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San Bartolomé de Almonte



El enclave prehistórico de San Bartolomé de Almonte se encuentra en las proximidades de la localidad de Almonte, sobre unas lomas de escasa altura que rodean el antiguo arroyo de san Bartolomé. Esta zona se ocupó en dos momentos diferentes: en el Calcolítico, en torno a mediados del III milenio a. C. y en el período tartésico, desde el siglo IX hasta comienzos del s. VI a. C., quedando la zona deshabitada entre ellos.[1]

El tipo de hábitat utilizado en ambos momentos fue muy similar, en cabañas construidas con elementos vegetales, en forma circular o de tendencia ovalada; en lo que sí difieren es en el repertorio cerámico, austero y poco variado en el período Calcolítico, con apenas tres formas: los platos, entre los que predominan los llamados “de borde almendrado”, los cuencos, en general profundos y de paredes rectas, y las ollas con tendencia a hacerse globulares. Junto a ellas se hallaron algunos molinos, machacadores, hachas pulimentadas, así como algunas piezas líticas talladas, que nos indican una actividad relacionada con labores agrícolas y ganaderas.

Más conocida es la ocupación(característica) tartésica de este yacimiento, que se caracteriza por su actividad metalúrgica, lo que puede parecer extraño dada su ubicación en un terreno sedimentario, margoarcilloso, en el que las minas están ausentes. El mineral utilizado son las piritas polimetálicas procedentes del área de Aznalcóllar, de donde se obtenían grandes cantidades de plata, dada la abundancia de escorias halladas en el lugar, plata que era adquirida por semitas llegados del Mediterráneo Oriental a cambio de materiales exóticos como aceites, perfumes, vino, y cerámicas realizadas a torno principalmente las decoradas con engobe rojo, que pronto fueron sustituyendo al ajuar local que se caracterizaba por sus cerámicas hechas a mano, o con torno lento entre las que destacaban las negruzcas denominadas bruñidas por su acabado brillante.

Con carácter más pedagógico, de Didáctica de la Historia, que histórico, hemos incluido aquí los siguientes párrafos, con los que pretendemos motivar hacia la apreciación de la Historia, hacia su más fácil comprensión, situándola más en nuestro propio terreno físico, en el que seguimos pisando, en el que, sin darnos cuenta, seguimos las huellas de los que nos han precedido en la organización cultural de nuestro mundo.

Podemos suponer que el transporte de los minerales que se hiciera desde las minas de Aznalcóllar y de Tejada la Vieja, poblado tartésico aún más próximo a San Bartolomé de Almonte, hasta éste, dada la red de caminos actualmente existente, cuyo origen bien pudiera estar, como mínimo, en la primera mitad del primer milenio antes de Cristo, que nos muestra a éstos pasando por la Ituci turdetana y romana (Tejada desde tiempos musulmanes y desde el siglo XIII, capital, hasta hace varios siglos, de la comarca llamada Campo de Tejada) y por los actuales pueblos de Escacena del Campo, Paterna del Campo, Manzanilla y Chucena, hubiera llegado a producir en éstos, como también en otros lugares, primitivos asentamientos humanos, en los que influyeran la necesidad de descanso y de bebida y de alimentación de los que compusieran las caravanas (personas y animales domésticos —caballos o asnos principalmente—).

Para el establecimiento de esta hipótesis, por desconocer el lugar exacto donde hubieran podido descargarse los minerales, hemos señalado un punto que necesariamente sería próximo, en el que el arroyo de San Bartolomé de Almonte se cruza con el camino denominado de Manzanilla. Este punto está situado a 3,6 kilómetros del centro del actual pueblo de Almonte, concretamente de la plaza de la Virgen del Rocío.

Elaborados los mapas correspondientes, tenemos también el que nos muestra el camino desde las minas de Aznalcóllar y de Tejada la Vieja hasta la actual aldea de Tejada y un tercero en el que figuran tres de los posibles caminos desde Tejada hasta llegar al punto indicado en el arroyo de San Bartolomé de Almonte, que, de Este a Oeste, pasan por Chucena, con un recorrido de 24,8 kilómetros; por Escacena del Campo, con 24,3, y por Paterna del Campo y Manzanilla, con un recorrido de 22,1 kilómetros. En estas distancias influyen, lógicamente, el lugar establecido hipotéticamente como destino, punto del camino de Almonte llamado de Manzanilla. Creemos que las diferencias no son significativas y que en los caminos que realmente siguiera el transporte de los minerales, sobre las pequeñas diferencias de recorridos, prevalecería la posibilidad de encontrar en ellos lugares para la alimentación y el descanso. Por ello el camino que hipotéticamente establecemos pasando por Escacena del Campo, que también pasa a pocos hectómetros de Chucena, pudiera unirse con el de ésta para encontrar más cerca el alimento y el descanso. El menor recorrido del tercero se explica por el lugar establecido hipotéticamente como destino, que realmente pudiera haber estado más hacia el Oriente, con lo que las diferencias con los otros dos se reducirían.



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