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Salvia



Salvia es el género más numeroso de la familia de las lamiáceas, con setecientas a novecientas especies de arbustos, herbáceas perennes y anuales.[2][3]​ Comúnmente también se denominan salvia, aunque generalmente este nombre se asocia más a la especie Salvia officinalis, conocida popularmente por su uso en gastronomía, como planta ornamental y medicinal. Dentro de las Lamiaceae, la salvia es parte de la tribu Mentheae dentro de la subfamilia Nepetoideae. Es uno de varios géneros comúnmente conocidos como salvia.

Este género se distribuye extensamente tanto por el viejo como por el Nuevo Mundo, con tres regiones de biodiversidad diferenciadas: América Central y Sudamérica (aprox. 500 especies), Asia Central y la cuenca del Mediterráneo (250 especies) y Asia Oriental (90 especies).[4]

Las especies de Salvia incluyen hierbas anuales, bienales y perennes, así como subarbustos leñosos. Los tallos son típicamente angulares, característicos de la familia Lamiaceae, con hojas enteras, aunque también pueden ser dentadas o pinnadas. Los tallos florales producen pequeñas brácteas diferentes a las hojas basales — en algunas especies estas brácteas son muy llamativas.

Las inflorescencias nacen en racimos o panículas que producen flores de color azul o rojo, el blanco y amarillo es menos común. El cáliz es tubular o acampanado sin garganta barbada y está dividido en dos labios; el superior entero o tridentado y el inferior hendido. La corola suele tener forma de garra y es bilabiada; el labelo superior normalmente entero o tridentado y el inferior bilobulado. Los estambres se reducen a dos estructuras cortas con anteras bicelulares; la superior fértil y la inferior imperfecta. Los estilos son bi-hendidos. El fruto es una suave núcula de forma ovoide u oblonga que, en muchas especies, está cubierta por una capa muculaginosa.[5]

Muchas de las especies tienen tricomas (pelillos) sobre la superficie de las hojas, tallos y flores, lo que evita la pérdida hídrica. A veces estos pelillos son glandulares y al frotarlos algunas de las células se rompen liberando los aceites volátiles responsables de producir el peculiar aroma de estas plantas. Este olor a menudo resulta desagradable para el ganado y algunos insectos.[6]

Salvia: nombre latino de la salvia, usado por Plinio el Viejo en su Historia Naturalis (22, 147);[7]​ derivado del verbo salvere 'curar' o 'salvar', que alude a las propiedades medicinales atribuidas a varias especies del género.[8]

La salvia tiene usos ornamentales, medicinales y gastronómicos, empleándose como condimento, especialmente en Italia y en las recetas de influencia italiana.

En España es habitual tomarla en infusión,[9]​ para lo que se dejan infusionar quince gramos de flores y hojas en un litro de agua hirviendo durante tres minutos aproximadamente. y luego se deja reposar durante quince minutos más antes de su consumo, pudiendo edulcorarse o mezclar con otras hierbas.

En Argentina, específicamente en la Patagonia y el Norte como Misiones, se usan las hojas de la salvia como aromatizador y saborizante para tomar mate dulce, así como también se reproduce y siembra para ornamentar sus jardines y fachadas.

La salvia interviene en la maceración del orujo de hierbas[10]​ gallego.

Su aroma tiene tonos amargos y sutilmente picantes, y entre las aplicaciones culinarias en las que interviene la salvia figuran recetas como: Besugo al horno, Saltimbocca, Pasta con Prosciutto y Parmesano, Atún mechado, Ensalada de alubias blancas con salvia, Cordero a la romana (Abbacchio alla ca tucciatora), Trucha aromatizada con salvia, Iscas (receta portuguesa de hígado de cerdo) o Risotto de setas.

Los chamanes nativos de Norteamérica también quemaban con frecuencia los tallos secos de la salvia divinorum por sus efectos alucinógenos,[11]​ creyendo que así entraban en contacto con sus guías espirituales y espíritus protectores.



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