y hasta finales de la primavera dependiendo de la geografía y el clima. Las larvas tardan entre 2 y 6 meses en desarrollarse. El letargo invernal puede ser prolongado en las zonas de montaña más frías y la estivación variable en las zonas más secas.[6]

Aunque asociada a bosques caducifolios o mixtos, con arroyos limpios y bien sombreados, también aparece en los biotopos de contacto con estos bosques: roquedos, matorrales, praderas, etc.

Se distribuye a lo largo de Europa, desde Portugal a Italia y Grecia hasta el norte de Alemania, sur de Polonia y Rumanía.

Aparece catalogada como «preocupación menor» por la UICN, aunque si se consideran las subespecies, algunas pueden catalogarse como amenazadas. En general, las poblaciones se mantienen estables, aunque localmente pueden haber disminuido e incluso haberse extinguido, como en el Sistema Ibérico de la península ibérica donde ha desaparecido en los últimos 20 años debido, quizá, a una enfermedad epidémica.[7]​ Sus mayores amenazas son la destrucción del hábitat y en consecuencia la fragmentación de las poblaciones, la introducción de predadores como salmónidos o el cangrejo rojo americano y, en áreas concretas, el atropello de adultos al cruzar vías de comunicación. Algunas poblaciones españolas se hallan afectadas por la enfermedad micótica denominada quitridiomicosis.[1]

Fue descrita por primera vez por Carlos Linneo en 1758, denominándola Lacerta salamandra.[8]​ Posteriormente, en 1896 Einar Lönnberg la trasladó al género Salamandra.[9]

Solo en la península ibérica existen 9 subespecies de Salamandra salamandra:[2]

Aún se discute el número de clados existentes en la península ibérica, de estos 9 algunos autores reducen la lista a 6, incluyendo el cambio de estatus de la subespecie S. s. almanzoris a especie.[10]S. s. gallaica, S. s. fastuosa, S. s. terrestris y S. s. bejarae forman un grupo genéticamente próximo y S. s. crespoi y S. s. morenica forman otro.[2]​ En cualquier caso, las subespecies vivíparas parecen distinguirse de las ovovivíparas no solo por el carácter reproductor, sino también por ser dos clados filogenéticos bien separados.[11]

Su conocimiento desde antiguo, su amplia distribución europea y su gran variabilidad de diseño han hecho que numerosos autores incurrieran en sinonimia al describir la especie, subespecies, variedades o formas.[12]



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