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San Charbel Makhlouf



Chárbel Makhlouf, también conocido como Sarbelio o como Youssef Antoun (José Antonio) (en árabe, شربل مخلوف Sharbil Majluf; Beqakafra, 8 de mayo de 1828-Annaya, Líbano, 24 de diciembre de 1898), fue un asceta y religioso maronita libanés (su verdadero nombre era Yusef Antun Majluf (يوسف أنطون مخلوف), Yusef es el equivalente árabe de “José” y Antun lo es de “Antonio”).[1]

Quedó huérfano de padre a la edad de 3 años, y quedó luego al cuidado de su madre, quien posteriormente se casó en segundas nupcias con un hombre devoto que sería después monje maronita (el hombre casado en el rito maronita, tiene acceso a ordenarse como sacerdote).[2]

En 1851, se trasladó a la localidad de Mayfouq, en cuyo monasterio maronita ingresó como novicio y recibió el nombre de Fray Chárbel, a la edad de 20 años. Permaneció también en Kfifane, donde recibió instrucción de su confesor, San Nimatullah Al-Hardini.

En el monasterio maronita de Annaya, donde vivió hasta su muerte, hizo los votos solemnes en 1853 y fue ordenado sacerdote en 1859.

Fray Chárbel se destacó por su amor a Cristo y su vida de oración, ayuno y sufrimientos, la predicación y por la taumaturgia (don de sanar enfermos) que, para los creyentes, continuó incluso después de su muerte.[1]

Chárbel, con 25 años de edad, se consagró según la liturgia católica en 1853 al Señor por los tres votos religiosos de obediencia, pobreza y castidad, y tuvo su plena consagración recibiendo, a la edad de 31 años, el sacramento del sacerdocio, el 23 de julio de 1859 en la sede patriarcal de Bkerke, por la imposición de las manos de Monseñor Yusef El-Marid.

En su vida sacerdotal, san Chárbel no hizo más que poner en práctica lo que había aprendido de su maestro espiritual y profesor de teología, san Nemetala Al-Hardini, cuando le dijo : "Ser sacerdote, hijo mío, es ser otro Cristo. Para llegar a serlo no hay más que un camino: ¡el del Calvario! Comprométase sin decaimiento. Él lo ayudará". Así Chárbel vivió su consagración religiosa y sacerdotal, imitando a Cristo el sacrificado y haciendo de su misa el centro alrededor del cual se cristalizaría su existencia como sacerdote ermitaño. [1]

Según la Biblia, Dios llama al sacerdote como llamó a Abraham: "Deja tu tierra natal y la casa de tu padre, y ve al país que yo te mostraré. Yo... te bendeciré. Engrandeceré tu nombre y serás una bendición y por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra" (Génesis 12, 1-3). Así Chárbel entendió la misión del sacerdote y dejó atrás casa, familia y tierra para dedicarse a ejercer el ministerio dentro de los límites de su vocación monacal. Su desprendimiento fue total, llegando al punto de rehusar a ir a su aldea para celebrar una misa en presencia de su madre, llamada Brigitte Chediac, la cual no pudo asistir a su ordenación sacerdotal. Pero el espíritu que lo determinó a tomar esta decisión, será siempre el secreto de su mística espiritual y el misterio de su santidad.

Siendo así que durante toda su vida ejerció su labor como sacerdote, librándose de las ataduras de la sangre para unirse a los lazos de la gracia y así ser dócil a la acción del Espíritu Santo.[2][1]

Chárbel Mahklouf murió en el monasterio maronita de Annaya, en la Nochebuena de diciembre de 1898 debido a una enfermedad, que le provocó parálisis. Así actualmente yacen sus restos incorruptos. Se dice que desde su tumba emana un líquido acuoso de sangre, siendo éste un caso de emanación milagrosa de sangre licuada o licuefacción, como los de san Jenaro de Nápoles, san Nicolás de Tolentino y de san Pantaleón en el Monasterio de la Encarnación de Madrid.

Fue beatificado en 1965 y canonizado en 1977, siendo desde ese año el primer santo católico del Líbano. Se convirtió en un santo antes que su maestro "san Nemetala Al-Hardini". [1][2]

Según la tradición popular se dice que Dios quiso señalar a este santo por numerosos prodigios y/o milagros, tanto durante su vida como posteriormente. Inmediatamente después de enterrado, durante cuarenta y cinco noches abundaron testimonios de que brilló una luz muy intensa en su tumba. El pueblo sencillo le veneraba como santo, aunque la jerarquía, prohibió su culto formal mientras la Iglesia no pronunciara su veredicto.

Ante la insistencia de sus acólitos por los eventos considerados milagrosos, finalmente se procedió a la exhumación de su cuerpo cuatro meses después, para examinar el fenómeno. El monje Chárbel Makhlouf había sido enterrado sin ataúd, como recomienda la regla de su orden, encontraron su cuerpo flotando en el barro en una tumba inundada de agua. Se conservó incorrupto, exudaba sangre hasta el día de su canonización, emite constantemente un bálsamo perfumado que ha sido apreciado como prodigioso.

La devoción a San Chárbel se ha propagado en la actualidad por el aumento de milagros atribuidos a su intercesión. En América es particularmente venerado en México, a partir de la inmigración maronita que comenzó en el siglo XIX. Se suele decir que Dios desea dedicar este santo como signo de su deseo de armonizar el Oriente con el Occidente: "Yo tomaré de lo más escogido del cedro, de lo alto de sus ramas y le plantaré sobre un monte alto... Y dará fruto y llegará a ser un Noble Cedro." (Libro de Ezequiel 17:22-23). [3]

Más de 20 mil milagros han sido investigados y registrados por la Iglesia Católica, “El Santo Chárbel ha realizado milagros en todo el mundo en Líbano, Irak, Brasil, Egipto, USA, Australia, Francia, Argentina, Rusia,” dice el sacerdote Wissan Akiki de Saint Joseph Catholic Church en Phoenix en el 5406 E. Virginia Avenue. [4]

Entre los milagros más mediáticos se encuentran:




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