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Salpingectomía



La salpingectomía es una intervención quirúrgica que consiste en la extirpación de las trompas de Falopio en la mujer, lo cual la deja en una situación de esterilidad.[1]

La salpingectomía puede ser unilateral, si solamente se quita una trompa, o bilateral, si ambas trompas son eliminadas.

Algunos especialistas utilizan el término salpingectomía para referirse a la intervención de ligadura de trompas, pero esto es incorrecto.

Una salpingectomía unilateral se usa para extirpar un embarazo en el cual un óvulo fecundado se implanta en una trompa de Falopio (embarazo ectópico).

La salpingectomía bilateral se usa para tratar a mujeres en quienes se ha diagnosticado infección crónica de las trompas de Falopio (salpingitis), y que no están mostrando respuesta al tratamiento con antibióticos. La extirpación quirúrgica de las trompas de Falopio también se usa como tratamiento parcial para algunos casos de endometriosis, hidrosalpinx y enfermedad inflamatoria pélvica. La extirpación de quistes y la escisión de un absceso son otras dos indicaciones para salpingectomía.[2]

A continuación, se enumeran las causas más frecuentes por las que se puede indicar la salpingectomía:

La salpingectomía puede hacerse mediante dos técnicas quirúrgicas:

La laparoscopia: consiste en una cirugía no invasiva que se realiza mediante la introducción de un sistema óptico a través de una pequeña incisión en el abdomen para poder observar la cavidad. A continuación, se hace otra pequeña incisión justo por encima del vello púbico y se retiran las trompas con una sonda. Es la técnica más utilizada hoy en día. La mujer puede hacer vida normal después de las 48 horas.

La laparotomía: es más invasiva que la anterior porque requiere una incisión de 5 a 10 cm en la parte baja del abdomen. Actualmente, existe una variante conocida como minilaparotomía, en la cual se hace una incisión más pequeña de unos 5 cm, suficiente para poder tener acceso y retirar las trompas.

La elección de uno de estos métodos depende de varios factores: edad, peso, cirugías previas en el abdomen, enfermedades, etc.[1]

Los efectos secundarios de una salpingectomía dependen en cierta medida de la forma en que se realizó . Con la salpingectomía laparoscópica, el tiempo de recuperación es más corto debido a la pequeña incisión, pero es posible que en los días posteriores a la cirugía, la paciente presente molestias abdominales e hinchazón debido al gas insuflado para expandir el abdomen. La laparotomía es una cirugía mayor y con él viene un aumento del dolor y el riesgo de hemorragia. Con ambos tipos de incisiones , hay riesgo de reacción a la anestesia ( general o local ) , riesgo de infección y la potencial capacidad para la cicatrización. Cabe destacar que el riesgo de reacción a la anestesia es igual en ambas técnicas..[4]

Sin embargo, debemos destacar que esta es una cirugía sumamente segura. La presencia de problemas anestésicos, infecciones o sangrado es inferior al 5%. Además, cuando ocurren, por lo general se corrigen con facilidad. Por otra parte, las lesiones importantes en los órganos internos, como intestinos, vejiga y uréteres, rara vez suceden.[5]

Muchas parejas toman la decisión de esterilizarse en situaciones muy tormentosas, como por ejemplo después de un embarazo no deseado, después de un embarazo con muchas complicaciones, o ante una vida familiar conflictiva. Tiempo después, cuando estas situaciones se han superado, resurge el deseo de tener un hijo, pero ya no es posible biológicamente.

Evidentemente, el embarazo natural no es posible si no existe integridad en al menos una de las trompas de Falopio. A pesar de esto, incluso en los casos más graves de salpingectomía bilateral, la mujer aún puede quedarse embarazada gracias a las técnicas de reproducción asistida como la fecundación in vitro (FIV).[1]



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