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San Julián de Toledo



¿Dónde nació San Julián de Toledo?

San Julián de Toledo nació en Toledo.


Julián de Toledo (Toledo, c. 644 - Toledo, 6 de marzo de 690), santo de la Iglesia católica, fue un arzobispo, teólogo, poeta e historiador de la Hispania visigoda. Tuvo un papel destacado en la sociedad y en la Iglesia católica, solo comparable al de san Isidoro de Sevilla.[1]​ Probable descendiente de una familia de judíos conversos, fue educado en la escuela de la catedral de Toledo por san Eugenio de Toledo. Julián es el escritor más prolífico de la escuela toledana y uno de los más importantes de temática religiosa. También realizó estudios teológicos con un depurado estilo literario muy superior al de su tiempo.[2]

En el plano político, Julián defendió al rey Wamba en su escrito Historia del rey Wamba, que narra la unción real de este en 672 y la rebelión de la Narbonense al año siguiente. También era cercano al rey Ervigio, al que dedicó dos de sus obras. Ervigio sucedió a Wamba en 680, tras su deposición motivada por la penitencia que había recibido siendo inconsciente. El papel exacto de Julián en esta ocasión no está claro, pero la participación en lo que aparenta ser un golpe de Estado del obispo de Toledo, responsable del sacramento de la penitencia como de la unción real, queda bastante evidente.

Las fuentes principales sobre su vida son las actas conciliares de época visigótica, la llamada Chronica Muzarabica anno 754 y la biografía elaborada por su sucesor, el llamado Félix de Toledo o de Sevilla (693-c. 702), la Vita sancti Iuliani, escrita en los últimos años del siglo VII. Julián, de antiguos antepasados judaicos ya cristianizados, recibió el bautismo en la principal iglesia de Toledo y se educó en su escuela catedralicia bajo el entonces obispo Eugenio II, reconocido poeta latino; tuvo por compañero al diácono Gudila. Unidos por los gustos comunes tanto como por el afecto, estos amigos se retiraron para consagrarse a la oración y al estudio y su celo apostólico les hizo volver al mundo para intentar la conversión de los pecadores. Al no poder realizar su deseo de consagrarse a la vida monástica, Julián profundizó en el estado clerical sus conocimientos bíblicos, teológicos, filosóficos, históricos y poéticos y así fue ordenado diácono hacia 669-670, y hacia 674-675 presbítero. Sus amplios conocimientos de patrística latina y en especial griega (algo poco usual en Occidente) le valieron tal prestigio que el rey Wamba (672-680) lo nombró sucesor del obispo Quirico de Toledo (667-680) el 29 de enero de 680, esto es, obispo metropolitano de Toledo.[3]

Ejerció durante una década su ministerio siguiendo el ejemplo de los grandes obispos Ildefonso de Toledo e Isidoro de Sevilla. Durante su gobierno diocesano aumentó notablemente el patrimonio de la biblioteca episcopal. Asistió a varios concilios de Toledo, concretamente el duodécimo en 681, el decimotercero en 683, el decimocuarto en 684 y el decimoquinto en 688, presidiendo los tres últimos y pronunciándose sin miedo en su Apologético sobre algunas conclusiones inaceptables que el Papa había asumido sobre la herejía monotelita una vez celebrado en 680 el concilio de Constantinopla. El XII Concilio de Toledo dio por válida la polémica penitencia administrada al rey Wamba y la unción del nuevo rey Ervigio. En el XV Concilio tuvo un papel destacado, ya que se confirmó la posición teológica de Julián sobre las dos voluntades de Cristo, tema al que se dedicaron 17 cánones. También obtuvo para su sede la primacía sobre todas las diócesis españolas. Por eso se le da el título de arzobispo de Toledo, aunque el término no se empleaba generalmente en aquella época.

Julián de Toledo fue escritor muy fecundo, aunque poco de ello se haya conservado; según José Luis Moralejo, su obra teológica posee "una cierta tendencia profética y esotérica".[4]​ Entre sus obras se cuenta un estudio del rito hispánico (la forma en que se celebraba la liturgia en territorio hispano antes del uso del rito romano), un libro contra los judíos y los tres volúmenes de los "Pronósticos", que tratan de las cuatro Postrimerías. El santo sostiene en esta obra que el amor y el deseo de ir a reunirse con Dios bastan para acabar con el temor natural a la muerte. También afirma que los bienaventurados piden por nosotros en el cielo, que desean nuestra felicidad y que ven nuestras acciones, ya sea en la misma esencia de Dios o por ministerio de los ángeles, que son los mensajeros de Dios en la tierra.

Según su hagiógrafo y sucesor, Félix de Toledo, Julián murió el 6 de marzo de 690, a la edad de 58 años. Sus restos fueron depositados en la Iglesia de Santa Leocadia, aunque fueron trasladados durante las persecuciones de Abderrahman I a las cercanías de Oviedo, dando nombre a la localidad de Santullano.

La Archidiócesis de Toledo celebra su Fiesta el día 29 de enero, ya que ese día fue su toma de posesión de la sede toledana en el año 680. En el Martirologio Romano su festividad viene señalada a día 6 de marzo.

Su figura en la historia de la teología viene recordada sobre todo por la celebración de cuatro importantes concilios de la iglesia española (XII-XV Concilios de Toledo), además de su producción teológica, particularmente en materia escatológica. Durante su obispado mantuvo una polémica vibrada contra los teólogos de la Curia romana, que vieron algunas ambigüedades en la formulación de algunas tesis de su refinada Cristología. Para defenderse de estas acusaciones compuso dos obras que traen el mismo título, Apologeticum, en que con inteligencia y una dosis notable del sarcasmo, se defendió de los ataques de los teólogos romanos, sin poner nunca en discusión la Sede de Pedro y su primado. El XIV y el XV Concilios de Toledo, como adherencia total a su Obispo Primado, integraron el primero y el segundo Apologeticum en sus documentos oficiales.

Julián no solo fue un acreditado reformador de la liturgia, sino también autor de textos litúrgicos de gran provecho para la Iglesia toledana. Según su hagiógrafo, las 17 obras de Julián son de carácter dogmático, bíblico, teológico, litúrgico, histórico y probablemente haya incursionado también en gramática. Su obra más importante fue escrita en el 688, dos años antes de su muerte: conocido como el primer tratado sistemático de escatología cristiana, el Prognosticum futuri saeculi es dividido en tres libros, el primero dedicado a la muerte, el segundo al estado de las almas antes de la parusía final de Cristo y el tercero a la resurrección de los muertos. En dicha obra, que hace de Julián el verdadero padre de la escatología cristiana sistemática, hay dos fuentes, la bíblica y la patrística.

La exégesis bíblica es fuertemente marcada por el sentido literal, y es acompañada con los escritos patrísticos, sea latinos que griegos, considerados por el patrimonio y fuente de la teología, y con la adición de argumentaciones racionales. Es muy probable que la obra fuese redactada con el fin de formar al clero toledano. Gracias a su brevedad y solidez doctrinal el Prognosticum fue muy apreciado y tuvo una gran difusión en la Europa alto-medieval (se cuentan alrededor de 1500-2000 los manuscritos provenientes de las bibliotecas de los monasterios y escuelas medievales desde el s. IX hasta el s. XII) ejercitando una notable influencia en la teología Carolingia y en el primer período de la teología escolástica, sobre todo, en las Sentencias de Pedro Lombardo (Distinctiones XXI, cc. 1-5 y XLIII - L), texto fundamental en la teología medieval, comentado, además por los más grandes maestros de las Universidades del siglo XIII. En cuanto a los Antikeimenon libri II es un intento de resolver las contradicciones halladas en los textos de las Sagradas Escrituras. También fue el autor, en cuanto a la liturgia, de una revisión del Liber Missarum visigótico y también del Liber Orationum, el oficio local de Toledo.[5]

La obra de Julián de Toledo, como así también su nombre son citados frecuentemente por el Magister Sententiarum.[6]​ El aporte más importante del Prognosticum es la diferencia estructural de una doble fase escatológica: la fase intermedia o escatología de las almas y la fase final, o escatología colectiva de los eventos escatológicos finales. Tal original diferencia metodológica y epistemológica planteada por Julián de Toledo llegará a través de la escolástica medieval y los textos magisteriales de la Iglesia católica a influir, no sin confrontaciones ásperas y contestaciones, en la doctrina escatológica del Concilio Vaticano II, en los documentos magisteriales contemporáneos e inclusive en el Catecismo de la Iglesia católica.

Obras auténticas

Obras dudosas

Obras Perdidas

Félix enumera hasta 17 obras, sin contar las epístolas y oraciones anexas a algunas de ellas. Y el catálogo no es completo. Algunas fueron escritas antes de su elevación a la sede toledana (Historia de Wamba), pero la actividad literaria de J. se desarrolló sobre todo durante su pontificado toledano.

Cabe destacar que más de la mitad de sus obras se han perdido, y algunas (Versus ad Modoenum) permanecen hoy en día inéditas.




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